TIEMPO DE ADVIENTO
En el tiempo de Adviento, la liturgia romana celebra la doble «Venida del Señor»: una, humilde, cuando, al cumplirse el tiempo (cf. Ga 4, 4), el Hijo de Dios, tomando de la santísima Virgen su condición humana, vino al mundo para salvar a los hombres; la otra, gloriosa, cuando, al final de los tiempos, vendrá «para juzgar a vivos y muertos» (Profesión de fe) e introducir a los justos en la casa del Padre, donde los ha precedido gloriosa la Virgen María.
FORMULARIOS DE MISAS
1. La Virgen María, estirpe escogida de Israel
2. La Virgen María en la Anunciación del Señor
3. Visitación de la bienaventurada Virgen María
1
LA VIRGEN MARÍA, ESTIRPE ESCOGIDA DE ISRAEL
En el tiempo de Adviento, la liturgia romana celebra el designio de salvación por el que Dios misericordioso llamó a los patriarcas y los atrajo hacia sí con una alianza de amor, estableció la Ley por medio de Moisés, suscitó profetas y escogió a David para que de su descendencia naciera el Salvador del mundo. Los libros del antiguo Testamento, al anunciar de antemano la venida de Cristo, «van sacando a luz progresivamente y cada vez con mayor claridad la figura de una mujer, Madre del Redentor» (LG 55), a saber, la Virgen María, a quien la Iglesia proclama honor de Israel y excelsa Hija de Sión.
La santísima Virgen María, que con su inocencia reparó la culpa de Eva, es «hija de Adán por su condición humana» (Prefacio); ella, que acogiendo con fe el anuncio del ángel, concibió en su seno virginal al Hijo de Dios es «descendiente de Abrahán por la fe» (Prefacio); por su estirpe es «la vara de Jesé» (Prefacio) de la cual brotó la flor, Jesucristo, nuestro Señor.
Santa María, obedeciendo con sincero corazón a la Ley y abrazando con toda el alma la voluntad de Dios, como enseña el Concilio Vaticano n, «descuella entre los humildes y pobres del Señor, que de él esperan confiadamente y reciben la salvación. Finalmente, con ella, la excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumplen los tiempos y se inaugura la nueva Economía, cuando el Hijo de Dios toma de ella la naturaleza humana, para librar al hombre del pecado, con los misterios de su carne» (LG 55).
Esta misa de la Virgen María, estirpe escogida de Israel, recuerda y celebra este misterio de la divina misericordia y de la salvación.
Con razón, pues, en la primera lectura se conmemora la promesa del Señor a Abrahán («Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo»: 1ª Lectura, Gn 12,1-7; cf. Lc 1, 55) o bien la promesa hecha a David por boca del profeta Natán («Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre»: 1ª Lectura, 2S 7,1-5. 8b-11. 16; cf. Lc 1, 32-33); en el evangelio se proclama la genealogía de Jesucristo (Evangelio, Mt 1, 1-17), por la que se muestra que nuestro Salvador es hijo de David e hijo de Abrahán (cf. Mt 1, 1).
Antífona de entrada Cf. So 3, 14; Ag 2, 8
Alégrate y gózate de todo corazón, Hija de Jerusalén; viene el deseado de todos los pueblos, y se llenará de gloria la casa del Señor.
Oración colecta
Oh Dios, que has elegido a la bienaventurada Virgen María, excelsa entre los humildes y los pobres, Madre del Salvador, concédenos que, siguiendo sus ejemplos, podamos ofrecerte una fe sincera y poner en ti la total esperanza de nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
Oh Dios, que has cumplido las promesas hechas a nuestros Padres, al elegir a la bienaventurada Virgen María, excelsa Hija de Sión, concédenos seguir los ejemplos de aquella que te agradó en su humildad y nos aprovechó en su obediencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre
Lectura del libro del Génesis 12, 1-7.
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
Sal de tu tierra
y de la casa de tu padre
hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo,
te bendeciré, haré famoso tu nombre,
y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan.
Con tu nombre se bendecirán
todas las familias del mundo.
Abrán marchó, como le había dicho el Señor,
y con él marchó Lot.
Abrán tenía setenta y cinco años
cuando salió de Harán.
Abrán llevó consigo a Saray, su mujer;
a Lot, su sobrino;
todo lo que había adquirido
y todos los esclavos que había ganado en Harán.
Salieron en dirección de Canaán
y llegaron a la tierra de Canaán.
Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén,
hasta la encina de Moré
(en aquél tiempo habitaban allí los cananeos).
El Señor se apareció a Abrán y le dijo:
— A tu descendencia le daré esta tierra.
Él construyó allí un altar en honor del Señor
que se le había aparecido.
Palabra de Dios.
O bien:
Dios le dará el trono de David, su padre
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 1-5. 8b-11. 16.
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al Profeta Natán:
— Mira: yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.
Natán respondió al rey:
— Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
— Ve y dile a mi siervo David: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que animales lo aflijan como antes, desde el día que nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Tu casa y tu reino durará por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2)
R. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre el cielo. R.
¿Quién como el Señor Dios nuestro
que se eleva en su trono,
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R.
En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 5
Aleluya
Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ven a librarnos, no tardes más.
EVANGELIO
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas y transfórmalas con tu poder en el sacramento de salvación, que puso fin a los sacrificios de la antigua alianza y en el que ahora se ofrece el verdadero Cordero nacido de la Virgen Inmaculada, tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio
SANTA MARÍA, HIJA DE ADÁN, DESCENDENCIA DE ABRAHÁN, VARA DE JESÉ
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Que has constituido a la bienaventurada Virgen María
cumbre de Israel y principio de la Iglesia,
para que todos los pueblos conozcan
que la salvación viene de Israel
y que la nueva familia brota del tronco elegido.
Ella, hija de Adán por su condición humana,
reparó con su inocencia la culpa de la madre.
Ella, descendiente de Abrahán por la fe,
concibió en su seno creyendo.
Ella es la vara de Jesé
que ha florecido en Jesucristo, Señor nuestro.
Por él, adoran tu majestad los coros de los ángeles,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Goza y alégrate, regocijo de los patriarcas. Gózate, tú que por el ángel recibiste el gozo del mundo. Gózate, tú que nos produjiste el pan de vida.
Oración después de la comunión
Fortalecidos con los sacramentos de la vida, te pedimos, Señor, que, quienes confesamos el cumplimiento en Cristo, nacido de la Virgen Madre, de las promesas hechas a los Padres, alcancemos con gozo en su segunda venida lo que todavía esperamos Por Jesucristo, nuestro Señor.
2
LA VIRGEN MARÍA EN LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
En el tiempo de Adviento la liturgia recuerda todos los días el mensaje de Gabriel a la santísima Virgen María: «El ángel Gabriel dijo a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres"» (Ant Sex); y le suplica también cada día: «Madre del Redentor... Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores» (Ant fin).
El consentimiento de la Virgen, que, según el beneplácito de Dios, precedió a la encarnación (cf. LG 56), tiene una gran importancia en la historia de la salvación, ya que la encarnación del Verbo es la restauración del hombre.
Este misterio de nuestra salvación la liturgia romana lo conmemora no sólo en la solemnidad del día 25 de marzo, sino también, al acercarse la Natividad del Señor, el día 20 de diciembre y sobre todo el cuarto domingo de Adviento del año B, ya que la celebración de este misterio concuerda perfectamente con la índole y naturaleza del tiempo de Adviento.
Por esto la misa de la Virgen María en la Anunciación del Señor se emplea con mucha propiedad siempre que, en el tiempo de Adviento, se ha de celebrar, con causa justa, la memoria de la Madre del Señor.
En este formulario se lee la profecía de la virgen que ha de dar a luz («Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo»: 1ª Lectura, Is 7, 10-14; 8, 10c) y el anuncio de Gabriel a la Virgen de Nazaret («Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo»: Evangelio, Lc 1, 26-38).
Esta misa se celebraba antiguamente el miércoles de las Témporas de Adviento y, durante la edad media, se le llamaba con frecuencia «misa áurea», a causa de su belleza.
El formulario se halla en el Misal Romano, Común de santa María Virgen, en tiempo de Adviento, excepto el Prefacio, que está tomado de la misa de la solemnidad de la Anunciación del Señor (día 25 de marzo).
Antífona de entrada Is 45, 8
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra y brote la salvación.
Oración colecta
Dios todopoderoso, que, según lo anunciaste por el ángel, has querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María, la Virgen, escucha nuestras súplicas y haz que sintamos la protección de María los que la proclamamos verdadera Madre de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Mirad, la Virgen está encinta
Lectura del Profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10
En aquel tiempo, dijo el Señor a Acaz:
— Pide una señal al Señor tu Dios en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.
Respondió Acaz:
— No la pido, no quiero tentar al Señor.
Entonces dijo Dios:
— Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, sino que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
«Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo,
y le pone por nombre Emmanuel,
que significa “Dios–con–nosotros”.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 (R.: 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.
«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R.
En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 6
Aleluya
La palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria.
EVANGELIO
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
— «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
— «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
— «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
— «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo, que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
— «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
En lugar de este evangelio puede utilizarse el que figura en el Apéndice, núm. 17
Oración sobre las ofrendas
El Espíritu Santo, que fecundó con su poder el seno de María, santifique, Señor, las ofrendas que te presentamos sobre el altar. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA OYÓ CONFIADAMENTE AL MENSAJERO CELESTE
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios
R. Es justo y necesario.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel:
que Cristo, por obra del Espíritu Santo,
iba a hacerse hombre por salvar a los hombres;
y lo llevó en sus purísimas entrañas con amor.
Así, Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel
y colmó de manera insospechada
la esperanza de los otros pueblos.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Is 7, 14
Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros.
Oración después de la comunión
Señor, que los sacramentos que hemos recibido nos otorguen siempre tu misericordia, y, por la encarnación de tu Hijo Jesucristo, salva a los que veneramos fielmente la memoria de su Madre, la Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.
3
VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
El misterio de salvación, rebosante de dones celestiales, por el que la santísima Virgen María, cubierta por la sombra del Espíritu Santo y llevando en su seno al Verbo divino, visitó a Isabel, la liturgia romana lo celebra más de una vez: en la fiesta del día 31 de mayo, próximo el nacimiento de Juan (día 24 de junio), y también, por una cierta íntima conexión, en el tiempo de Adviento, el día 21 de diciembre y sobre todo el cuarto domingo del año C, en la inminencia de la Natividad del Señor.
Por esto la misa de la Visitación de la bienaventurada Virgen María se emplea adecuadamente cuando, en tiempo de Adviento, se ha de celebrar, por causa justa, la memoria de la Madre del Señor.
La santísima Virgen María, al visitar a su parienta Isabel, insinúa el misterio de salvación por el que Dios «ha visitado y redimido a su pueblo» (Antífona de entrada, Lc 1, 68); es asimismo modelo de la Iglesia, la cual, «nutrida en los sacramentos divinos y llena del Espíritu Santo», visita a todos los pueblos para que «reconozcan a Cristo como su Salvador» (Oración después de la comunión).
En esta misa se celebra a la santísima Virgen como:
- nueva Hija de Sión, que en su seno («en medio de ti») lleva al Señor, Rey de Israel (1ª Lectura, So 3, l4-18a);
- nueva arca de la alianza, que, llevando en su seno al Verbo, lleva «la salvación y el gozo a la casa de Isabel» (Oración colecta, cf. 1 Cro 13, 14);
- nueva criatura formada por el Espíritu Santo (cf. Oración sobre las ofrendas, cf. LG 56), que, «inundada del rocío celestial» (Oración sobre las ofrendas), dio el fruto de salvación, Cristo Jesús;
- madre del Señor, reconocida como tal por Isabel, la madre del Precursor, con sus «palabras proféticas... movida por el Espíritu Santo» (Prefacio), entregada totalmente al misterio de la redención;
- mujer santa que, instruida por las palabras del ángel, se apresura en el cumplimiento de su función salvadora y proclama la grandeza de Dios con un cántico agradecido de alabanza (cf. Evangelio, Lc 1, 39-56); que destaca «por su actitud de servicio» (Prefacio) y con razón es saludada dichosa «por su fe en la salvación prometida» (Prefacio, cf. Aleluya, Lc 1, 45), ella, cuya humillación ha mirado Dios (Antífona de comunión, Lc 1, 48) y a quien proclamarán todas las generaciones.
Antífona de entrada Lc 1, 68-69a. 70
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Oración colecta
Oh Dios, Salvador de los hombres, que, por medio de la bienaventurada Virgen María, arca de la nueva alianza, llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel, concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu para poder llevar a Cristo a los hermanos y proclamar tu grandeza con nuestras alabanzas y la santidad de nuestras costumbres. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
El Señor será el rey de Israel, en medio de ti
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a
Regocíjate, hija de Sión;
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.»
Palabra de Dios.
O bien:
Llega mi amado, saltando sobre los montes
Lectura del libro del Cantar de los cantares 2, 8-14
¡Oíd, que llega mi amado,
saltando sobre los montes,
brincando por los collados!
Es mi amado como un gamo,
es mi amado un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas,
mira por las celosías.
Habla mi amado y me dice:
«¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!
Porque ha pasado el invierno,
las lluvias han cesado y se han ido,
brotan flores en la vega,
llega el tiempo de la poda,
el arrullo de la tórtola
se deja oír en los campos;
apuntan los frutos en la higuera,
la viña en flor difunde perfume.
¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!
Paloma mía, que anidas
en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz,
porque es muy dulce tu voz,
y es hermosa tu figura.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.
En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 8
Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
EVANGELIO
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
— «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
El mismo Espíritu Santo, que formó a la Virgen María como nueva criatura, para que de ella, inundada del rocío celestial, naciera Jesucristo, tu Hijo, el fruto de la salvación, santifique ahora, Señor, nuestros dones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
SANTA MARÍA, BIENAVENTURADA POR LA FE EN LA SALVACIÓN PROMETIDA
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Que por las palabras proféticas de Isabel,
movida por el Espíritu Santo,
nos manifiestas la grandeza
de la Virgen santa María.
Porque ella, por su fe en la salvación prometida,
es saludada como dichosa,
y por su actitud de servicio
es reconocida como Madre del Señor
por la madre del que le iba a preceder.
Por eso, unidos con alegría
al cántico de la Madre de Dios,
proclamamos tu grandeza,
cantando con los ángeles y los santos:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Lc 1, 48
Ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Oración después de la comunión
Tu Iglesia, Señor, nutrida en los sacramentos divinos y llena del Espíritu Santo, vaya gozosa al encuentro de todos los pueblos, para que, al oír la palabra de salvación, se alegren por la redención cumplida y reconozcan a Cristo como su Salvador. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
TIEMPO DE NAVIDAD
En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra los misterios de la infancia de Cristo Salvador y sus primeras manifestaciones. Por ello, en este tiempo litúrgico, que concluye con la fiesta del Bautismo del Señor, se incluye también una misa relacionada con la manifestación del Señor en Caná de Galilea.
La santísima Virgen, por designio de Dios, intervino de manera admirable en los misterios de la infancia y de la manifestación del Salvador: cuando engendró virginalmente al Hijo, lo mostró a los pastores y a los magos, lo presentó en el templo y lo ofreció al Señor; cuando marchó fugitiva a Egipto, buscó al Niño perdido, llevó con él y con su esposo José una vida santa y laboriosa en su casa de Nazaret; cuando, finalmente, en el banquete nupcial intercedió por los esposos ante el Hijo, el cual «comenzó sus signos» y «manifestó su gloria» (Jn 2, 11).
FORMULARIOS DE MISAS
4. Santa María, Madre de Dios
5. La Virgen María, Madre del Salvador
6. La Virgen María en la Epifanía del Señor
7. Santa María en la Presentación del Señor
8. Santa María de Nazaret
9. La Virgen María de Caná
4
SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Esta misa celebra el «admirable misterio» y el «inefable designio» (Prefacio) por el que el Padre misericordioso envió a su Hijo «desde el cielo al seno de la santa Virgen» (Oración colecta 1) (cf. S. Hipólito, Traditio apostolica, 4: SCh 11 bis, p. 48), a fin de que fuera para nosotros «palabra de salvación y pan de vida» (Oración colecta 1). Pero también conmemora la fe y la humildad con que santa María lo recibió en su corazón y lo «llevó encerrado en sus entrañas» (Prefacio). Por esto la humilde Virgen de Nazaret es para nosotros un ejemplo con cuya imitación recibamos en nosotros al Hijo de Dios: «recibir a Cristo como ella, / conservando sus palabras en el corazón / y celebrando con fe sus misterios» (Oración colecta 1) y, en consecuencia, lo manifestemos «con obras dignas de santidad» (Oración colecta 2) y lo confesemos «de palabra y de obra» (Oración después de la comunión).
Los textos de esta misa son como un eco de los sermones de los santos Padres y de la antigua liturgia:
- de aquella sentencia de san Agustín (+ 431), según la cual la santísima Virgen María «concibió en su espíritu antes que en su seno» (Oración colecta 2; Sermo 25, 7: PL 46, 937), por lo que se ensalza su fe y su obediencia y se declara su espiritual parentesco con el Hijo;
- de aquella expresión de san Bernardo (+ 1153), según la cual la santísima Virgen «si bien agradó (a Dios) por su virginidad, concibió por su humildad» (In laudibus Virginis Matris, I, 5: Opera omnia, IV, ed. Cistercienses, Roma 1966, p. 18).
Merece especial atención el Prefacio Porque por un admirable misterio, que de modo admirable pone de relieve la virginal y salvadora maternidad de santa María Virgen: «Se gozó, en efecto (santa María), de dos gracias: / se admira porque concibió virgen, / se alegra porque alumbró al Redentor». Los expertos en sagrada liturgia enumeran este Prefacio entre los más antiguos de santa María, ya que se encuentra en el Sacramentario Paduano (SP 387).
Antífona de entrada
Virgen Madre de Dios, el que no cabe en el universo, al hacerse hombre se encerró en tu seno.
O bien:
Sedulio
¡Salve, Madre santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Oración colecta
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, palabra de salvación y pan de vida, desde el cielo al seno de la santa Virgen, concédenos recibir a Cristo como ella, conservando sus palabras en el corazón y celebrando con fe sus misterios. Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
Con obras dignas de santidad, concédenos, Señor, manifestar a Cristo, a quien recibimos por la fe; a ejemplo de santa María, que concibió en su espíritu antes que en su seno al Hijo venido del cielo. Que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 21, 4-6. 10-11. 23-24 (R.: cf. 11b)
R. Señor, desde el vientre materno tú eres mi Dios.
Tú, Señor, habitas en el santuario,
esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres;
en ti confiaban, y no los defraudaste. R.
Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios. R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo:
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.
Aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza: de ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.
EVANGELIO
Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 15b-19
En aquel tiempo, los pastores se decían unos a otros:
— «Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor.»
Fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Que te sean gratos, Señor, los dones de tu pueblo, presentados en la memoria de la bienaventurada Virgen; ella supo complacerte por la virginidad y por su humildad concibió a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio
SANTA MARÍA SE ALEGRA PORQUE DIO A LUZ AL REDENTOR PERMANECIENDO VIRGEN
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque por un admirable misterio
y por un inefable designio,
la santa Virgen concibió a tu Unigénito
y llevó encerrado en sus entrañas al Señor del cielo.
La que no conoció varón es madre,
y después del parto permanece virgen.
Se gozó, en efecto, de dos gracias:
se admira porque concibió virgen,
se alegra porque alumbró al Redentor.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Dichoso el vientre de la Virgen María, que llevó al Hijo del eterno Padre.
Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, confesar de palabra y de obra a tu Hijo, nacido de Madre virgen, a quien hemos recibido en este sacramento. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
5
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL SALVADOR
En esta misa, impregnada del gozo y de la luz de la Natividad del Señor, se pone de relieve:
- en primer lugar la función maternal de santa María Virgen para con Jesucristo, que es reconocido como el Rey «que tiene un nombre eterno» (Antífona de entrada), como Hijo de Dios (Oración colecta, Prefacio, Oración después de la comunión), «autor de la vida» (Oración colecta, cf. Hch 3, 15), «sacramento de nuestra salvación» (Prefacio), «luz de las naciones» (Prefacio, cf. Lc 2, 32), «esposo» (Prefacio, cf. Sal 18 [19] A, 6), «Palabra» que «se hizo carne» (Antífona de comunión, Jn 1, 14);
- la maternidad virginal de santa María (cf. Oración colecta), por la cual Dios entregó a los hombres «los bienes de la salvación» (Oración colecta), y también la manera admirable cómo en la santísima Virgen «su gozo de madre se une al honor de virgen» (Antífona de entrada), de lo que se deriva su peculiar condición y dignidad, ya que «nadie ha sido semejante a ella, ni antes ni después» (Antífona de entrada);
- la perenne intercesión de la Virgen María en favor del pueblo de Dios: «Concédenos experimentar la intercesión materna / de la que nos ha dado a tu Hijo Jesucristo, / el autor de la vida» (Oración colecta);
- el ejemplo de la Madre del Señor, para que los fieles «busquen y conserven» (Oración sobre las ofrendas) las cosas de Dios.
Antífona de entrada
La Madre engendró al Rey que tiene un nombre eterno; su gozo de madre se une al honor de virgen. Nadie ha sido semejante a ella, ni antes ni después.
Oración colecta
Oh Dios, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión materna de la que nos ha dado a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Un hijo se nos ha dado
Lectura del libro de Isaías 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierra de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,
como se alegran
al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor,
y el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado,
y es su nombre:
«Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.»
Para dilatar el principado,
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 95, 12a. 2b-3. 11-12. 13 (R.: Lc 2, 11)
R. nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R.
En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 7
Aleluya Lc 2, 10-11
Os traigo una buena noticia, una gran alegría: nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
EVANGELIO
Hoy os ha nacido un Salvador
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 1-14
En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.
Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
–«No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
–«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.»
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones que te presentamos, y que nuestros corazones, encendidos por la luz del Espíritu Santo, busquen y conserven, a ejemplo de María, tu voluntad y tu palabra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
EL SALVADOR SALIÓ DE MARÍA COMO EL ESPOSO DEL TÁLAMO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Especialmente en este tiempo
en el que has revelado,
desde el misterioso seno de una Virgen,
a tu Hijo Jesucristo,
sacramento de nuestra salvación
para luz de las naciones.
El cual, como el esposo que sale del tálamo
brilló ante nosotros como Señor y Salvador,
para sacamos de las tinieblas y sombras de muerte
al reino de la luz eterna.
Por eso,
unidos a los coros de los ángeles,
te alabamos proclamando con alegría:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, llena de gracia y de verdad.
Oración después de la comunión
Alimentados por el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, hecho hombre, te rogamos, Señor, que estos sacramentos, recibidos con gozo en la conmemoración de la Virgen María, nos hagan partícipes de la divinidad de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
6
LA VIRGEN MARÍA EN LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
En el tiempo de la Natividad del Señor la Iglesia celebra el misterio de la aparición o manifestación del Verbo de Dios, hecho hombre, a todos los pueblos: en primer lugar a los judíos, representados por los humildes pastores, «primicias dé la Iglesia de Israel» (Prefacio); luego a los paganos, de quienes los magos son «primeros retoños de la Iglesia» (Prefacio).
Estos datos merecen especial atención en la misa:
- la celebración de la luz, que significa la gloria de Dios Padre, que amanece sobre Jerusalén (cf. 1ª Lectura, Is 60, 1-6), que envolvió a los pastores (cf. Prefacio, Lc 2, 9) Y que de un modo admirable condujo hasta Cristo a los magos, «guiados por la estrella» (Prefacio, cf. Evangelio, Mt 2,2.9-10, Antífona de comunión); también a Jesucristo, «gloria de Israel y luz de las naciones» (Oración colecta, cf. Lc 2, 32), que manifestado al mundo por el Padre (cf. Oración colecta), manifestó él, a su vez, al mundo la gloria del Padre (cf. Oración sobre las ofrendas);
- la celebración de la misión salvadora de Cristo. Son muchos y de gran importancia los «títulos cristológicos» que se hallan en este formulario: Cristo es Hijo de Dios (cf. Oración colecta, Oración después de la comunión) e hijo de la Virgen (cf. Oración sobre las ofrendas, Prefacio); «la grandeza de Dios y su poden», «el Excelso», que «quiso nacer humilde» (Antífona de entrada); el «único Mediador y Salvador de todos los hombres» (Oración colecta), cuyo nacimiento nos salva (cf. Oración después de la comunión), cuya vida estuvo consagrada totalmente a la salvación de los hombres (cf. Oración sobre las ofrendas). Por esto los pastores «reconocen a Cristo salvador« (Prefacio) en el hijo de la humilde Esclava, y los magos «lo adoran como Dios, lo proclaman como Rey y lo confiesan como Redentor» (Prefacio) en el Niño que hallan con la Madre;
- la celebración del misterio de la Iglesia, esbozada en la santa ciudad de Jerusalén (cf. 1ª Lectura, Is 60, 1-6) y a la que parece significar la casa donde se encuentra el Niño con su Madre (cf. Evangelio, Mt 2, 11); esta Iglesia se basa en la fe en Cristo (cf. Oración colecta) y nace de la unión tanto de israelitas como de paganos (cf. Prefacio), ya que el Padre atrae «a la fe del Evangelio a todas las familias de los pueblos» (Prefacio);
- la celebración de la mediación de la Virgen en la epifanía del Señor, mediación que algunos textos exponen claramente: «Brilló la grandeza de Dios y su poder se manifestó por medio de una Virgen» (Antífona de entrada); «por la bienaventurada Virgen / manifestaste tu Hijo al mundo» (Oración colecta); «por mediación de la Virgen María / atraes a la fe del Evangelio / a todas las familias de los pueblos» (Prefacio).
Antífona de entrada
Brilló la grandeza de Dios, y su poder se manifestó por medio de una Virgen, porque así quiso el Excelso nacer humilde, para mostrar su majestad en la misma humildad.
Oración colecta
Oh Dios, que por la bienaventurada Virgen manifestaste tu Hijo al mundo como gloria de Israel y luz de las naciones, concédenos que, siguiendo el ejemplo de María, fortalezcamos nuestra fe en Cristo y lo reconozcamos como único Mediador y Salvador de todos los hombres. Que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra,
y la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti.
Y caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar
y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 71, 12. 78. 1011. 1213 (R.: Cf. 11)
R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.
Aleluya Mt 2, 2
Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor.
EVANGELIO
Venimos de Oriente a adorar al Rey
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
–«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
–«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea,
no eres ni mucho menos la última
de las ciudades de Judea,
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
–«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Consagra, Señor, con el poder del Espíritu Santo los dones que te ofrecemos con gozo en la conmemoración de santa María, para que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Cristo, que, nacido de una Virgen y Madre generosa, manifestó tu gloria y consagró toda su vida a la salvación de los hombres. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio
POR MEDIACIÓN DE LA VIRGEN, CRISTO SE MANIFIESTA AL MUNDO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque por mediación de la Virgen María
atraes a la fe del Evangelio
a todas las familias de los pueblos.
Los pastores, primicias de la Iglesia de Israel,
iluminados por tu resplandor y advertidos por los ángeles,
reconocen a Cristo Salvador.
Pero también los magos,
primeros retoños de la Iglesia de los paganos,
impulsados por tu gracia y guiados por la estrella,
entran en la humilde casa
y, hallando al Niño con su Madre,
lo adoran como Dios, lo proclaman como Rey
y lo confiesan como Redentor.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno,
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Cf. Mt 2, 2
Hemos visto salir la estrella del Señor y venimos con regalos a adorarlo.
Oración después de la comunión
El sacramento que acabamos de recibir, Señor, Dios nuestro, nos muestre siempre tu misericordia, para que seamos salvados por el nacimiento de tu Hijo los que hemos celebrado con fe la memoria de su Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
7
SANTA MARÍA EN LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Santa María, que en este misterio de salvación es saludada como «la Virgen Hija de Sión» (Prefacio):
- de conformidad con la ley de Moisés (cf. Lv 12, 1-8), se sometió al rito de purificación de las parturientas, ella, la «Virgen purísima, que en (su) seno virginal castamente» engendró «al Hijo del eterno Padre» (Antífona de entrada);
- cumplió debidamente la ley de los primogénitos (cf. Ex 13, 1-2), rescatando con la ofrenda de los pobres (cf. Lc 2, 42; Oración sobre las ofrendas) al Hijo, «autor de la nueva Ley» (Oración colecta), «Redentor de todos nosotros» (Oración sobre las ofrendas), «gloria (del) pueblo Israel y luz de las naciones» (Prefacio; cf. Lc 2, 32) y «Señor y Salvador» del mundo (Antífona de comunión);
- «puesta al servicio de la obra de la salvación» (Prefacio), reconoció en el Hijo al «Cordero sin mancha / para ser inmolado en el ara de la cruz» (Prefacio) y lo ofreció al Padre.
Esta misa, recordando la profecía de Simeón, que anunció que el Niño sería como una bandera discutida y que una espada de dolor traspasaría el corazón de la Madre (cf. Lc 2, 34-35), celebra también la íntima unión de la santísima Virgen con el Hijo en la obra de la salvación: «El mismo amor asocia al Hijo y a la Madre, / el mismo dolor los une / y una misma voluntad de agradarte los mueve» (Prefacio).
En el cumplimiento de estas funciones salvadoras, santa María Virgen se nos presenta como un destacado modelo para la Iglesia. Por esto rogamos al Padre que la Iglesia virgen, «como la Virgen María» (Oración después de la comunión), a ejemplo de la Esclava del Señor (cf. Lc 1, 38), «conserve sin mancha la fe, / fortalezca la esperanza / y alimente, en el cielo, la caridad intensa» (Oración colecta), «sirva con corazón sincero» al Señor (Oración después de la comunión) y «con la lámpara de la fe encendida / salga gozosa al encuentro del Esposo» (Oración después de la comunión; cf. Mt 25, 1. 4).
Antífona de entrada
Salve, Virgen purísima, que en tu seno virginal castamente engendraste al Hijo del eterno Padre.
Oración colecta
Te pedimos, Señor, que la Iglesia virgen guarde íntegra la nueva alianza del amor, e, imitando la humildad de tu esclava, que te presentó en el templo al autor de la nueva Ley, conserve sin mancha la fe, fortalezca la esperanza en el cielo, y alimente una caridad intensa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 1-4
Así dice el Señor:
«Mirad, yo envío a mi mensajero,
para que prepare el camino ante mí.
De pronto entrará en el santuario
el Señor a quien vosotros buscáis,
el mensajero de la alianza que vosotros deseáis.
Miradlo entrar
–dice el Señor de los ejércitos–.
¿Quién podrá resistir el día de su venida?,
¿quién quedará en pie cuando aparezca?
Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero:
se sentará como un fundidor que refina la plata,
como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví,
y presentarán al Señor la ofrenda como es debido.
Entonces agradará al Señor
la ofrenda de Judá y de Jerusalén,
como en los días pasados,
como en los años antiguos.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 23, 7. 8. 9. 10 (R.: 10b)
R. El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.
Aleluya
El renuevo de Jesé ha florecido, la Virgen ha dado a luz al que es Dios y hombre. Dios ha restablecido la paz. Reconciliando en su persona lo divino con lo humano.
EVANGELIO
A ti, una espada te traspasará el alma
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 27-35
En aquel tiempo, Simeón, impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
–«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
–«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Que te sean gratas, Señor, las oraciones y ofrendas que te presentamos con alegría en la memoria de santa María Virgen, que, para rescatar al Hijo y Redentor de todos nosotros, realizó la ofrenda de los pobres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MEDIADORA DEL DON DE SALVACIÓN
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
en esta memoria de la bienaventurada Virgen María.
Ésta es la Virgen Hija de Sión
que, cumpliendo la ley,
te presentó al Hijo en el templo,
gloria de tu pueblo Israel
y luz de las naciones.
Ésta es la Virgen puesta al servicio de la obra de la salvación,
que te ofrece el Cordero sin mancha
para ser inmolado en el ara de la cruz.
Ésta es la Virgen Madre,
gozosa de su descendencia bendita,
que sufre por la profecía del anciano Simeón,
pero se alegra por el pueblo que sale al encuentro del Salvador.
De este modo, Señor, disponiéndolo tú,
el mismo amor asocia al Hijo y a la Madre,
el mismo dolor los une
y una misma voluntad de agradarte los mueve.
Por eso,
unidos a los coros de los ángeles,
te alabamos proclamando con alegría:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Se presenta la Virgen llevando en sus manos al Hijo engendrado antes de la aurora; el anciano Simeón lo recibió en sus brazos y lo proclamó como Señor y Salvador ante los pueblos.
Oración después de la comunión
Por la gracia del sacramento que hemos recibido, la virgen Iglesia, como la Virgen María, te sirva, Señor, con corazón sincero, escuche la voz del Espíritu y con la lámpara de la fe encendida salga gozosa al encuentro del Esposo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
8
SANTA MARÍA DE NAZARET
La vida oculta que llevó Jesús en la aldea de Nazaret es un misterio de salvación y un ejemplo de santa conducta; nuestro Salvador, en efecto, pasó la mayor parte de su vida terrena en la casa de Nazaret, bajo la autoridad de María y de José (cf. Lc 2,51). La liturgia romana recuerda este misterio de salvación principalmente el domingo dentro de la octava de Navidad, cuando celebra la fiesta de la sagrada Familia: Jesús, María y José. Algunas Iglesias particulares e Institutos religiosos veneran también con culto litúrgico a la Madre de Cristo con el título de «Santa María de Nazaret». Con este título se conmemora en primer lugar el papel que desempeñó la santísima Virgen viviendo en Nazaret, en favor del Hijo y de su obra de salvación.
En esta misa, por tanto, que tiene una doble serie de lecturas, se celebra:
- el misterio de la encarnación del Verbo (cf. Prefacio, Oración colecta) y su anonadamiento, ya que «cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley» (1ª Lectura, Ga 4,4-7; cf. Oración colecta), el cual, en Nazaret, como verdadero niño, «iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría» (Evangelio 1, Lc 2, 41-52); y vivió «bajo (la) autoridad» de sus padres (cf. Antífona de comunión, Lc 2, 51);
- la santa convivencia de la Madre con el Hijo, ya que en la casa de Nazaret «la Madre, hecha discípula del Hijo, / recibió las primicias del Evangelio, / conservándolas en el corazón y meditándolas en su mente» (Prefacio);
- la relación virginal de María con José, ya que éstos, unidos «por su estrechísimo y virginal vínculo de amor» (Prefacio), en humilde vida de oración, de silencio, de trabajo (cf. Prefacio), en la alegría (cf. Antífona de entrada), en el sufrimiento (cf. Evangelio 2, Lc 2,41-52), en la enseñanza de Cristo (cf. Antífona de comunión, Lc 2,51), vivieron como esposos;
- el reino de Dios, que está ya presente y actúa en la familia de Nazaret, y que «silenciosamente» (Oración después de la comunión) y con la vida de los discípulos escondida en Cristo (cf. Oración colecta, Col 3, 3) se va edificando en la tierra.
Antífona de entrada
El padre de un justo se llenará de gozo; tu padre estará contento de ti, y gozará la que te engendró.
Oración colecta
Señor, Padre santo, que, por una disposición admirable, quisiste que tu Hijo naciera de una mujer y le estuviera sometido, concédenos conocer más profundamente el misterio de la Palabra hecha carne, y llevar una vida escondida en la tierra hasta que, acompañados por la Virgen Madre, merezcamos entrar gozosos en tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7.
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.
Aleluya Col 3, 15a. 16a
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.
EVANGELIO
Se volvieron a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22. 39-40
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor.
O bien:
Bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
— «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
— «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Te presentamos, Señor, estos dones de propiciación y alabanza, pidiendo humildemente que, siguiendo el ejemplo de la Virgen de Nazaret, nos ofrezcamos nosotros mismos como hostia santa y agradable a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
VIDA DE LA VIRGEN MARÍA EN LA CASA DE NAZARET
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
en esta celebración de la gloriosa Virgen María.
Ella, en Nazaret, al recibir con fe el anuncio del ángel,
concibió en el tiempo como salvador y hermano para nosotros
a tu Hijo, engendrado desde toda la eternidad.
Allí, viviendo unida a su Hijo,
alentó los comienzos de la Iglesia,
ofreciéndonos un luminoso ejemplo de vida.
Allí, la Madre, hecha discípula del Hijo,
recibió las primicias del Evangelio,
conservándolas en el corazón y meditándolas en su mente.
Allí, la Virgen purísima, unida a José, el hombre justo,
por un estrechísimo y virginal vínculo de amor,
te celebró con cánticos, te adoró en silencio,
te alabó con la vida y te glorificó con su trabajo.
Por eso, con todos los ángeles y los santos,
te alabamos diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Lc 2, 51
Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Oración después de la comunión
Dirige tu mirada, Padre santo, sobre los que alimentas con tus sacramentos, para que, fortalecidos con el ejemplo de la bienaventurada Virgen María, edifiquemos silenciosamente tu Reino en la tierra y disfrutemos de él con tu Hijo para siempre en los cielos. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
9
LA VIRGEN MARÍA DE CANÁ
El «signo de Caná», según la narración evangélica (Jn 2, 1-12), pertenece al misterio de la manifestación del Señor. Por esto la liturgia romana lo conmemora cada año en la solemnidad de la Epifanía del Señor: «Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvamos. Aleluya» (LH 6 enero II Vísperas antífona del Magnificat); pero también en el tiempo ordinario, en el domingo II del año C, celebra atentamente este «comienzo de los signos». En esta manifestación del Señor la santísima Virgen estuvo presente y activa, y por esto la liturgia la recuerda junto al Hijo, al cantar: «por ti realizó tu Hijo el primero de sus signos; por ti el Esposo preparó el vino nuevo para su Esposa; por ti los discípulos creyeron en el Maestro» (Antífona de comunión).
En esta misa, por tanto, se celebra conjuntamente a Jesús, el Señor, a la Iglesia, que se reúne a partir del signo de Caná, y a santa María Virgen:
- en primer lugar, a Cristo, el Señor, que en Caná, con el signo admirable, manifestó su gloria y se mostró a sí mismo: como el Mesías prometido por Dios (cf. Prefacio); como el Maestro, al que los discípulos se adhieren por la fe (cf. Antífona de entrada, Evangelio, Antífona de comunión); como el Señor, cuyos mandatos cumplen los sirvientes (cf. Prefacio); como el nuevo Moisés (cf. 1ª Lectura., Ex 19, 3-8a), Autor de la alianza nueva y eterna; como el Esposo, que por su esposa la Iglesia, en la hora designada, «entregó su vida en la cruz» (Prefacio), donde de su lado abierto manó sangre yagua, símbolos de la redención;
- luego a la Iglesia o comunidad de los discípulos, que se unen a Cristo por la fe (cf. Oración después de la comunión), obedecen sus preceptos (cf. Oración colecta, Prefacio), comparten las necesidades de la Iglesia y preparan la llegada del Reino «por la concordia de los espíritus» (cf. Oración después de la comunión); la Esposa amada, para quien el Esposo ofrece a diario el banquete nupcial (cf. Prefacio);
- finalmente a la Madre de Jesús, que «por disposición admirable» estuvo presente «en los misterios de nuestra salvación» (Oración colecta). La santísima Virgen María, la misma función salvadora que desempeñó en Caná, en los días de su vida mortal, a favor de los esposos y de los discípulos, la ejerce ahora desde el cielo, donde reina gloriosa, en favor de toda la Iglesia: preocupándose por el bien de los hombres, intercede ante el Hijo para que atienda a sus necesidades (cf. Prefacio); manda a los hombres que hagan «aquello que (el) Hijo nos ha mandado hacer en el Evangelio» (Oración colecta). Más aún, según el sentido de la liturgia, hemos de estar convencidos de lo siguiente: la Madre de Jesús, que estuvo presente en el banquete de bodas de Caná, está presente en el banquete nupcial eucarístico de la Iglesia. Por esto la comunidad de los fieles celebra todos los días la eucaristía, reunidos en comunión ante todo con la gloriosa Virgen María.
Antífona de entrada Jn 2, 1. 11
Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Cristo manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Oración colecta
Señor, Padre santo, que quisiste, por disposición admirable, que la bienaventurada Virgen María estuviese presente en los misterios de nuestra salvación, concédenos, atendiendo a las palabras de la Madre de Cristo, hacer aquello que tu Hijo nos ha mandado en el Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 19, 2-8a
En aquellos días, Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:
–«Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que has de decir a los israelitas.»
Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado.
Todo el pueblo, a una, respondió:
–«Haremos todo cuanto ha dicho el Señor.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 118, 12. 45. 78 (R.: cf. 4)
R. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente.
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia. R.
Versículo antes del evangelio Cf. Lc 11, 27
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen; dichosa santa María, que cumplió totalmente la voluntad de Dios.
EVANGELIO
Haced lo que él diga
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Señor, los dones que te presentamos con alegría transfórmalos en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, tu Hijo, que, a ruegos de su Madre, cambió el agua en vino realizando un signo que anunció de antemano la hora de su pasión gloriosa. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN MANDA A LOS SIRVIENTES QUE CUMPLAN LAS ÓRDENES DE CRISTO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
en esta celebración de la gloriosa Virgen María.
Ella, atenta con los nuevos esposos, rogó a su Hijo
y mandó a los sirvientes cumplir sus mandatos:
las tinajas de agua enrojecieron,
los comensales se alegraron,
y aquel banquete nupcial simbolizó
el que Cristo ofrece a diario a su Iglesia.
Este signo maravilloso
anunció la llegada del tiempo mesiánico,
predijo la efusión del Espíritu de santidad,
y señaló de antemano la hora misteriosa
en la que Cristo se adornó a sí mismo
con la púrpura de la pasión
y entregó su vida en la cruz por su esposa, la Iglesia.
Por él, los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Dichosa eres, Virgen María: por ti realizó tu Hijo el primero de sus signos; por ti el Esposo preparó el vino para su Esposa; por ti los discípulos creyeron en el Maestro.
Oración después de la comunión
Alimentados por el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, siguiendo el ejemplo de la Virgen María, nos unamos a Cristo por la fe y, compartiendo las necesidades de la Iglesia, preparemos la llegada de tu Reino por la concordia de los espíritus. Por Jesucristo, nuestro Señor.
TIEMPO DE CUARESMA
En el tiempo de Cuaresma, los fieles, escuchando con más abundancia la palabra de Dios, entregándose a la oración, haciendo penitencia, recordando su bautismo y siguiendo a Cristo en el camino de la cruz, se preparan para celebrar debidamente la Pascua. En este «camino cuaresmal», la sagrada liturgia propone a los fieles la santísima Virgen como modelo del discípulo que escucha con fe la palabra de Dios y, siguiendo las huellas de Cristo, se encamina al «sitio llamado "de la Calavera"», para morir con él (cf. 2Tm 2, 11). Terminada la Cuaresma, en el Triduo pascual la santísima Virgen es presentada a los fieles como la nueva Eva, o sea, la «mujer nueva» que, junto al árbol de la vida (cf. Jn 19, 25), fue asociada a Cristo, el «hombre nuevo», y también como madre espiritual, a cuya solicitud maternal encomendó el Señor a todos los discípulos (cf. Jn 19, 26).
FORMULARIOS DE MISAS
10. Santa María, discípula del Señor
11. La Virgen María junto a la cruz del Señor (I)
12. La Virgen María junto a la cruz del Señor (II)
13. La Virgen María confiada como madre a los discípulos
14. La Virgen María, madre de la reconciliación
10
SANTA MARÍA, DISCÍPULA DEL SEÑOR
El tiempo de Cuaresma es un «camino» que los fieles recorren «entregados más intensamente a escuchar la palabra de Dios y a la oración» (SC 109) y llevando la cruz con ánimo más generoso (cf. Lc 14, 27), para que, purificados interiormente, lleguen a una digna celebración de las fiestas pascuales. De este modo se convierten en auténticos discípulos de Cristo, que escuchan sus palabras y se esfuerzan por retenerlas (cf. Lc 8, 15), siguen sus huellas negándose a sí mismos (cf. Mt 16,24) Y procuran estar fielmente junto a la cruz de Jesús (cf. Jn 19, 26).
Por todo ello, si, por justa causa, se celebra la misa de santa María Virgen, se emplea oportunamente este formulario, en el que la Madre del Señor es venerada como «el modelo del discípulo fiel que cumple (la) palabra» de vida (Oración colecta). La santísima Virgen, en efecto, que, por un don singular de Dios, fue madre de Cristo, fue también, por una razón especialísima, su «primera y más perfecta (...) discípula» (MC 35).
Esta misa pone de manifiesto la importancia de la «palabra de Dios» o «mensaje de salvación» en la vida de los discípulos (cf. Oración colecta, Oración después de la comunión), implora para ellos la divina sabiduría (cf. Oración sobre las ofrendas), ensalza la perfección de la ley del Señor y la justicia de sus mandamientos (Salmo responsorial, cf. Sal 18 [19], 8-11), pone ante la mirada de los fieles el Corazón de la Virgen, que guardaba las palabras del Señor (Antífona de entrada, Evangelio, Lc 2,41-52), para que sigan su ejemplo (cf. Oración después de la comunión).
Entre los textos eucológicos destaca el Prefacio Cuya Madre, la gloriosa Virgen María, en el que resuena en cierto modo la voz de Cristo, que, a la alabanza de aquella mujer anónima («Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron») respondió: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Lc 11, 27-28); es también como un eco de la frase de san Agustín al comentar aquel lugar del evangelio «¿Quién es mi madre?» (Mc 3, 33): «Ciertamente, cumplió santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por esto, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo» (Sermo 25, 7: PL 46, 937).
Antífona de entrada
Dichosa eres, María, que al recibir el anuncio del Ángel te has hecho Madre del Verbo de Dios. Dichosa tú, que, meditando en silencio las palabras del cielo, te has convertido en discípula del Señor.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que en la bienaventurada Virgen María nos das el modelo del discípulo fiel que cumple tu palabra, abre nuestros corazones para escuchar el mensaje de salvación que, en virtud del Espíritu Santo, ha de resonar diariamente en nosotros y producir fruto abundante. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Daré gracias al que me enseñó
Lectura del libro del Eclesiástico 51, 13-18. 20–22
Siendo aún joven, antes de torcerme,
deseé la sabiduría con toda el alma,
la busqué desde mi juventud
y hasta la muerte la perseguiré;
crecía como racimo que madura,
y mi corazón gozaba con ella,
mis pasos caminaban fielmente
siguiendo sus huellas desde joven,
presté oído un poco para recibirla,
y alcancé doctrina copiosa;
su yugo me resultó glorioso,
daré gracias al que me enseñó;
decidí seguirla fielmente,
cuando la alcance no me avergonzaré.
Mi alma la siguió desde el principio
y la poseyó con pureza;
con sus consejos conseguí prudencia,
por eso no la abandonaré;
mis entrañas se conmovían al mirarla,
por eso la adquirí como posesión preciosa;
el Señor me concedió lo que pedían mis labios,
con mi lengua le daré gracias.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 18, 8. 9. 10-11. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
Que te agraden las palabras de mi boca,
Y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio Cf Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.
EVANGELIO
La madre de Jesús conservaba todo esto en su corazón
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-52.
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a bus caria entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
— Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
— ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.
O bien:
Señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.»
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:
- «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:
- «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»
Palabra del Señor.
En lugar de este evangelio puede utilizarse el que figura en el Apéndice, núm. 19
Oración sobre las ofrendas
Mira con bondad, Señor, los dones que te presentamos con alegría en la memoria de la Virgen, madre y discípula de tu Hijo, y concédenos, por ella, la gracia de la sabiduría, que no pretendemos alcanzar por nuestras fuerzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN, DISCÍPULA DEL VERBO ENCARNADO, ES PROCLAMADA DICHOSA
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Cuya Madre, la gloriosa Virgen María,
con razón es proclamada bienaventurada,
porque mereció engendrar a tu Hijo
en sus entrañas purísimas.
Pero con mayor razón
es proclamada aún más dichosa,
porque, como discípula de la Palabra encarnada,
buscó solícita tu voluntad
y supo cumplida fielmente.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, llenos de gozo, que, siguiendo el ejemplo de la Virgen, seamos verdaderos discípulos de Cristo, que escuchan diligentemente sus palabras y las cumplen con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
11
LA VIRGEN MARÍA JUNTO A LA CRUZ DEL SEÑOR (I)
A medida que avanza el tiempo de Cuaresma, que está organizado a semejanza del camino de Jesús hacia la ciudad santa de Jerusalén, lugar de su oblación, se hace más frecuente la contemplación del misterio de la pasión de Cristo; de ahí que se haga más frecuente también, en el corazón de los fieles, el recuerdo del sufrimiento compartido de santa María Virgen.
En los Propios tanto de las Iglesias particulares como de los Institutos religiosos encontramos varios formularios que celebran a la Madre participando en la pasión del Hijo. El formulario que aquí se propone proviene, a excepción del Prefacio, del Proprium missarum Ordinis Fratrum Servorum beatae Mariae Virginis, Curia general OSM, Roma 1972, pp. 24-27.
Los textos de la misa ilustran el misterio de la pasión de Cristo, que, de un modo misterioso, continúa completándose en «las infinitas penas de la vida de sus miembros» (Oración colecta); por esto son adecuadas a esta celebración aquellas palabras del Apóstol: «Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia» (Antífona de comunión, Col 1, 24).
Santa María, «Reina del cielo y Señora del mundo» (Versículo antes del evangelio), estuvo junto a la cruz del Hijo (cf. Antífona de entrada, Evangelio, Jn 19,25-27), «dolorosa» (Oración colecta), «sufriendo» (Versículo antes del evangelio), «intrépida» y «fiel» (Prefacio), cumpliendo diversas funciones de salvación y «para dar cumplimiento a las figuras antiguas» (Prefacio). En efecto, la santísima Virgen estuvo junto al Hijo moribundo en la cruz:
- como cooperadora de la redención (cf. Oración sobre las ofrendas), asociada por sus dolores de madre al sacrificio del Hijo, sumo sacerdote (cf. Oración después de la comunión);
- como nueva Eva, en la que se cumplió la profecía sobre la función salvadora de la «Mujer» (cf. Gn 3, 15; Jn 19, 26; Ap 12, 1): así como la primera mujer había contribuido «a la muerte», así la segunda -María contribuyó «a la vida» (cf. Prefacio, LG 56);
- como la Sión Madre, a la que saludan todos los pueblos diciendo: «Todas mis fuentes están en ti» (Sal 86 [87], 7), ya que recibe con amor materno «a los hombres dispersos, reunidos por la muerte de Cristo» (Prefacio, cf. Jn 11, 52);
- como modelo de la Iglesia, que, contemplándola como «Virgen intrépida», «guarda íntegra la fidelidad prometida al Esposo» (Prefacio, cf. LG 64).
Antífona de entrada
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, por un designio misterioso de tu providencia completas lo que falta a la pasión de Cristo con las infinitas penas de la vida de sus miembros; concédenos que, a imitación de la Virgen Madre dolorosa que estuvo junto a la cruz de su Hijo moribundo, así nosotros permanezcamos junto a los hermanos que sufren para darles consuelo y amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 31b-39
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?; ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 17, 2-3. 5-6. 7. 19-20 (R.: 7a)
R. En el peligro invoqué al Señor.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte. R.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.
Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba. R.
En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 15
Versículo antes del evangelio
Estaba santa María, Reina del cielo y Señora del mundo, sufriendo junto a la cruz del Señor.
EVANGELIO
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo, y conviértelas en el sacramento de nuestra redención, en la que cooperó generosamente la Virgen, permaneciendo intrépida junto al altar de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
JUNTO A LA CRUZ DEL HIJO LA MADRE PERMANECIÓ FIEL
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en tu providencia estableciste
que la Madre permaneciera fiel
junto a la cruz de tu Hijo,
para dar cumplimiento a las antiguas figuras,
y ofrecer un ejemplo nuevo de fortaleza.
Ella es la Virgen santa
que resplandece como nueva Eva,
para que así como una mujer contribuyó a la muerte
así también la mujer contribuyera a la vida.
Ella es la misteriosa Madre de Sión
que recibe con amor materno
a los hombres dispersos,
reunidos por la muerte de Cristo.
Ella es el modelo de la Iglesia Esposa,
que, como Virgen intrépida,
sin temer las amenazas
ni quebrarse en las persecuciones,
guarda íntegra la fidelidad prometida al Esposo.
Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia.
Oración después de la comunión
Después de recibir la prenda de nuestra salvación, te pedimos, Señor, que, por los méritos del sacrificio de Cristo, sumo sacerdote, y de los dolores de la Virgen, el Espíritu Santo, presente con plenitud en la Iglesia, inunde con su amor el mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
12
LA VIRGEN MARÍA JUNTO A LA CRUZ DEL SEÑOR (II)
Esta misa, al celebrar la pasión salvadora de Cristo, recuerda también la parte que tuvo la santísima Virgen en la consecución de la salvación de los hombres. María, en efecto, por el hecho de ser madre de Cristo «por obra del Espíritu Santo» (Prefacio), compartió la pasión (cf. Prefacio) de su Hijo y fue asociada a ella (cf. Oración colecta 1, Oración colecta 2).
Aleluya principio de la misa resuena la voz de Simeón, que, resumiendo en unas mismas palabras la suerte del Hijo y de la Madre, anuncia que Cristo será como una bandera discutida y que una espada de dolor traspasará el alma de la Virgen (Antífona de entrada, Lc 2, 34-35).
En los textos eucológicos se recuerda el designio de salvación, por el que Dios ha «asociado los dolores de la Madre a la pasión de (su) Hijo» (Oración colecta 1, cf. Oración colecta 2) y ha querido que «la nueva Eva estuviera junto a la cruz del nuevo Adán» (Prefacio).
Con razón se celebra a la santísima Virgen por sus sufrimientos compartidos, ya que ella estuvo junto a la cruz del Señor (Evangelio, Jn 19, 25-27), «firme en la fe, confortada por la esperanza, abrasada por el fuego de la caridad» (Versículo antes del evangelio); allí no dudó en exponer su vida, ante la humillación de su pueblo (1ª Lectura, Jdt 13, 17-20), Y los dolores que no sufrió al dar a luz al Hijo, los padeció, inmensos, al hacemos renacer para Dios (cf. Prefacio); por esto los fieles la glorifican, diciendo: «Dichosa tú, Virgen María, que, sin morir, mereciste la corona del martirio junto a la cruz del Señor» (Antífona de comunión 1).
Lo que en la pasión de Cristo tuvo lugar de una manera real ahora se celebra en el misterio, y por esto pedimos que «por el sacrificio del altar, / al que se asocia la santísima Virgen, / se borre el pecado del mundo / y se nos abran las puertas del cielo» (Oración sobre las ofrendas). Los fieles han de estar alegres cuando comparten «los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria», rebosen de gozo (Antífona de comunión 2, 1P 4, 13), y, «llevando la cruz de cada día», puedan «participar de la resurrección de Cristo» (Oración después de la comunión).
El formulario proviene del Proprium missarum Ordinis Fratrum Servorum beatae Mariae Virginis, Curia General OSI\I, Roma 1972, pp. 57-60.
Antífona de entrada Lc 2, 34-35
Simeón dijo a María: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Ya ti, una espada te traspasará el alma».
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que para redimir al género humano, caído por el engaño del demonio, has asociado los dolores de la Madre a la pasión de tu Hijo, concede a tu pueblo que, despojándose de la triste herencia del pecado, se revista de la luminosa novedad de Cristo. Que vive y reina contigo.
O bien:
Dios nuestro, que quisiste que al pie de la cruz de tu Hijo estuviera también su Madre, compartiendo su pasión, guarda en tu familia los frutos de la redención y haz que crezcan cada día más. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Vengaste nuestra ruina, en presencia de nuestro Dios
Lectura del libro de Judit 13, 17-20
En aquellos días, todos se quedaron asombrados y, postrándose en adoración a Dios, dijeron a una voz:
-«Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoya los enemigos de tu pueblo.»
Y Ozías dijo a Judit:
-«Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe contra la cabeza del general enemigo. Los que recuerden esta hazaña de Dios jamás perderán la confianza que tú inspiras. Que el Señor te engrandezca siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida, ante la humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con rectitud en presencia de nuestro Dios.»
Todos aclamaron:
-« ¡Así sea, así sea!»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 144, 1-2. 4-6. 8-9 (R.: 9b)
R. El Señor es cariñoso con todas sus criaturas.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones. R.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 1 o núm. 16
Versículo antes del evangelio
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, firme en la fe, confortada por la esperanza, abrasada por el fuego de la caridad.
EVANGELIO
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Transforma, Señor, estos dones con la acción del Espíritu Santo, para que, por el sacrificio del altar, al que se asocia la santísima Virgen, se borre el pecado del mundo y se nos abran las puertas del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA SANTÍSIMA VIRGEN, POR LA BONDAD DIVINA, FUE ASOCIADA A LA PASIÓN
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque, para reformar al género humano
has querido, con sabiduría infinita,
que la nueva Eva estuviera junto a la cruz del nuevo Adán,
a fin de que ella,
que por obra del Espíritu Santo fue su Madre,
por un nuevo don de tu bondad,
comparta su pasión;
y los dolores que no sufrió al dado a luz,
los padeciera, inmensos, al hacemos renacer para ti.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Dichosa tú, Virgen María, que, sin morir, mereciste la corona del martirio junto a la cruz del Señor.
O bien:
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis, de gozo.
Oración después de la comunión
Míranos, Señor, a tus siervos que hemos recordado los dolores de la Virgen, y a quienes has alimentado con el sacramento pascual, concédeles, llevando la cruz de cada día, participar de la resurrección de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
13
LA VIRGEN MARÍA CONFIADA COMO MADRE A LOS DISCÍPULOS
Las palabras de Jesús al morir en la cruz «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27), la Iglesia las recibe como un testamento particular, en el cual Cristo, el Señor, «confió a todos los discípulos como hijos» a la Virgen Madre (León XIII, Carta encíclica Octobri mense: ASS 24 [1891-1892], p. 195) Y encomendó a los discípulos que la veneraran como Madre. De ahí que «se establece entre la Virgen y los fieles discípulos un fuerte vínculo de amor» (Prefacio), que esta misa pone de relieve y celebra.
Encomienda de los discípulos. En primer lugar se glorifica a Dios, que «da a María un puesto en la Iglesia, como madre feliz de hijos» (Antífona de entrada, cf. Sal 112 [113], 9); santa María es llamada «madre de los creyentes» (Prefacio), en la cual los fieles encuentran refugio seguro (cf. Prefacio), y una y otra vez se conmemora a Jesucristo, que «nos entregó como hijos» a la Virgen Madre (Oración después de la comunión, cf. ea, Oración sobre las ofrendas, Prefacio). La «encomienda» forma parte del misterio de la pasión de Cristo y del sufrimiento compartido de la Virgen; por esto la liturgia recuerda a la santísima Virgen «junto a la cruz ... mirando compadecida las heridas del Hijo, / sabiendo que por él vendría la redención para todos» / (Versículo antes del evangelio), y el Apóstol pone en su boca aquellas palabras: «Lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna» (Antífona de comunión, 2Tm 2, 10); teniendo presente a María, la liturgia propone a los fieles el ejemplo de aquella madre admirable de los Macabeos que, «viendo morir a sus siete hijos, ... lo soportó con entereza, esperando en el Señor» (1ª Lectura, 2M 7, 1. 20-29).
Encomienda de la Virgen. Pero también la Virgen fue encomendada por Cristo al amor y a los cuidados del discípulo amado: «Éste es Juan, a quien Cristo en la cruz encomendó a su madre, la Virgen» (LH 27 diciembre Laudes antífona 2); en la persona de Juan, Cristo hizo a todos los discípulos «herederos de su amor hacia la Madre» (Oración sobre las ofrendas, cf. SV 1276), y éstos «la reciben como herencia preciosa del Maestro» (Prefacio) y, escuchando los consejos de la Virgen (cf. Prefacio, Jn 2, 5), solícitos «cumplen las palabras del Maestro» (Prefacio).
Antífona de entrada Cf. Sal 112 (113), 4. 9
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. Él da a María un puesto en la Iglesia, como madre feliz de hijos.
Oración colecta
Señor, Padre santo, que has establecido la salvación de los hombres en el misterio pascual, concédenos ser contados entre los hijos de adopción que Jesucristo, tu Hijo, al morir en la cruz, encomendó a su Madre, la Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Madre admirable… viendo morir a sus hijos, lo soportó con entereza, esperando en el Señor
Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1. 20-29
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua:
— Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno: yo no os di el aliento ni la vida, ni formé con los elementos vuestro organismo. Fue el Creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.
Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando. Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo, no sólo con palabras, sino que le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por amigo y le daría algún cargo. Pero como el muchacho no hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien. Tanto insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma:
- Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y ten presente que Dios lo creó todo de la nada, y lo mismo da el ser al hombre. No temas a ese verdugo; ponte a la altura de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 17, 2-3. 5-6. 7. 19-20 (R.: 7a)
R. En el peligro invoqué al Señor.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte. R.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.
Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba. R.
Versículo antes del evangelio
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, mirando compadecida las heridas del Hijo, sabiendo que por él vendría la redención para todos.
EVANGELIO
Mujer, ahí tienes a tu hijo
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones que te presentamos con alegría, para que sean en bien nuestro Cuerpo y Sangre de Jesucristo, tu Hijo, que, clavado en la cruz, en Juan encomendó a la Virgen como hijos a todos los discípulos, y los hizo herederos de su amor hacia la Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA ENTREGA MUTUA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN Y DEL DISCÍPULO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque junto a la cruz de Jesús,
por voluntad suya
se establece, entre la Virgen y los fieles discípulos,
un fuerte vínculo de amor:
María es confiada como madre a los discípulos,
y éstos la reciben como herencia preciosa del Maestro.
Ella será para siempre la madre de los creyentes,
que encontrarán en ella refugio seguro.
Ella ama al Hijo en los hijos,
y éstos, escuchando los consejos de la Madre,
cumplen las palabras del Maestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión 2Tm 2, 10
Lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, que el banquete eucarístico del Cuerpo y de la Sangre de Cristo aumente en nosotros el amor filial hacia la Virgen Madre, a quien tu Hijo nos entregó como hijos, cuando murió en la cruz y encomendó en tus manos su espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
14
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA RECONCILIACIÓN
El tiempo de Cuaresma tiene un carácter bautismal y penitencial a la vez (cf. SC 109). Por esto ya desde el miércoles de Ceniza resuena en la liturgia la voz del Apóstol: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5, 20). Este texto aparece también en esta misa (1ª Lectura, 2 Co 5, 17-20).
En la reconciliación de los hombres con Dios, la Iglesia ha ido conociendo cada vez más claramente el papel de santa María Virgen. En los primeros siglos, los santos Padres, al tratar del misterio de la encarnación del Verbo, afirman con frecuencia que el seno virginal de la Madre del Señor fue el lugar donde se realizó la «paz» entre Dios y los hombres. Con esta doctrina armoniza muy bien el magisterio de los Romanos Pontífices de nuestro tiempo: la santísima Virgen, enseña Juan Pablo II, «por su maternidad divina fue hecha colaboradora de Dios en la misma obra de la reconciliación» (Exhortación apostólica postsinodal Reconciliatio et paenitentia, 35: AAS 77 [1985], p. 275).
En la edad media, los escritores eclesiásticos, profundizando más y más en la función maternal de la santísima Virgen, la llaman «camino de reconciliación», «causa general de reconciliación» y también «madre de la reconciliación», por el hecho de haber nacido de ella Jesucristo, «reconciliación de los pecadores»: «No hay reconciliación -afirma san Anselmo de Cantorbery (+ 1109)- fuera de la que tú castamente engendraste» (H. Barré, Prieres anciennes de l'Occident a la Mere du Sauveur, Ed. P. Lethielieux, París 1963, p. 305). Y así, los fieles se acogen a la santísima Virgen para conseguir, por su intercesión, «la gracia de la reconciliación» y, por lo menos desde el siglo XII, la veneran piadosamente con el título de «Refugio de pecadores».
En nuestros tiempos, la santísima Virgen es venerada en muchos lugares, incluso con culto litúrgico, por obra principalmente de los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette, con el título de «Reconciliadora de los pecadores».
Por esto si, en el tiempo de Cuaresma, principalmente en los santuarios donde los fieles frecuentan el sacramento de la penitencia, se celebra misa de santa María, resulta oportuno emplear este formulario, que pone de relieve cómo el Señor «es cariñoso con todas sus criaturas» (Antífona de entrada, Sal 144 [145], 9) Y venera el «corazón misericordioso con los pecadores» (Prefacio) de la santísima Virgen.
Excepto el Prefacio, casi todos los textos se han tomado de la Missa propria beatae Mariae Virginis Reconciliatricis peccatorum, Tipografía Políglota Vaticana 1978, pp. 4-6.
Antífona de entrada Sal 144 (145), 8-9
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
O bien:
Salve, llena de gracia, eres llamada clementísima por los pecadores, porque contemplas misericordiosa nuestra miseria.
Oración colecta
Oh Dios, que por la sangre preciosa de tu Hijo reconciliaste el mundo contigo y te dignaste constituir a su Madre, la Virgen María, junto a la cruz, Reconciliadora de los pecadores, concédenos, por su intercesión, alcanzar el perdón de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Reconciliaos con Dios
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 17-21.
Hermanos:
El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuenta de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a (R.: 1a)
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa
se acuerda de que somos barro. R.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos,
para los que guardan la alianza. R.
Versículo antes del evangelio
La cruz de Cristo es la señal del pacto que hago con todo lo que vive en la tierra.
EVANGELIO
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y te pedimos, por intercesión de la Virgen María, refugio de los pecadores, que perdones nuestros pecados y dirijas tú nuestros corazones vacilantes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN, REFUGIO DE PECADORES Y MADRE DE LA RECONCILIACIÓN
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
Dios todopoderoso y eterno,
darte gracias
y proclamar tus maravillas
en todo y por todas las cosas.
Por tu inmensa bondad,
no abandonas a los que andan extraviados,
sino que los llamas
para que puedan volver a tu amor:
tú diste a la Virgen María,
que no conoció el pecado,
un corazón misericordioso con los pecadores.
Éstos, percibiendo su amor de madre,
se refugian en ella implorando tu perdón;
al contemplar su espiritual belleza,
se esfuerzan por librarse de la fealdad del pecado,
y, al meditar sus palabras y ejemplos,
se sienten llamados a cumplir los mandatos de tu Hijo.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno,
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
¡Qué pregón tan glorioso para ti, María! De ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.
Oración después de la comunión
Hemos recibido, Señor, el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, sacramento de nuestra reconciliación contigo; concédenos, por intercesión de la santísima Virgen María, los dones de tu misericordia y el premio de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
TIEMPO PASCUAL
En el «gran domingo», esto es, durante los cincuenta días en que la Iglesia, con alegría y júbilo, celebra el misterio pascua1, la liturgia romana recuerda también a la Madre de Cristo, llena de gozo por la resurrección de Cristo, dedicada a la oración con los apóstoles y esperando confiadamente con ellos el don del Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14). La Iglesia, por su parte, al ejercer su función maternal, celebrando los sacramentos de la iniciación cristiana -que son los sacramentos pascua1es-, reconoce en la santísima Virgen el modelo de su maternidad y se da cuenta, además, de que en la Madre de Cristo tiene un modelo y una ayuda en el encargo de proclamar el Evangelio, que Cristo le encomendó después de resucitar de entre los muertos (cf. Mt 28, 19-20).
FORMULARIOS DE MISAS
15. La Virgen María en la resurrección del Señor
16. Santa María, fuente de luz y de vida
17. La Virgen María del Cenáculo
18. La Virgen María, reina de los apóstoles
15
LA VIRGEN MARÍA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Con el título de La Virgen María en la resurrección del Señor, se propone una misa que, exceptuando la Antífona de entrada y el Prefacio, se halla en el Misal Romano, Común de santa María Virgen, en tiempo pascual, pp. 710-711, cuyos textos destacan por su doctrina y belleza.
Esta misa celebra la resurrección del Señor y el gozo que de ella se deriva:
- en todo el mundo, que Dios Padre, «por la resurrección de (su) Hijo, / nuestro Señor Jesucristo,» ha «llenado... de alegría» (ea); por esto el día de la resurrección del Señor fue «el día de la luz y de la vida, / en el que, desvanecida la noche de la muerte, / el mundo entero saltaría de gozo» (Prefacio);
- en la Iglesia naciente, que, «al ver de nuevo a su Señor inmortal, /se alegraría entusiasmada» (Prefacio; cf. Lc 24, 41; Jn 20, 20);
- en la Virgen Madre, a la que Dios, «en la resurrección de Jesucristo,» colmó «de alegría» (Prefacio).
La Iglesia, por tanto, saluda a la Virgen y la invita a alegrarse: «Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro» (Antífona de comunión); «Alégrate, Madre de la luz, porque Cristo, el sol de justicia, ha vencido las tinieblas del sepulcro e ilumina el mundo entero» (Antífona de entrada); «Dios te salve, santa María, / que, sufriendo junto a la cruz, / compartiste los dolores del Hijo; / ahora gozas de una serena alegría» (Aleluya).
La santísima Virgen, que «había concebido al Hijo creyendo» y «creyendo esperó su resurrección» (Prefacio), es el modelo de la fe con que los discípulos confiesan a Cristo «nacido de la Virgen, / Dios y hombre verdadero» y «por la fuerza salvadora de su resurrección» esperan «llegar a las alegrías eternas» (Oración después de la comunión).
Antífona de entrada
Alégrate, Madre de la luz, porque Cristo, el sol de justicia, ha vencido las tinieblas del sepulcro e ilumina el mundo entero. Aleluya.
Oración colecta
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Is 61, 10a-d y f. 11; 62, 2-3
R. Tú, María, eres la ciudad de Dios en que habita la justicia.
Desbordo de gozo con el Señor,
Y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novia que se adorna con sus joyas. R.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos. R.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. R.
Aleluya
Dios te salve, santa María, que, sufriendo junto a la cruz, compartiste los dolores del Hijo; ahora gozas de una serena alegría.
EVANGELIO
Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 1-10
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
–«Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado.
No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado.»
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
–«Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
–«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Aleluya celebrar la memoria de santa María, siempre Virgen, te presentamos, Señor, nuestras ofrendas y te suplicamos que tu Hijo Jesucristo, sacerdote y víctima en el altar de la cruz, nos socorra siempre con su gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN ESPERÓ CREYENDO LA RESURRECCIÓN DEL HIJO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la resurrección de Jesucristo, tu Hijo,
colmaste de alegría a la santísima Virgen
y premiaste maravillosamente su fe:
ella había concebido al Hijo creyendo,
y creyendo esperó su resurrección;
fuerte en la fe contempló de antemano
el día de la luz y de la vida,
en el que, desvanecida la noche de la muerte,
el mundo entero saltaría de gozo
y la Iglesia naciente, al ver de nuevo a su Señor inmortal,
se alegraría entusiasmada.
Por él,
los ángeles te cantan con júbilo eterno,
y nosotros nos unimos a sus voces,
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de estos misterios que hemos celebrado, y, pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
16
SANTA MARÍA, FUENTE DE LUZ Y DE VIDA
Los sacramentos de la iniciación cristiana, que adecuadamente se confieren en la Vigilia pascual, configuran a los catecúmenos a imagen de Cristo: en el baño bautismal los convierten en hijos de Dios, por la santa unción y la imposición de manos los llenan del Espíritu Santo y por la recepción del pan celestial y del vino los incorporan a Cristo.
Los santos Padres enseñan con frecuencia que los misterios de Cristo que la Virgen y Madre Iglesia celebra en los sacramentos de la iniciación cristiana se habían «cumplido» en la Virgen Madre María (Prefacio); en efecto, el Espíritu que santifica el seno de la Iglesia -es decir, la fuente bautismal-, para que engendre a los hijos de Dios, santificó el seno de María para que engendrara al Primogénito entre muchos hermanos (cf. Hb 2, 11-15); Y el mismo Espíritu que el día de Pentecostés descendió sobre la santísima Virgen con abundancia baja desde el cielo sobre los neófitos en la celebración del sacramento de la confirmación; y la carne y sangre que Cristo ofreció por la vida del mundo en el ara de la cruz y que diariamente ofrece la Iglesia en el sacrificio eucarístico son los mismos que la santísima Virgen dio a luz por nuestra salvación.
En esta misa se conmemora la función maternal que ejercen en los fieles tanto la Iglesia como la santísima Virgen. La maternidad de María precede a la maternidad de la Iglesia, de la que es tipo y modelo (cf. LG 63).
Los textos de la misa celebran a María como:
- Virgen fecunda (Oración colecta), que «por obra del Espíritu Santo» (Antífona de comunión), engendró a Cristo, pan de la vida (cf. Jn 6, 35), con el que los fieles se alimentan en la Iglesia;
- Madre de la luz (Antífona de entrada), porque engendró a Cristo, luz del mundo (cf. Jn 12, 46; Evangelio 1, Jn 12,44-50);
- modelo de la Iglesia (Antífona de entrada), porque la Iglesia es también virgen y «regenera a los pueblos creyentes por el agua virginal del bautismo» (Antífona de entrada) e, «imitando a la Madre de Cristo» (Oración sobre las ofrendas), ofrece la oblación eucarística, ya que lo que «en los sacramentos de la Iglesia» se realiza «místicamente... se había cumplido en la Virgen María» (Prefacio);
- santuario de los divinos sacramentos (Antífona de comunión), ya que en su «seno virginal» llevó a Cristo, que es el «sacramento del Padre», puesto que en él están escondidos todos los tesoros de salvación y de gracia, y por él se nos revela el rostro del Padre (cf. Lc 10, 22; Jn 14, 9).
Este formulario, en cuyos textos resuena la liturgia de la Vigilia pascual, se emplea adecuadamente en los sábados del tiempo pascual, cuando, por causa justa, observando lo que prescribe el derecho, se celebra misa de santa María Virgen.
Antífona de entrada
Salve, Madre de la luz, engendraste a Cristo permaneciendo virgen y te has convertido en modelo de la Madre Iglesia, que regenera a los pueblos creyentes por el agua virginal del bautismo. Aleluya.
Oración colecta
Señor, concede a la Madre Iglesia que dio a luz a hombres terrenos por naturaleza, pero celestiales por la vida surgida de la fuente virgen del bautismo, poder conducirlos, mediante el Evangelio de la vida y los sacramentos de la gracia, a la plena identificación con Jesucristo, su autor, que nació de la Virgen fecunda y es primogénito entre muchos hermanos y Salvador universal. Que vive y reina contigo.
Oración colecta
Señor, concede a la Madre Iglesia que dio a luz a hombres terrenos por naturaleza, pero celestiales por la vida surgida de la fuente virgen del bautismo, poder conducirlos, mediante el Evangelio de la vida y los sacramentos de la gracia, a la plena identificación con Jesucristo, su autor, que nació de la Virgen fecunda y es primogénito entre muchos hermanos y Salvador universal. Que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36-40a. 41-42
El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:
– «Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
– «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
– «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 33, 2-3. 6-7. 8-9. (R.: 6a)
R. Contempladlo al Señor, y quedaréis radiantes.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.
Aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de alabanza: de ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.
EVANGELIO
Yo he venido al mundo como luz
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
– «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Palabra del Señor.
O bien:
EVANGELIO
Lo que nace del Espíritu es espíritu
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 1-6
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
– «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.»
Jesús le contestó:
– «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.»
Nicodemo le pregunta:
–«¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? »
Jesús le contestó:
– «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.»
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Padre santo, la ofrenda que te presenta la virgen Iglesia imitando a la Madre de Cristo, para que, congregada en la unidad en todo pueblo y nación, forme un solo cuerpo vivificado por el mismo Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA FUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque estableciste, por un don de tu amor,
que en los sacramentos de la Iglesia
se realizara místicamente
lo que se había cumplido en la Virgen María:
la Iglesia da a luz en la fuente del Bautismo
a nuevos hijos concebidos virginalmente por la fe y el Espíritu;
una vez nacidos los unge con el aceite precioso del crisma,
para que el Espíritu Santo, que colmó de gracia a la Virgen,
descienda con sus dones sobre ellos;
y además prepara cada día la mesa a sus hijos,
para alimentarlos con el Pan bajado del cielo,
que la Virgen María dio a luz para vida del mundo,
Jesucristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión
Dichosa eres, Virgen María, que, por obra del Espíritu Santo, llevaste en tu seno virginal al Hijo del eterno Padre, y fuiste santuario de los divinos sacramentos. Aleluya.
Oración después de la comunión
Señor, llena del Espíritu de Cristo a los que has saciado en el banquete de su Cuerpo, para que dirija nuestros actos el que ilumina las sendas de la Iglesia, como un día santificó la vida entera de la Virgen. Por Jesucristo, nuestro Señor.
17
LA VIRGEN MARÍA DEL CENÁCULO
La Virgen María del Cenáculo se celebra con memoria litúrgica en muchas diócesis y familias religiosas, entre las cuales destaca la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Cenáculo, fundada por santa Teresa Couderc (+ 1885).
En la santísima Virgen, que estuvo presente en el primer grupo de los discípulos de Cristo (Antífona de entrada, cf. Hch 1, 14), la Iglesia ha ido descubriendo progresivamente a la madre que alentaba con su amor los comienzos de aquella primitiva comunidad y al modelo destacado de la oración unánime.
En este formulario, en el que la Iglesia glorifica al Padre celestial por el don del Espíritu Santo, la Madre de Jesús aparece como:
- la Virgen llena del Espíritu Santo. Dios, en efecto, colmó a la santísima Virgen «de los dones del Espíritu Santo» (Oración colecta), y ella, que «en la encarnación de la Palabra / fue cubierta con la sombra del Espíritu, / de nuevo es colmada de gracia por el Don divino / en el nacimiento (del) nuevo pueblo» (Prefacio);
- modelo de la Iglesia. En primer lugar, modelo de oración, ya que Dios, en la santísima Virgen, nos ha dado «en la Iglesia primitiva / un ejemplo de oración» admirable (Prefacio): «la Madre de Jesús, orando con los apóstoles» (Prefacio, cf. Antífona de entrada [Hch 1, 14], Oración colecta), y «la que esperó en oración la venida de Cristo, / invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes» (Prefacio); ejemplo también de concordia, de comunión y de paz (cf. Prefacio, Oración después de la comunión); de obediencia a la voz del Espíritu Santo (cf. Oración sobre las ofrendas); de vigilancia en la expectación de la segunda venida de Cristo (cf. Prefacio); de observancia fiel (cf. Aleluya, Lc 2, 19) Y de activa propagación de la palabra de Dios.
Antífona de entrada Cf. Hch 1, 14
Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús. Aleluya.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que colmaste de los dones del Espíritu Santo a la Virgen María en oración con los apóstoles, concédenos, por su intercesión, perseverar en la oración en común, llenos del mismo Espíritu, y llevar a nuestros hermanos el Evangelio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lo vieron levantarse
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
Después de la resurrección de Jesús, los apóstoles lo rodearon preguntándole:
– «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó:
– «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
– «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Entonces los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7 (R.: 3)
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob. R.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: "uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado". R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Este ha nacido allí".
Y cantarán mientras danzan:
"todas mis fuerzas están en ti". R.
Aleluya Cf Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.
EVANGELIO
Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces le avisaron:
–Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
El les contestó:
–Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Padre santo, los dones que te presentamos con alegría, y haz que, imitando a la santísima Virgen, estemos atentos a la voz del Espíritu y en todo busquemos la alabanza de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN, ORANDO CON LOS APÓSTOLES, ESPERA LA VENIDA DEL DEFENSOR
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.
La que esperó en oración la venida de Cristo
Invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.
Por eso la santísima Virgen María,
vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu,
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.
Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Hch 2, 42
Los discípulos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Aleluya.
Oración después de la comunión
Renueva interiormente, Señor, con el don del Espíritu Santo a quienes alimentas con el único pan de la salvación, y concédenos, bajo el amparo de la Virgen María, trabajar por la concordia y la paz de los hermanos, por quienes Cristo, tu Hijo, se ofreció como víctima de redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
18
LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES
Bastantes Institutos religiosos y Sociedades de vida apostólica tienen como patrona a la santísima Virgen orando con los apóstoles en el Cenáculo y la veneran litúrgicamente con el título de «Reina de los apóstoles»; entre ellos destacan la Compañía del Apostolado Católico, fundada por san Vicente Pallotti (+ 1850), el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (P.I.M.E.), creado por el obispo Angel Ramazzotti (+ 1861), la Pía Sociedad de san Pablo Apóstol y otros Institutos creados por el siervo de Dios Santiago Alberione (+ 1971).
En efecto, algunos hombres y mujeres, llenos de fervor apostólico y misionero, repararon en el lugar eminente y «regio» que tenía la Madre de Jesús en la comunidad primitiva y se dieron cuenta de la importancia de su presencia en el evento pentecostal, en lo que atañe a la propagación del mensaje evangélico.
Esta misa, a excepción del Prefacio, está tomada del Proprium missarum Societatis Apostolatus Catholici, Tipografía Políglota Vaticana 1972, pp. 3-6.
Este formulario posee una gran fuerza misional. La asamblea de los fieles pide a Dios ser capaz de «proclamar la gloria de (su) nombre con testimonio de palabra y de vida» (Oración colecta), pide también «el aumento de la Iglesia por el número de (sus) fieles» (Oración sobre las ofrendas) y que el «pueblo obtenga... la salvación» (Oración después de la comunión).
El Prefacio celebra el designio de salvación según el cual la santísima Virgen, «conducida por el Espíritu Santo», acudió presurosa a casa de Isabel para llevarle el anuncio de la salvación, y «Pedro y los demás apóstoles», fortalecidos por la venida del Espíritu, salieron del Cenáculo, llenos de valentía, para proclamar a todo el inundo el Evangelio de Cristo.
Antífona de entrada
Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús. Aleluya.
Oración colecta
Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14; 2, 1-4
Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7 (R.: 3)
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob. R.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: "uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado". R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Este ha nacido allí".
Y cantarán mientras danzan:
"todas mis fuerzas están en ti". R.
Aleluya
Estaba santa María, Reina del cielo y Señora del mundo, sufriendo junto a la cruz del Señor.
EVANGELIO
Dijo Jesús al discípulo: Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Por tu benignidad, Señor, y por la intercesión de santa María, siempre Virgen, nuestra ofrenda alcance a tu Iglesia el aumento por el número de fieles, y el resplandor constante por la abundancia de las virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LA BIENAVENTURADA VIRGEN ES INVOCADA REINA DE LOS APÓSTOLES
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
en esta conmemoración de santa María Virgen,
que precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo.
Porque ella, conducida por el Espíritu Santo,
llevó presurosa a Cristo al Precursor,
para que fuera causa de santificación y alegría para él;
del mismo modo Pedro y los demás apóstoles,
movidos por el mismo Espíritu,
anunciaron animosos, a todos los pueblos, el Evangelio
que había de ser para ellos causa de salvación y de vida.
Ahora también la santísima Virgen
precede con su ejemplo a los heraldos del Evangelio,
los estimula con su amor
y los sostiene con su intercesión incesante,
para que anuncien a Cristo Salvador por todo el mundo.
Por eso,
con todos los ángeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Cf Lc 11, 27
Dichoso el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del eterno Padre. Aleluya.
Oración después de la comunión
Después de recibir tu ayuda, Señor, en este sacramento, al celebrar la memoria de la Virgen María, Reina de los apóstoles, te pedimos perseverar siempre en tu amor y en el servicio a los hombres, para que tu pueblo obtenga de ti la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.