OCTAVO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



A la expectación 
Arcángel de Alarcón

iCuándo verán mis ojos aquel día
en que al Niño que virgen lo ha criado
le vea yo en mis Brazos reclinado!
-decía la dulcísima Maria-.

Abrazaré a la luz del alma mía,
daré mil pesos a mi dulce dueño,
y al que esta en mis entrañas disfrazado
le cantare cantares de alegría.

También los celestiales cortesanos,
gozosos de que es Dios hecho pasible,
le cantarán cantares cortesanos.

Me gozaré mirando al invisible,
y al incorpóreo servirán mis manos
con amor que entenderse es imposible.



ORACIÓN

¡Madre del alma, celestial María!
Con toda la ternura y el amor y el deseo de mi corazón
te elijo desde hoy como Reina, Señora y Madre de esta casa,
con todo lo que contiene, hijos, criados, animales y cosas,
y cada pieza con toda la que la llena.
Toma las llaves que te entrego como a la ama y Señora,
y concédeme la dicha de ser tu esclava y tu hija muy amante,
que sólo quiere ser tuya y obedecerte
con todo el corazón y el alma.
Concédeme, que nada haga sin consultártelo,
que obre en todas las ocasiones como tu obrarías,
con esa perfección de miras e intenciones sobrenaturalizándolo todo,
y con una vida de amor más del cielo que de la tierra.
Así quiero santificar mis actos.
Tú, desde hoy, serás para siempre la Señora,
la dueña y la Madre con nuevo título de las obras y de mis hijos,
siendo yo una pobrecita, pero obediente hija,
que te de gloria imitándote.
Quiero estar siempre en segundo término, Madre mía,
porque tu eres la primera en mí y en cuanto me rodee.
Desde ahora hasta mi muerte,
quiero vivir bajo el manto de mi dulce Madre,
y ya no estaré sola ni huérfana,
sino bajo tu dirección y tus miradas,
María, inmolándome en tu honor.
Te amo, y te haré amar con todas mis fuerzas,
y mi vida.
En todas las piezas está ya colocada tu imagen sacrosanta
para que las bendigas,
ahuyentes del enemigo
y que no permitas en ellas ninguna murmuración ni ofensa a Dios.
Impregna toda su atmósfera de pureza, Virgen Inmaculada,
para que nos respire más que blancura,
candor, inocencia, pudor, cruz, amor.
 Acepta por adelantado las penas y alegrías
que en estos cuartos tengamos.
¡Oh mi bendita y amada Madre!
¡Que desaparezca yo con todos mis defectos,
y que parezcas tú en mí,
con tu dulzura, tu caridad, abnegación, paciencia, humildad,
y con todas tus demás virtudes.
¡Oh mi Reina, somos tus vasallos!
! Oh mi Madre, mi amada Madre, somos tus hijos!
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ORACIÓN EN EL ACTO RELIGIOSO DE LAS ÚLTIMAS MIRADAS

ORACIÓN EN LA «MADRUGÁ» DE LAS ÚLTIMAS MIRADAS José Cascant Ribelles, en la noche del Jueves Santo, 14 de abril de 2022 MEDITACIÓN Her...