MISAS DE LA VIRGEN PARA EL TIEMPO ORDINARIO


TIEMPO ORDINARIO

En el tiempo ordinario, tanto en el Calendario Romano general como en los Calendarios de las Iglesias particulares y de los Institutos religiosos, se repite con frecuencia la memoria de santa María. De ahí que en los Propios del Rito romano hay abundancia de formularios de misas de la santísima Virgen, cuyo objeto, aunque es uno solo y siempre el mismo -la obra de Dios realizada en María en consideración a Cristo y la Iglesia-, sin embargo se celebra desde muchos y variados aspectos.
Los formularios de las misas del tiempo ordinario, habida cuenta del aspecto del misterio que celebran, «están subdivididos en tres secciones: la primera comprende once formularios que celebran la memoria de la Madre de Dios bajo una serie de títulos tomados principalmente de la sagrada Escritura o que expresan la relación de María con la Iglesia; la segunda sección consta de nueve formularios, en los que la Madre del Señor es venerada bajo advocaciones que recuerdan su intervención en la vida espiritual de los fieles; la tercera sección comprende ocho formularios que celebran la memoria de santa María bajo títulos que evocan su misericordiosa intercesión en favor de los fieles» (Orientaciones generales, núm. 24).

Primera sección:
Esta sección comprende once formularios que celebran la memoria de la Madre de Dios bajo una serie de títulos tomados principalmente de la sagrada Escritura o que expresan la relación de María con la Iglesia.
19. Santa María, Madre del Señor
20. Santa María, la nueva mujer
21. El santo Nombre de la bienaventurada Virgen María
22. Santa María, esclava del Señor
23. La Virgen María, templo del Señor
24. La Virgen María, trono de la Sabiduría
25. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (I)
26. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (II)
27. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (III)
28. El Inmaculado Corazón de la Virgen María
29. La Virgen María, reina del universo

Segunda sección:
Esta sección consta de nueve formularios, en los que la Madre del Señor es venerada bajo advocaciones que recuerdan su intervención en la vida espiritual de los fieles.
30. La Virgen María, madre y medianera de la gracia
31. La Virgen María, fuente de la salvación
32. La Virgen María, madre y maestra espiritual
33. La Virgen María, madre del buen consejo
34. La Virgen María, causa de nuestra alegría
35. La Virgen María, amparo de la fe
36. La Virgen María, madre del amor hermoso
37. La Virgen María, madre de la santa esperanza
38. Santa María, madre y reina de la unidad

Tercera sección:
Esta sección comprende ocho formularios que celebran la memoria de santa María bajo títulos que evocan su misericordiosa intercesión en favor de los fieles.
39. Santa María, reina y madre de misericordia
40. La Virgen María, madre de la divina providencia
41. La Virgen María, madre del consuelo
42. La Virgen María, auxilio de los cristianos
43. La Virgen María de la Merced
44. La Virgen María, salud de los enfermos
45. La Virgen María, reina de la paz
46. La Virgen María, puerta del cielo

PRIMERA SECCIÓN
Esta sección comprende once formularios que celebran la memoria de la Madre de Dios bajo una serie de títulos tomados principalmente de la sagrada Escritura o que expresan la relación de María con la Iglesia.

FORMULARIOS DE MISAS
19. Santa María, Madre del Señor
20. Santa María, la nueva mujer
21. El santo Nombre de la bienaventurada Virgen María
22. Santa María, esclava del Señor
23. La Virgen María, templo del Señor
24. La Virgen María, trono de la Sabiduría
25. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (I)
26. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (II)
27. La Virgen María, imagen y madre de la Iglesia (III)
28. El Inmaculado Corazón de la Virgen María
29. La Virgen María, reina del universo

19
SANTA MARÍA, MADRE DEL SEÑOR
Entre los títulos que el Evangelio da a la santísima Virgen, sobresale el de «Madre del Señor», con el que Isabel, madre del Precursor, llena del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 41), la saludó: «¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» (Lc 1, 42).
Con el título de Santa María, Madre del Señor, se propone aquí una misa que se halla en el Misal Romano, Común de santa María Virgen, en el tiempo ordinario, núm. 3, pp. 706-707, cuyos textos se distinguen por la llamada «sobriedad romana» y por su insigne piedad hacia la Madre de Jesús; el Prefacio se ha tomado del Proprium missarum Ordinis beatae Mariae Virginis de Mercede, Curia General de la Orden, Roma 1976, p. 11.
En el Prefacio se glorifica a Dios Padre por la doble función materna que, por su «providencial designio», confió a la santísima Virgen: respecto a su Hijo («hiciste obras grandes en la Madre de tu Hijo») y respecto a su pueblo («ejerce su función maternal en la Iglesia»).

Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 23. 25
El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca de todos.

Oración colecta
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen María, cuya gloriosa memoria hoy celebramos, hacemos dignos de participar, como ella, de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Metieron el Arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado

Lectura del primer libro de las Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2.
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas para trasladar el Arca del Señor al lugar preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas. Los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron el Arca de Dios, como mandó Moisés por orden del Señor.
David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cánticos festivos acompañados de instrumentos, harpas, cítaras y platillos.
Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David había preparado. Ofrecieron a Dios holocaustos y sacrificios de comunión, y cuando David terminó de ofrecerlos bendijo al pueblo en el nombre del Señor.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 131, 11, 13-14. 17-18
R. A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.

 El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.» R.

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre;
aquí viviré, porque la deseo.» R.

«Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.» R.

En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 3

Aleluya y versículo antes del evangelio
Virgen, Madre de Dios, el que no cabe en todo el mundo se encerró en tu seno al hacerse hombre.

EVANGELIO

Bendito el fruto de tu vientre

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-47.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
— ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
— Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza, y te suplicamos que, por este sagrado intercambio, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA MADRE DEL SEÑOR, FIEL DISPENSADORA DE LA GRACIA DIVINA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Que hiciste obras grandes en la Madre de tu Hijo
y por ella no cesas de actualizar la salvación en nosotros;
pues María, por tu providencial designio,
ejerce su función maternal en la Iglesia
y es fiel dispensadora de tu gracia;
por su palabra nos aconsejas,
por su ejemplo nos mueves a seguir a Cristo
y por sus ruegos nos perdonas.

Por eso,
Señor, te damos gracias
cantando con los ángeles:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Lc 1, 48
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.

Oración después de la comunión
Después de celebrar la eucaristía, te rogamos, Señor, que cuantos veneramos la memoria de santa María, siempre Virgen, nos sentemos un día a la mesa del banquete del reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

20
SANTA MARÍA, LA NUEVA MUJER
Ya desde el siglo II, debido sobre todo a los escritos de san Justino (+ hacia 163) y de san Ireneo (+ hacia 200), la santísima Virgen es reconocida en la Iglesia como la nueva Eva o la nueva Mujer en Cristo, nuevo Adán (cf. 1ª Oración colecta 15,45), asociada íntimamente a la obra de salvación, reparando con su fe y obediencia el daño causado al género humano por la incredulidad y la desobediencia de la antigua Eva: «El nudo de la desobediencia de Eva fue deshecho por la obediencia de María. Lo que había atado la virgen Eva por su incredulidad lo desató la virgen María por su fe» (S. Ireneo, Adversus haereses 3, 22, 4: SCh 34, p. 82).
En este formulario se recuerda el salvador «misterio de la Mujer» -de María y de la Iglesia-. María, «tipo de la Iglesia» (cf. LG 63), es la Mujer prometida en el Protoevangelio (cf. Gn 3, 15), a la que Isabel proclama bendita entre todas (cf. Lc 1, 42), de la cual se hizo hombre el Hijo de Dios (cf. Ga 4,4), que en la boda de Caná señaló de antemano la Hora mística (cf. Jn 2, 4), cumplió junto a la cruz su función maternal (cf. Jn 19, 26) Y resplandece en el cielo vestida de sol y coronada con doce estrellas (cf. Ap  12, 1).
María, por tanto, es celebrada como:
- primicia de la nueva creación: «…has constituido a la Virgen María, / modelada por el Espíritu Santo, / en primicia de la nueva creación». (Oración colecta; cf. LG 56);
- tierra nueva, «en que», ya desde su concepción inmaculada, «habita la justicia» (cf. Salmo responsorial);
- primicia del nuevo pueblo: «la Virgen santa María, primicia de tu nuevo pueblo» (Prefacio);
- discípula de la nueva Ley: «la primera discípula de la nueva Ley» (Prefacio);
- la mujer a la que Dios dio un corazón nuevo, según la profecía de Ezequiel (cf. 11, 19): «diste a la Virgen santa un corazón nuevo» (Oración después de la comunión);
- la mujer que prepara el «vino nuevo» para la Iglesia: «Dichosa eres, Virgen María, por tu medio, tu Hijo preparó el vino nuevo para la Iglesia» (Antífona de comunión);
- la virgen fiel, que «se identificó plenamente con el sacrificio de la nueva Alianza» (Oración sobre las ofrendas);
- la nueva Jerusalén, o sea, la ciudad santa en la cual Dios estableció su morada (cf. 1ª Lectura, Ap  21, 1-5a).
En pocas palabras: «concebida sin pecado / y colmada de... gracia, / es en verdad la mujer nueva» (Prefacio), Madre y asociada de Cristo, autor de la nueva Alianza (cf. Prefacio).

Antífona de entrada Ap  12, 1
Apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.

Oración colecta
Oh Dios, que has constituido a la Virgen María, modelada por el Espíritu Santo, en primicia de la nueva creación, concédenos abandonar nuestra antigua vida de pecado y abrazar la novedad del Evangelio, cumpliendo el mandamiento nuevo del amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 61, 10a-d y f. 11; 62, 2-3
R. Tú, María, eres la ciudad de Dios en que habita la justicia.

Desbordo de gozo con el Señor,
Y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novia que se adorna con sus joyas. R.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos. R.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. R.

En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 9 y núm. 14

Aleluya
Gloriosa eres, santa María, mujer nueva; de ti nació Jesucristo, el hombre nuevo.

EVANGELIO

Alégrate, llena de gracia

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Al venerar la memoria de la bienaventurada Virgen María, que se identificó plenamente con el sacrificio de la nueva Alianza, te presentamos, Señor, estos dones, para que nos concedas, por tu gracia, caminar siempre en novedad de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

MARÍA, LA NUEVA MUJER, PRIMERA DISCÍPULA DE LA NUEVA ALIANZA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque a Cristo, autor de la nueva Alianza,
le diste por Madre y asociada a la Virgen santa María,
y la hiciste primicia de tu nuevo pueblo.

Pues ella, concebida sin pecado
y colmada de tu gracia,
es en verdad la mujer nueva
y la primera discípula de la nueva Ley.

Ella es la mujer alegre en tu servicio,
dócil a la voz del Espíritu Santo,
solícita en la fidelidad a tu Palabra.

Ella es la mujer dichosa por su fe,
bendita en su Hijo
y ensalzada entre los humildes.

Ella es la mujer fuerte en la tribulación,
firme junto a la cruz del Hijo
y gloriosa en su salida de este mundo.

Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Sal 86 (87), 3; Lc 1, 49
¡Qué pregón tan glorioso para ti, María! El Poderoso ha hecho obras grandes por ti.

O bien:

Dichosa eres, Virgen María, por tu medio Dios nos dio al Salvador del mundo y tu Hijo preparó el vino nuevo para la Iglesia.

Oración después de la comunión
Señor, Padre santo, que diste a la Virgen santa un corazón nuevo, concédenos, por la virtud del sacramento que hemos recibido, ser fieles a la inspiración del Espíritu Santo y configuramos cada día más con Cristo, hombre nuevo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

21
EL SANTO NOMBRE DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
En el Misal Romano se halla la misa votiva de El Santísimo Nombre de María, que tiene sólo la Oración colecta propia. Muchas Iglesias particulares e Institutos religiosos celebran la memoria del Santísimo Nombre de la Virgen el día 12 de septiembre, casi con el mismo formulario. El formulario aquí propuesto está tomado, a excepción del Prefacio y con algunas pocas variaciones, del Proprium missarum Societatis Mariae.
En esta misa se glorifica ante todo a Dios Padre por el «Nombre de Jesús», esto es, por la «persona de su Hijo» y su poder y misión salvadora: «en el nombre de Jesús se nos da la salvación» (Prefacio, cf. Hch 4, 12), «ante él se dobla toda rodilla / en el cielo, en la tierra y en el abismo» (Prefacio, cf. Flp 2, 10).
En segundo lugar es glorificado por el «Nombre de María», esto es, por la persona de la Madre de Cristo y su misión en la historia de la salvación (cf. Prefacio). El Nombre de la santísima Virgen María es celebrado en cuanto que es:
- glorioso, ya que Dios, a semejanza del nombre de Judit, que es figura de la santísima Virgen, lo «ha glorificado ... de tal modo, que (su) alabanza está siempre en la boca de todos» (Antífona de entrada, cf. Jdt 13, 20);
- santo, ya que indica a la Mujer que fue toda ella «llena de gracia» (Aleluya, cf. Lc 1, 2S) y que encontró «gracia ante Dios» (Evangelio, Lc 1, 30) pata concebir y dar a luz al Hijo de Dios (cf. Lc 1, 31);
- maternal, porque Jesús, el Señor, «al expirar en la cruz, / quiso que la Virgen María, / elegida por él como Madre suya, / fuese en adelante nuestra Madre» (Oración colecta), de manera que sus fieles fueran confortados «por la invocación de su santo nombre» (Oración colecta);
- providente, puesto que los fieles, en cuyos labios está con frecuencia el nombre de la Virgen (cf. Prefacio), «la contemplan confiados, como estrella luminosa, / la invocan como madre en los peligros / y en las necesidades acuden seguros a ella» (Prefacio, cf. Oración colecta).

Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 23.25
El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca de todos.

Oración colecta
Oh Dios, cuyo Hijo, al expirar en la cruz, quiso que la Virgen María, elegida por él como Madre suya, fuese en adelante nuestra Madre, concédenos a quienes recurrimos a su protección ser confortados por la invocación de su santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

El que me honra poseerá la vida eterna

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 17-22
Como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
Yo soy la madre del amor puro, del temor,
del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce, que la miel,
y mi herencia, mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará;
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10a)
R. Me alegro con mi Dios.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones. R.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

EVANGELIO

La virgen se llamaba María

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, los dones que te presentamos, para que nos ilumine el Espíritu Santo, enviado a nuestros corazones, y, ante el ejemplo de la siempre Virgen María, nos adhiramos a Cristo, tu Hijo, viviendo sólo para él y agradándole en todo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio

SANTA MARÍA, TEMPLO DE LA GLORIA DE DIOS

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

En el nombre de Jesús se nos da la salvación,
y ante él se dobla toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en el abismo.
Pero has querido, con amorosa providencia,
que también el nombre de la Virgen María
estuviera con frecuencia en los labios de los fieles;
éstos la contemplan confiados, como estrella luminosa,
la invocan como madre en los peligros
y en las necesidades acuden seguros a ella.

Por eso,
Señor, te damos gracias
y proclamamos tu grandeza
cantando con los ángeles:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Lc 1, 48
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava._

Oración después de la comunión
Concede, Señor, a los que has alimentado en la mesa de la palabra y de la eucaristía, rechazar lo que es indigno del nombre cristiano y cumplir cuanto en él se significa, bajo la guía y protección de la Virgen. Por Jesucristo, nuestro Señor.

22
SANTA MARÍA, ESCLAVA DEL SEÑOR
En el evangelio según san Lucas, la santísima Virgen se profesa por dos veces «Esclava del Señor»: cuando presta su asentimiento al mensaje del ángel (cf. Lc 1, 38) Y cuando proclama la grandeza del Señor por las «obras grandes» (cf. Lc 1, 49) que ha hecho por ella. El título de «Esclava del Señor», para percibir todo su significado y toda su fuerza, se ha de interpretar a la luz de los cánticos del «Siervo del Señor» (cf. Is 42, 1-7; 49, 1-9; 50,1-11; 52,1-53, 12), pero sobre todo a la luz de lo que hizo Jesucristo, ya que él, cumpliendo en su persona la figura del «Siervo del Señor», «no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» (Mc 10, 45).
Con el título de «Esclava del Señor» se tributa culto litúrgico a la santísima Virgen en algunos Institutos religiosos, principalmente en la Congregación de la Pasión de Jesucristo, de cuyo Proprium missarum, Curia General CP, Roma 1974, pp. 30-31, se han tomado la mayor parte de los textos de esta misa.
La misa celebra el misericordioso designio por el que Dios hizo a la Virgen María, su humilde esclava, madre de Cristo y asociada a él (cf. Oración colecta): María, «hija de Adán -como enseña el Concilio Vaticano II-, aceptando la palabra divina, fue hecha madre de Jesús y, abrazando la voluntad salvadora de Dios con generoso corazón y sin impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente, como esclava del Señor, a la persona ya la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la redención bajo él y con él, por la gracia de Dios omnipotente» (LG 56).
Por todo esto la santísima Virgen, humilde esclava del Señor, es saludada como «sierva del amor» (Prefacio), dedicada enteramente al servicio divino (cf. Oración sobre las ofrendas) y a la obra de su Hijo por la salvación de los hombres (cf. Prefacio).
La misa, en íntima conexión con las enseñanzas del Evangelio, celebra también a María, la humilde esclava, elevada a la dignidad real: a la que «sirvió mucho a Cristo» (Prefacio), Dios Padre la ha honrado mucho (cf. Prefacio, Jn 12, 26), ya la que «se proclamó humilde esclava» de Dios, el mismo Dios la ha ensalzado «como Reina junto a (su) Hijo» (Prefacio). Admirablemente lo canta el Aleluya: «Dichosa eres, Virgen María, / que te proclamaste esclava del Señor; / ahora, glorificada sobre los coros de los ángeles, / la Iglesia te saluda como Reina del cielo».

Antífona de entrada Lc 1, 47-48
Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.

Oración colecta
Oh Dios, que para redimimos misericordiosamente has hecho humilde esclava tuya a la Virgen María, Madre de Cristo y asociada a él, concédenos servirte como ella y dedicamos por entero a la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel 1, 24-28; 2, 1-2. 4-8
En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino.
 Cuando inmolaron al novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:
- «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.»
Después se postraron ante el Señor
Y Ana rezó esta oración:
«Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afiazó el orbe.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 48a)
R. El Señor ha mirado la humillación de su esclava.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava. R.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
a favor de Abrahán
y su descendencia por siempre. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Dichosa eres, Virgen María, que te proclamaste esclava del Señor; ahora, glorificada sobre los coros de los ángeles, la Iglesia te saluda como Reina del cielo.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Padre santo, las ofrendas y los dones que te presentamos en conmemoración de santa María, la esclava dócil dedicada enteramente a tu servicio, y concédenos ofrecemos nosotros mismos como ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN, ESCLAVA DEL SEÑOR, SIRVIÓ AL MISTERIO DE LA REDENCIÓN

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque te has complacido de modo singular
en la bienaventurada Virgen María.
Ella, abrazando tu voluntad salvífica,
se consagró por entero a la obra de tu Hijo,
como un servicio fiel a la redención del hombre.

A quien sirvió mucho a Cristo,
mucho la has honrado;
y has ensalzado como Reina junto a tu Hijo,
a quien se proclamó tu humilde esclava
y, sierva del amor, intercede por nosotros.

Por eso,
con todos los ángeles y los santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Sal 85 (86), 15-16
Tú, Señor, mírame, ten compasión de mí, salva al hijo de tu esclava.

Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía te pedimos, Señor, Dios nuestro, que, imitando siempre a la Virgen María, nos dediquemos al servicio de la Iglesia y experimentemos la alegría de esta entrega. Por Jesucristo, nuestro Señor.

23
LA VIRGEN MARÍA, TEMPLO DEL SEÑOR
El «misterio del Templo» alcanzó su perfección en Cristo Jesús (cf. Jn 2, 19-22), en quien «habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad» (Col 2, 9). En la sagrada Escritura también la Iglesia es llamada «templo santo» o «consagrado»: «Sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor» (Ef 2, 19-21). Y también cada uno de los fieles, por la inhabitación de Dios en sus corazones, es «templo de Dios»: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? ( ... ) porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros» (1 Co 3, 16-17).
También la santísima Virgen es, a título especial, «templo santo»:
- por haber llevado en sus entrañas inmaculadas al mismo Hijo de Dios, se convirtió en templo verdadero del Dios verdadero;
- por haber conservado la palabra de Dios en su corazón (cf. Lc 2, 51), por haber amado intensamente a Cristo y haber guardado fielmente sus palabras, el Hijo y el Padre, según la promesa del Señor, vinieron a ella e hicieron morada en ella (cf. Jn 14, 23).
Esta misa, por tanto, bajo la imagen del «templo», celebra la maternidad divina de la santísima Virgen María y su santidad de vida.
Santa María es llamada «templo santo» edificado de modo inefable por Dios para su Hijo (cf. Oración colecta); «templo» de la gloria de Dios «por el misterio de la Encarnación, / y por su fe obediente» (Prefacio); «templo de justicia, / templo de piedad para nosotros, pecadores, / ... templo lleno del Espíritu Santo» (Aleluya).
También se emplean otras imágenes, tomadas de la sagrada Escritura, para significar a la santísima Virgen, imágenes que significan casi lo mismo que la imagen del «templo»: morada que tiene a Dios en medio y que no vacila (Antífona de comunión, cf. Sal 45 [46], 5-6; cf. Antífona de entrada, Ap  21, 3); casa del Señor que Dios ha llenado con su presencia (cf. 1ª Lectura, IR 8, 11; Salmo responsorial, Sal 83 [84], 11); casa de oro «adornada por el Espíritu Santo con toda clase de virtudes» (Prefacio); palacio real «resplandeciente por el fulgor de la Verdad» (Prefacio), en el que habitó el Rey de reyes; ciudad santa «que alegran los ríos de la gracia» (Prefacio, cf. Sal 45 [46], 5); arca de la Alianza «que contiene al Autor de la nueva Ley» (Prefacio).

Antífona de entrada Ap  21, 3
Escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.»

Oración colecta
Oh Dios, que de modo inefable has edificado un templo santo para tu Hijo en el seno virginal de santa María, concédenos adorarte en el Espíritu Santo y en la verdad, siguiendo fielmente la gracia del bautismo, para merecer convertimos nosotros también en templos vivos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

La nube llenó el templo

Lectura del primer libro de los Reyes 8, 1. 3-7. 9-11
En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea Sión). Cuando llegaron los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron con el Arca del Señor, y los sacerdotes levitas llevaron la Tienda del Encuentro, más los utensilios del culto que había en la tienda.
El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.
Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del Arca y cubrían el Arca y los varales por encima. En el arca sólo había las dos Tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas al salir del país de Egipto, y allí se conservan actualmente.
Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.
Palabra de Dios.

O bien:

Ésta es la morada de Dios con los hombres

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 83, 3. 4. 5 y 10 (R.: Ap  21, 3b)
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres.

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.

Aleluya
Dios te salve, santa María, templo de justicia, templo de piedad para nosotros, pecadores. Dios te salve, templo lleno del Espíritu Santo, que el Padre eligió para el Hijo.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones que te presentamos con alegría en la memoria de santa María Virgen, cuya vida es para nosotros modelo de oración y de alabanza, y concédenos vivir como ella para ofrecerte un sacrificio verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

SANTA MARÍA, TEMPLO SINGULAR DE LA GLORIA DE DIOS

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque te has preparado una morada en nosotros,
purificada e iluminada por el Espíritu Santo
y santificada con tu presencia.

La Virgen María,
por el misterio de la encarnación,
y por su fe obediente,
se convirtió en templo singular de tu gloria,
casa de oro
adornada por el Espíritu con toda clase de virtudes,
palacio real resplandeciente por el fulgor de la Verdad,
ciudad santa que alegran los ríos de la gracia,
arca de la nueva Alianza que contiene al Autor de la nueva ley,
Jesucristo, Señor nuestro.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Sal 45 (46), 5-6
Dichosa eres, Virgen María, morada consagrada del Altísimo; teniendo a Dios en medio, no vacilas.

Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía, haz, Señor, que te sirvamos con una conducta libre de pecado y, siguiendo el ejemplo de la Virgen María, te veneremos presente en nuestros hermanos y proclamemos con ella tu grandeza, alabándote sinceramente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

24
LA VIRGEN MARÍA, TRONO DE LA SABIDURÍA
En las misas de santa María, que es madre de la Sabiduría de Dios encarnada, ya desde el siglo X se leen con frecuencia las «epístolas sapienciales» -tomadas principalmente del Eclesiástico y del libro de los Proverbios (cf. OLM 707, 5. 6)-, en las cuales la Iglesia, al escuchar ante todo la voz de la Sabiduría eterna, percibe también las palabras de la santísima Virgen, ya que en estos textos, según la opinión corriente en los escritores de la edad media, la Sabiduría de Dios habla en cierto modo como «personalización» de la Virgen ..
Desde el siglo XII, en las Laudes y Letanías marianas, se atribuyen a la santísima Virgen algunos títulos que ponen de relieve su vinculación con la Sabiduría eterna: Madre de la Sabiduría, Fuente de la Sabiduría, Casa de la Sabiduría, Trono de la Sabiduría, entr~ los que prevaleció sobre todo el de Trono de la Sabiduría.
Con este título se venera a la santísima Virgen, incluso con culto litúrgico, en algunas Iglesias particulares, en universidades, en Institutos religiosos, entre los que destaca la Compañía de María, fundada por san Luis Grignion de Monfort (+ 1716). El formulario de la misa, a excepción del Prefacio, proviene del Proprium missarum de la Compañía de María Montfortiana.
Con el título de «Trono de la Sabiduría» se celebra al mismo tiempo la función maternal de santa María Virgen, su dignidad real y su eximia sabiduría y prudencia en las cosas divinas:
- la función maternal, porque en virtud del misterio de la encarnación reside en el purísimo seno de la Virgen Madre la Sabiduría del Padre;
- la dignidad real, porque el Niño que se sienta en las rodillas de la Madre es el Rey mesiánico que «se llamará Hijo del Altísimo», al que «el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 32-33; cf. Is 9,6-7); el Rey al que acuden los sabios desde lejanas tierras y que, al encontrarlo con la Madre, lo adoran ofreciéndole regalos regios (cf. Mt 2, 1-12);
- la sabiduría y prudencia, porque santa María aparece en el Evangelio como la «Virgen sabia» que ha escogido la parte mejor (cf. Lc 10, 42) y la «Maestra de la verdad» que entrega a la Iglesia los hechos y palabras de salvación conservados en su corazón (cf. Lc 2, 19. 51): «Oh Madre sapientísima, la única digna de un Hijo semejante -escribe san Bruno de Asti (+ 1123)-, que meditaba todas estas palabras en su corazón y nos las conservaba, guardándolas en su memoria, para que después, alenseñarlas, narrarlas y anunciarlas, fuesen puestas por escrito, proclamadas en todo el mundo y anunciadas a todas las naciones» (Commentaria in Lucam, parte 1, capítulo 11: PL 165, 355).

Antífona de entrada
Dichosa eres, santa María, Virgen sabia, que mereciste llevar en tu seno la Palabra de la verdad; dichosa eres, Virgen prudente, que has elegido la parte mejor.

Oración colecta
Padre santo, Dios eterno, que quisiste poner el trono real de tu Sabiduría en santa María virgen, ilumina a tu Iglesia con la luz de la Palabra de vida, para que resplandezca con la fuerza de la verdad y alcance gozosa el pleno conocimiento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

O bien:

Dios sapientísimo, para levantar al hombre hundido por el pecado, hiciste de santa María Virgen el trono de tu Sabiduría; concédenos, por su intercesión, desechar la soberbia y servirte con entera humildad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

María, trono de la sabiduría

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31.
Esto dice la Sabiduría de Dios:
El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomado s los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba,
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura,
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar:
y las aguas no traspasaban sus mandatos;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz,
yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra,
gozaba con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios.

O bien:

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 1. 3-4. 8-12. 19-21
La sabiduría se alaba a sí misma,
se gloría en medio de su pueblo,
abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
Yo salí de la boca del Altísimo
como primogénita de todas las criaturas.
Yo hice amanecer en el cielo una luz sin ocaso
y como niebla cubrí la tierra;
habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes.
El Creador estableció mi morada:
— Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto
y en Sión me estableció;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Venid a mí los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed.
El que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: Jn 1, 14)
R. La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros.

Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
él envía su mensaje a la tierra
y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Aleluya
¡Oh dichosa Virgen, que diste a luz al Señor, oh dichoso trono de Sabiduría, que avivas en nosotros el Espíritu de tu Hijo Jesucristo!

EVANGELIO

Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
–«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
–«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea,
no eres ni mucho menos la última
de las ciudades de Judea,
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
–«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.

O bien:

Conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 15b-19.
En aquel tiempo, los pastores se decían unos a otros:
— Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Palabra del Señor.

O bien:

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
— Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
— Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Santifica, Señor, con el poder de tu Espíritu los dones que te presentamos, y, por intercesión de la gloriosa Virgen María, prepara en nosotros
una digna morada para tu Sabiduría. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA SABIDURÍA HA LEVANTADO SU MORADA EN LAS PURÍSIMAS ENTRAÑAS DE MARÍA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, nuestro Señor.

Porque llevaste a cabo con inmensa bondad
el designio de nuestra redención preparado antes de los siglos,
en la bienaventurada Virgen María.
Al llegar la plenitud de los tiempos
la Sabiduría divina levantó su morada
en las purísimas entrañas de la Virgen;
y el Creador de la historia
nació en el tiempo como nuevo Adán,
para dar muerte en nosotros al hombre viejo
y comunicarnos una vida nueva.

Por eso,
con todos los ángeles y los santos
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Pr 9, 5. 6b
Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; seguid el camino de la prudencia.

Oración después de la comunión
Por este santo sacrificio te pedimos, Señor, que infundas en nosotros la luz de la sabiduría que inundó maravillosamente a la Virgen Madre, para que te conozcamos en verdad, y te amemos fielmente. Por Jesucristo nuestro Señor.

25
LA VIRGEN MARÍA, IMAGEN Y MADRE DE LA IGLESIA (1)
El día 21 de noviembre de 1964, al terminar la III Sesión del Concilio Vaticano II, Pablo VI, durante la celebración de la misa, declaró a María santísima «Madre de la Iglesia, esto es, de todo el pueblo cristiano, tanto de fieles como de pastores, que la llaman Madre amorosísima» (AAS 56 [1965], p. 1015) Y determinó que «en adelante, todo el pueblo cristiano, con este nombre gratísimo, honre más todavía a la Madre de Dios» (ibid.).
A partir de entonces, muchas Iglesias particulares y familias religiosas empezaron a venerar a la santísima Virgen con el título de «Madre de'la Iglesia». El año 1974, para fomentar las celebraciones marianas del Año santo de la Reconciliación (1975), se compuso esta misa, que, poco después, en la segunda edición típica del Misal Romano, fue incorporada a las misas votivas de santa María Virgen (pp. 905-907).
El formulario contempla las múltiples relaciones que vinculan a la Iglesia con la santísima Virgen, pero sobre todo celebra la función maternal que santa María, según el beneplácito divino, ejerce en la Iglesia y en favor de la Iglesia.
Los textos eucológicos consideran especialmente cuatro momentos de la historia de la salvación:
- la encarnación del Verbo, en la cual, la santísima Virgen, al aceptar la Palabra del Padre «con limpio corazón, / mereció concebirla en su seno virginal, / y, al dar a luz a su Hijo, / preparó el nacimiento de la Iglesia» (Prefacio);
- la pasión de Cristo: el Hijo único de Dios, en efecto, «clavado en la cruz, / proclamó como Madre nuestra / a santa María Virgen, Madre suya» (Oración colecta, cf. Prefacio, Antífona de comunión);
- la efusión del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, cuando la Madre del Señor, «al unir sus oraciones a las de los discípulos, / se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante» (Prefacio);
- la asunción de la Virgen: santa María, «desde su asunción a los cielos, / acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina, / y protege sus pasos hacia la patria celeste, / hasta la venida gloriosa del Señor» (Prefacio).

Antífona de entrada Cf. Hch 1, 14
Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.

Oración colecta
Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Establezco hostilidades entre tu estirpe y la estirpe de la suya mujer

Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20
Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó:
— ¿Dónde estás?
Él contestó:
— Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.
El Señor le replicó:
— ¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?
Adán respondió;
— La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto
y comí.
El Señor Dios dijo a la mujer:
— ¿Qué es lo que has hecho?
Ella respondió:
— La serpiente me engañó y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente:
Por haber hecho eso, serás maldita
entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo
toda tu vida;
establezco hostilidades entre ti y la mujer,
entre tu estirpe y la suya;
ella te herirá en la cabeza,
cuando tú la hieras en el talón.
El hombre llamó a su mujer Eva,
por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Jdt 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)
R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.

El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador de cielo y tierra. R.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo:
que tu alabanza estará siempre
en la boca de todos los que se acuerden
de esta obra poderosa de Dios. R.

Aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de alabanza: de ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.

EVANGELIO

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, nuestros dones y conviértelos en sacramento de salvación que nos inflame en el amor de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y nos asocie más estrechamente, con ella, en la obra de la salvación de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA UNIVERSAL

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
y alabarte debidamente
en esta celebración en honor de la Virgen María.

Ella, al aceptar tu Palabra con limpio corazón,
mereció concebida en su seno virginal,
y, al dar a luz a su Hijo,
preparó el nacimiento de la Iglesia.

Ella, al recibir junto a la cruz
el testamento de tu amor divino,
tomó como hijos a todos los hombres,
nacidos a la vida sobrenatural
por la muerte de Cristo.

Ella, en la espera pentecostal del Espíritu,
al unir sus oraciones a las de los discípulos,
se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.

Desde su asunción a los cielos,
acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina,
y protege sus pasos hacia la patria celeste,
hasta la venida gloriosa del Señor.

Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos sin cesar, diciendo:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Jn 19, 26-27
Jesús, desde la cruz, dijo al discípulo que tanto quería: Ahí tienes a tu madre.

O bien:

Dichosa eres, María, llena de gracia, madre y virgen; tú resplandeces en la Iglesia como modelo de fe, esperanza y caridad.

Oración después de la comunión
Después de recibir la prenda de la redención y de la vida, te pedimos, Señor, que tu Iglesia, por la ayuda maternal de la Virgen, anuncie a todas las gentes el Evangelio y llene el mundo entero de la efusión de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.

26
LA VIRGEN MARÍA, IMAGEN Y MADRE DE LA IGLESIA (II)
Esta misa celebra a Dios Padre, que por su «inmensa bondad» (Prefacio) ha dado la santísima Virgen María, madre de Cristo, a la Virgen Iglesia como «ejemplo de virtudes» (cf. Antífona de entrada, Antífona de comunión, LG 65). «Mientras que en la santísima Virgen la Iglesia ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga (cf. Ef 5, 27), los, fieles aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes» (LG 65):
- de sublime caridad, por lo que ruegan los fieles: «concede a tu Iglesia que, / siguiendo como ella el precepto del amor, / se manifieste ante todos los pueblos / como sacramento de tu amor» (Oración colecta);
- de fe y esperanza, por lo que suplican los fieles que la Iglesia, «contemplando a la Virgen María, / se vea siempre llena del fervor de la fe, / ... y robustecida por la esperanza de la futura gloria» (Oración después de la comunión);
- de gran humildad: «...nos has dado a la Virgen María / como modelo (...) de gran humildad» (Oración colecta);
- de oración perseverante y unánime: los apóstoles, en efecto, y los primeros discípulos «se dedicaban a la oración, junto con María, la madre de Jesús» (1ª Lectura, Hch 1, 12-14); «está unida a los apóstoles en su oración» (Prefacio);
- de culto espiritual: «Ella resplandece para tu Iglesia / como modelo del verdadero culto espiritual / con el que nosotros mismos debemos mostramos / como víctima santa y agradable a ti» (Oración sobre las ofrendas, cf. Rm 12, 1);
- de auténtico culto litúrgico: la madre de Jesús -como advierte Pablo VI- es el modelo «de los sentimientos de piedad con que la Iglesia celebra los divinos misterios y los expresa en su vida» (MC 16); María, en efecto, es «Virgen oyente... , Virgen orante... , Virgen fecunda... , Virgen oferente» (Prefacio, cf. MC 16-21), Virgen vigilante, que espera sin vacilar la resurrección de su Hijo (cf. Prefacio). En pocas palabras: María es «modelo para toda la Iglesia en el culto que hay que tributar a Dios» (MC 21).

Antífona de entrada
Eres digna de toda alabanza, santa Virgen María, porque de ti nació Cristo, nuestro Señor, y brillas en la Iglesia como ejemplo de virtudes.

Oración colecta
Señor Dios, que nos has dado a la Virgen María como modelo de amor sublime y de gran humildad, concede a tu Iglesia que, siguiendo como ella el precepto del amor, se entregue plenamente a tu gloria y al servicio de los hombres, y se manifieste ante todos los pueblos como sacramento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Se dedicaban a la oración con María, la madre de Jesús

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 12-14.
Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes, y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7 (R.: 3)
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob. R.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: "uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado". R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Este ha nacido allí".
Y cantarán mientras danzan:
"todas mis fuerzas están en ti". R.

Aleluya
¡Oh dichosa Virgen, que diste a luz al Señor, oh dichoso trono de Sabiduría, que avivas en nosotros el Espíritu de tu Hijo Jesucristo!

EVANGELIO

Y la madre de Jesús estaba allí. Y creció la fe de sus discípulos en él

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No les queda vino».
Jesús le contestó:
- «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
- «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
- «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
- «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Convierte, Señor, en sacramento de salvación los dones que con gozo hemos traído a tu altar en esta memoria de la gloriosa Virgen María; ella resplandece para tu Iglesia como modelo del verdadero culto espiritual con el que nosotros mismos debemos mostramos como víctima santa y agradable a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN, MODELO DEL CULTO VERDADERO

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque por tu inmensa bondad
has dado a tu Iglesia Virgen,
como modelo del verdadero culto,
a la Virgen María.

Ella, Virgen oyente,
escucha con gozo tus palabras
y las medita en silencio en lo hondo de su corazón.

Ella, Virgen orante,
ensalza tu misericordia
con su cántico de alabanza,
intercede solícita por los novios en Caná
y está unida a los apóstoles en su oración.

Ella, Virgen fecunda,
concibe al hijo por obra del Espíritu Santo
y, junto a la cruz, es proclamada madre
del pueblo de la nueva Alianza.

Ella, Virgen oferente,
te presenta en el templo a su Hijo Primogénito
y al pie del árbol de la vida
se une a la ofrenda de su vida.

Ella, Virgen vigilante,
espera sin vacilar
la resurrección de su Hijo
y aguarda fielmente la efusión del Santo Espíritu.

Por eso, asociados a los coros de los ángeles,
te alabamos diciendo con gozo:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión
Dichosa eres, María, llena de gracia; alzamos nuestros ojos a ti, que resplandeces para toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes.

Oración después de la comunión
Participando, Señor, de los santos misterios de tu mesa, hemos recibido con espíritu de piedad el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo; concede, te rogamos, que tu Iglesia, contemplando a la Virgen María, se vea siempre llena del fervor de la fe, confirmada en el amor y robustecida por la esperanza de la futura gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

27
LA VIRGEN MARÍA, IMAGEN Y MADRE DE LA IGLESIA (III)
Esta misa celebra la bondad de Dios, que amó tanto a la Iglesia que le dio a la santísima Virgen para que la contemplara como una imagen profética de su peregrinación en la tierra y de su gloria futura en el cielo: «(La Iglesia) admira y enaltece en ella -enseña el Concilio Vaticano II el fruto más excelso de la Redención y contempla con gozo, como en una imagen purísima, lo que ella misma, toda entera, ansía y espera» (SC 103).
La santísima Virgen, «espejo nítido de la actividad de Dios» (Antífona de comunión, cf. Sb 7, 26; cf. Antífona de entrada), ofrece a la Iglesia una imagen purísima de la perfecta discípula, de la virgen íntegra, de la esposa fiel, de la madre solícita, de la reina coronada de gloria. Por esto la liturgia celebra a la santísima Virgen como:
- discípula perfecta en el seguimiento de Cristo. Por ello pedimos que la Iglesia, «fijos sus ojos en ella (María), siga fielmente a Cristo» (Oración colecta) y se vaya conformando «de día en día... / según aquella imagen de Cristo, / que ya admira y ensalza en su Madre» (Oración sobre las ofrendas);
- virgen «que resplandece por la integridad de su fe» (Prefacio), con la que sin cesar se conforma la Iglesia, ya que «también ella es virgen, que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo» (LO 64);
- «esposa, / unida a Cristo con el vínculo indisoluble del amor / y asociada a su pasión» (Prefacio), a quien la Iglesia, «contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, penetra más profundamente, llena de veneración, en el supremo misterio de la encarnación y se va configurando más y más a su Esposo» (LO 65);
- «madre, / fecunda por la acción del Espíritu Santo / y solícita por el bien de todos los hombres» (Prefacio), de quien la Iglesia, «imitando la caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se convierte también ella en madre por la palabra de Dios recibida con fe, ya que por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva y la inmortalidad a los hijos concebidos del Espíritu Santo y nacidos de Dios» (LO 64);
- «reina, / adornada con las joyas de las mejores virtudes, / partícipe para siempre de la gloria de su Señor» (Prefacio), en quien «la Iglesia contempla la purísima imagen de su gloria futura» (Antífona de entrada, cf. SC 103; cf. Oración sobre las ofrendas, Prefacio).

Antífona de entrada
¡Salve, santa María, espejo sin mancha! En ti la Iglesia contempla la purísima imagen de su gloria futura.

Oración colecta
Oh Dios, por tu poder y tu bondad la Virgen María, fruto excelso de la Redención, brilla como imagen purísima de la Iglesia. Concede a este pueblo tuyo que peregrina en la tierra que, fijos sus ojos en ella, siga fielmente a Cristo hasta que llegue a aquella plenitud de gloria que ya contempla con gozo en Santa María. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Que esta ofrenda que hemos dedicado a tu nombre nos purifique, Señor, y, de día en día, vaya conformando a tu Iglesia según aquella imagen de Cristo, que ya admira y ensalza en su Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN BRILLA COMO IMAGEN DE LA FUTURA GLORIA DE LA IGLESIA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque has dado a tu Iglesia,
como imagen purísima de la entrega materna,
y de la gloria futura
a la bienaventurada Virgen María.

Ella es la virgen
Que resplandece por la integridad de su fe;

la esposa,
unida a Cristo con el vínculo indisoluble del amor
y asociada a su pasión;

la madre,
fecunda por la acción del Espíritu Santo
y solícita por el bien de todos los hombres;

y la reina,
adornada con las joyas de las mejores virtudes,
vestida de sol, coronada de estrellas,
partícipe para siempre
de la gloria de su Señor.

Por él, adoran los ángeles tu majestad,
alegres por siempre en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Sb 7, 26
La Virgen María es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.

O bien: Lc 1, 31

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Oración después de la comunión
Concede, Señor, a tu Iglesia  que, fortalecida con este sacramento, recorra con entusiasmo los caminos del Evangelio, hasta que pueda alcanzar la gozosa visión de la paz, de la que ya goza para siempre la Virgen María, tu humilde sierva. Por Jesucristo, nuestro Señor.

28
EL INMACULADO CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA
El sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés la liturgia romana celebra, con formulario propio, la memoria del Inmaculado Corazón de la Virgen María. En los Propios de las Iglesias particulares y de los Institutos religiosos se hallan varias misas en memoria del Corazón de la santísima Virgen, cada una de las cuales conmemora diversos aspectos de este Corazón. El formulario que aquí se propone proviene, en gran parte, del Proprium de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la santísima Virgen (cf. Annales Congregationis 52 [1976], pp. 363-365).
La expresión «Corazón de la Virgen» se ha de interpretar en sentido bíblico: designa la persona misma de santa María Virgen; su «ser» íntimo y único; el centro y la fuente de su vida interior: del entendimiento, de la memoria, de la voluntad y del amor; la actitud indivisa con que amó a Dios y a los hermanos y se entregó intensamente a la obra de salvación del Hijo.
El formulario celebra la misericordia de Dios, que, habiendo ofrecido a la Iglesia el Corazón de nuestro Señor Jesucristo como testimonio de su caridad, le ha dado también como objeto de contemplación el Corazón de santa María Virgen, modelo del «nuevo corazón» del hombre de la «nueva Alianza».
El Corazón de la santísima Virgen, que, llena de fe y de amor, recibió al Verbo de Dios es llamado en primer lugar «mansión del Verbo» (cf. Oración colecta), y también «santuario del Espíritu Santo» (Oración colecta, cf. LO 53) por la inhabitación continua en él del Espíritu divino. Recibe los calificativos de inmaculado (Oración colecta), es decir, inmune de la mancha del pecado; sabio (Prefacio), porque la santísima Virgen, comparando las profecías con los hechos, conservaba en él el recuerdo de las palabras y de las cosas relacionadas con el misterio de salvación (cf. Lc 2, 19. 51); dócil (Prefacio, cf. IR 3, 9), porque se sometió de corazón a los preceptos del Señor (cf. Lc 1, 48); nuevo (Prefacio), según la profecía de Ezequiel (cf. Ez 18, 31; 36,26), revestido de la novedad de la gracia merecida por Cristo (cf. Ef 4, 23-24); humilde (Prefacio), a imitación del Corazón de Cristo, que nos advierte: «Ap rended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29); sencillo (Prefacio), esto es, libre de toda duplicidad e impregnado todo él del Espíritu de la verdad; limpio (Prefacio), o sea, capaz de ver a Dios, según la bienaventuranza del Señor (cf. Mt 5, 8); firme (Prefacio) en la aceptación de la voluntad de Dios, cuando, según la profecía de Simeón (cf. Lc 2, 35), se desató la persecución contra el Hijo (cf. Mt 2, 13) o cuando llegó el momento de su muerte (cf. Jn 19, 25); dispuesto (Prefacio), ya que, mientras Cristo dormía en el sepulcro, a imitación del corazón de la esposa del Cantar de los cantares (cf. Ct 5, 2), estuvo en vela esperando la resurrección de Cristo.

Antífona de entrada Si 24, 25
En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza.

Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que hiciste del inmaculado Corazón de María una mansión para tu Hijo y un santuario del Espíritu Santo, danos un corazón limpio y dócil, para que, sumisos siempre a tus mandatos, te amemos sobre todas las cosas y ayudemos a los hermanos en sus necesidades. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Judit 13, 17-20; 15, 9
En aquellos días, todos se quedaron asombrados y, postrándose en adoración a Dios, dijeron a una voz:
-«Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoya los enemigos de tu pueblo.»
Y Ozías dijo a Judit:
-«Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe contra la cabeza del general enemigo. Los que recuerden esta hazaña de Dios jamás perderán la confianza que tú inspiras. Que el Señor te engrandezca siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida, ante la humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con rectitud en presencia de nuestro Dios.»
Todos aclamaron:
-« ¡Así sea, así sea!»
Cuando llegaron a su casa, todos a una voz la felicitaron:
-«Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el honor de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 49)
R. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

Aleluya
Dichosa eres, Virgen María, que llevaste al Hijo del eterno Padre.

EVANGELIO

Dichoso el vientre que te llevó

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
— ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él repuso:
— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, los dones que te presentamos en la memoria de la bienaventurada Virgen María, y concédenos guardar con fidelidad y meditar continuamente, siguiendo su ejemplo, las riquezas de la gracia de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio

EL CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA, CORAZÓN DEL HOMBRE DE LA NUEVA LEY

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque diste a la Virgen María
un corazón sabio y dócil,
dispuesto siempre a agradarte;
un corazón nuevo y humilde,
para grabar en él la ley de la nueva Alianza;
un corazón sencillo y limpio,
que la hizo digna de concebir virginalmente a tu Hijo
y la capacitó para contemplarte eternamente;
un corazón firme y dispuesto
para soportar con fortaleza la espada de dolor
y esperar, llena de fe, la resurrección de su Hijo.

Por eso, unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Lc 2, 19
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Oración después de la comunión
Como partícipes de la redención eterna, te rogamos; Señor, que al celebrar la memoria de la Madre de tu Hijo nos gocemos en la abundancia de tu gracia y sintamos el aumento continuo de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

29
LA VIRGEN MARÍA, REINA DEL UNIVERSO
El año 1954 Pío XII instituyó la fiesta de santa María Reina, que se celebraba el día 31 de mayo. Pablo VI, el año 1969, cuando promulgó el Calendario Romano general, trasladó acertadamente esta fiesta al día 22 de agosto, que coincide con la octava de la Asunción. En efecto, la dignidad real de santa María Virgen pertenece al misterio de su plena glorificación y perfecta configuración con su Hijo, Rey de todos los siglos: «La Virgen Inmaculada (...) -enseña el Concilio Vaticano II-, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y ensalzada como Reina del universo, para que se asemejara más a su Hijo, Señor de señores (cf. Ap  19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (LO 59).
Así como el reino de Cristo «no es de este mundo» (Jn 18, 36), así también la potestad regia de la Virgen no pertenece al orden de la naturaleza, sino al de la gracia. Entre los elementos que, en el orden de la gracia, constituyen la dignidad real de la santísima Virgen, los textos de la misa celebran principalmente cuatro: la humildad, la función maternal, la humilde intercesión, el signo de la futura gloria de la Iglesia.
Reina gloriosa en el cielo es la santísima Virgen, porque en la tierra fue humilde esclava (cf. Lc 1, 38. 48), ya que, según la sentencia del Señor, «el que se humilla será enaltecido» (Lc 14, 11). Dios Padre, que a Cristo, humillado hasta la muerte (cf Prefacio; Flp 2, 8), lo coronó de gloria y lo sentó a su derecha (cf. Prefacio; Sal 8, 6), exaltó igualmente a la Virgen, su humilde esclava, «sobre los coros de los ángeles» (Prefacio).
Reina madre es santa María, porque dio a luz al Rey mesiánico, que se sienta «sobre el trono de David y sobre su reino» (Is 9, 6; cf. 1ª Lectura, Is 9, 2-4.6-7; Evangelio, Lc 1, 26-38) y, por beneplácito de Dios, es también madre nuestra, como confiesa la Iglesia: «Dios todopoderoso, / que nos has dado como Madre y como Reina / a la Madre de tu Unigénito» (Oración colecta).
Reina suplicante es la santísima Virgen, ya que, exaltada «sobre los coros de los ángeles» (Prefacio), reina gloriosa con su Hijo, «intercediendo por todos los hombres / como abogada de la gracia / y reina del universo» (Prefacio; cf. LO 62).
Reina tipo de la gloria futura de la Iglesia es santa María, pues lo que se ha realizado en ella, miembro supereminente, se realizará también en todos los demás miembros del Cuerpo místico. Por esto la Iglesia pide adecuadamente la intercesión de la santísima Virgen para que sus miembros alcancen «la gloria de (su) Hijo en el reino de los cielos» (Oración colecta).
El formulario de esta misa se halla en el Misal Romano, día 22 de agosto; el Prefacio tiene unas resonancias que recuerdan la Acción de gracias e invocación del Rito de la coronación de una imagen de santa María Virgen.

Antífona de entrada Cf. Sal 44 (45), 10. 14
María, nuestra Reina, está de pie, a la derecha de Cristo, enjoyada con oro, vestida de perlas y brocado.

Oración colecta
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Un hijo se nos ha dado

Lectura del Profeta Isaías 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,
como se alegran
al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:
lleva al hombro el principado,
y es su nombre:
Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17. 18 (R.: 11a)
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza;
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Ya entra la princesa bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes;
la siguen sus compañeras. R.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.» R.

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos. R.

En lugar de esta lectura con su salmo puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 8 y núm. 12

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te presentamos, Señor, nuestras ofrendas, en conmemoración de la Virgen María, y te suplicamos la protección de Jesucristo, tu Hijo, que se ofreció a ti en la cruz, como hostia inmaculada. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN, ESCLAVA HUMILDE, ES ENSALZADA COMO REINA EN LOS CIELOS

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque, con tu misericordia y tu justicia
dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes.
A tu Hijo, que voluntariamente se rebajó
hasta la muerte de cruz,
lo coronaste de gloria y lo sentaste a tu derecha,
como Rey de reyes y Señor de señores;
y a la Virgen, que quiso llamarse tu esclava
y soportó pacientemente la ignominia de la cruz del Hijo,
la exaltaste sobre los coros de los ángeles,
para que reine gloriosamente con él,
intercediendo por todos los hombres
como abogada de la gracia
y reina del universo.

Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Lc 1, 45
¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Oración después de la comunión
Después de recibir este sacramento celestial, te suplicamos, Señor, que cuantos hemos celebrado la memoria de la Santísima Virgen María lleguemos a participar en el banquete del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

SEGUNDA SECCIÓN
Esta sección consta de nueve formularios, en los que la Madre del Señor es venerada bajo advocaciones que recuerdan su intervención en la vida espiritual de los fieles.

FORMULARIOS DE MISAS
30. La Virgen María, madre y medianera de la gracia
31. La Virgen María, fuente de la salvación
32. La Virgen María, madre y maestra espiritual
33. La Virgen María, madre del buen consejo
34. La Virgen María, causa de nuestra alegría
35. La Virgen María, amparo de la fe
36. La Virgen María, madre del amor hermoso
37. La Virgen María, madre de la santa esperanza
38. Santa María, madre y reina de la unidad

30
LA VIRGEN MARÍA, MADRE Y MEDIANERA DE LA GRACIA
El año 1921, Benedicto XV (+ 1922), a petición del cardenal Desiderio José Mercier (+ 1926), concedió a toda la nación belga el oficio y la misa de santa María Virgen Medianera de todas las gracias, para que se celebrara el día 31 de mayo. La Sede Ap ostólica concedió este mismo oficio y misa a muchas otras diócesis e Institutos religiosos que se lo habían pedido, con lo cual la memoria de santa María Medianera se hizo casi general.
El Concilio Vaticano Il, el año 1964, expuso ampliamente la función de santa María en el misterio de Cristo y de la Iglesia y explicó cuidadosamente el significado y el contenido de la «mediación» de la santísima Virgen: «La función maternal de María para con los hombres de ningún modo oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino que muestra su eficacia. En efecto, cualquier influjo salvador de la santísima Virgen en los hombres nace, no de alguna necesidad objetiva, sino del beneplácito divino y deriva de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en la mediación de él, depende totalmente de ella, y de ella obtiene toda su eficacia; en modo alguno impide la unión inmediata de los creyentes con Cristo, sino que la favorece» (LG 60).
Finalmente, el año 1971, la Sagrada Congregación para el Culto Divino aprobó la misa que lleva por título Beatae Matiae Virginis gratiae Matris ae Mediatricis que, en fiel armonía con la doctrina del Concilio Vaticano Il, conmemora a la vez la función maternal y el papel mediador de la santísima Virgen (cf. Proprium missarum Ordinis Fratrum Servorum beatae Mariae Virginis, Curia General OSM, Roma 1972, pp. 36-37). Actualmente esta misa se celebra en muchos lugares el día 8 de mayo, y es la que aquí se ofrece, con algunas variantes y añadiéndole el Prefacio.
El formulario, naturalmente, celebra en primer lugar a Cristo, «verdadero Dios y verdadero hombre, /  único Mediador, / viviente siempre para interceder por nosotros» (Prefacio; cf. 1Tm 2,5; Hb 7,25; Oración sobre las ofrendas, Oración después de la comunión). Pero también recuerda a la santísima Virgen, «madre y medianera de la gracia», porque Dios Padre, «por misterioso designio de (su) providencia» (Oración colecta; cf. Prefacio), la asoció a la obra de la redención humana (Cf. Oración colecta, prefacio).
Madre de la gracia es la Virgen María, porque llevó «en (su) seno virginal al Dios y hombre verdadero» (Antífona de entrada) y nos dio al mismo «Autor de la gracia» (Oración colecta; cf. Aleluya).
Medianera de la gracia es la Virgen María, porque estuvo asociada a Cristo en la obra de procuramos la gracia suprema, esto es, la redención y la salvación, la vida divina y la gloria sin fin (cf. LO 61).
En el formulario la «mediación» de la santísima Virgen es rectamente interpretada como una «generosa entrega de amor de madre» (Prefacio): «de intercesión y de gracia, / de súplica y de perdón, / de reconciliación y de paz» (Prefacio).

Antífona de entrada
Alégrate, santa María, fuente de amor, colmada con la abundancia de todas las gracias, que llevaste en tu seno virginal al Dios y hombre verdadero.

O bien:
Salve, santa Madre de Dios, por ti recuperamos la vida; tú recibiste al Hijo que bajó del cielo y engendraste al Salvador del mundo.

Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que, por misterioso designio de tu providencia, nos has dado al Autor de la gracia por medio de la Virgen María y la has asociado a la obra de la redención humana, concédenos que ella nos alcance la abundancia de la gracia y nos lleve al puerto de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

¿Cómo podré ver la desgracia que se echa sobre mi pueblo?

Lectura del libro de Ester 8, 3-8. 16-17a
En aquellos días, Ester volvió a hablar al rey. Cayó a sus pies llorando y suplicándole que anulase los planes perversos que Amán había tramado contra los judíos.
Cuando el rey extendió hacia Ester el cetro de oro, ella se levantó y quedó en pie ante el rey. Luego dijo:
-«Si al rey le agrada y quiere hacerme un favor, si mi propuesta le parece bien y si está contento de mí, revoque por escrito la carta de Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, que había mandado exterminar a los judíos en las provincias del imperio. Porque ¿cómo podré ver la desgracia que se echa sobre mi pueblo? ¿Cómo podré ver la destrucción de mi familia?»
El rey Asuero dijo entonces a la reina Ester y al judío Mardoqueo:
-«Ya veis que he dado a Ester la casa de Amán y a él lo han ahorcado por atentar contra los judíos. Vosotros escribid en nombre del rey lo que os parezca sobre los judíos y selladlo con el sello real, pues los documentos escritos en nombre del rey y sellados con su sello son irrevocables.»
Para los judíos fue un día luminoso y alegre, gozoso y triunfal. En cada provincia y ciudad adonde llegaba el decreto del rey, los judíos se llenaban de inmensa alegría, y celebraban banquetes y fiestas. Y muchos gentiles se convirtieron.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 66, 2-3. 4-5.6-7 (R.: cf. 2b)
R. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios. R.

Aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María, madre de la gracia y reina de misericordia; de ti nació Cristo, nuestro Mediador y Salvador.

EVANGELIO

La madre de Jesús dijo: «No les queda vino»

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No les queda vino».
Jesús le contestó:
- «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
- «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
- «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
- «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas de expiación y alabanza que te presentamos en esta memoria de la gloriosa Virgen María, y, por la acción del Espíritu Santo, conviértelas en el sacramento de nuestra redención, que Cristo, supremo Mediador, instituyó para reconciliarnos contigo, y haz que, por intercesión de la Virgen María, sean para nosotros fuente viva de gracia y manantial perenne de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

EL AMOR MATERNAL DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

A quien, verdadero Dios y verdadero hombre,
constituiste único Mediador,
viviente siempre para interceder por nosotros.

En tu inefable bondad
has hecho también a la Virgen María
Madre y colaboradora del Redentor,
para ejercer una función maternal en la Iglesia:
de intercesión y de gracia,
de súplica y de perdón,
de reconciliación y de paz.
Su generosa entrega de amor de madre
depende de la única mediación de Cristo
y en ella reside toda su fuerza.

En la Virgen María se refugian los fieles
que están rodeados de angustias y peligros,
invocándola como madre de misericordia
y dispensadora de la gracia.

Por eso,
con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Ap  22, 17
El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!» El que lo oiga, que repita: «¡Ven!» El que tenga sed, y quiera, que venga a beber de balde el agua viva.

Oración después de la comunión
Renovados, Señor, en las fuentes de la gracia, humildemente te pedimos que, por la fuerza de la eucaristía y la intercesión de la santísima Virgen, vivamos cada día más unidos a Cristo Mediador y cooperemos con mayor fidelidad a la obra de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

31
LA VIRGEN MARÍA, FUENTE DE LA SALVACIÓN
En los textos eucológicos, tanto de la Iglesia oriental como de la occidental, con frecuencia la Madre del Señor es honrada con el título de «fuente»; se le dan, en efecto, los apelativo s de «fuente de agua viva», «fuente de caridad», «fuente de clemencia», «fuente de gracia», «fuente de misericordia», «fuente sellada» (cf. 1ª Lectura, Ct 4, 12), «fuente de salvación» (cf. G. G. Meersseman, Der Hymnos Akathistos im Abendland, vol. II, Universitätsverlag, Friburgo [Suiza] 1960, pp. 309-310).
Existen también muchos santuarios dedicados a la santísima Virgen con el título de «fuente», en los que con frecuencia se halla un manantial, al que los fieles acudían a sacar agua. Entre ellos destaca en tierras de Oriente el celebérrimo santuario de la Madre de Dios de la Fuente Vivífica en la ciudad de Constantinopla, erigido el siglo VI; en el Occidente, el santuario edificado en Lourdes, cerca de la cueva donde la santísima Virgen se apareció el año 1854 a santa María Bernarda Soubirous e hizo brotar una fuente.
En el formulario se celebra:
- la maternidad divina de la santísima Virgen, porque Dios, por medio de ella, nos abrió «un manantial de salvación» (Oración colecta); María, en efecto, «concibió de modo inefable a (la) Palabra encarnada, / Jesucristo, fuente del agua viva» (Prefacio). Él es el verdadero templo de Dios (cf. Jn 2, 21) del que brota el agua saludable que sanea todo lo que toca (cf. 1ª Lectura, Ez 47, 1-2. 8-9. 12); él invita a los sedientos a que vayan a él y beban (cf. Antífona de comunión, Jn 7, 37), es decir, a que reciban el don del Espíritu Santo los que creen en él (cf. Jn 7, 39); él es la roca (cf. 1 Co 10, 4), atravesada por la lanza, de la que «al punto salió sangre yagua» (Evangelio, Jn 19, 25-37);
- la maternidad espiritual de la santa Iglesia: ella, en efecto, es la madre providente que apaga la sed de los fieles ofreciéndoles «la fuente santa de la salvación / que brota del costado de Cristo, fuente que conserva fecunda y pura en los sacramentos» (Prefacio), sobre todo en el banquete eucarístico, donde los fieles beben «con gozo de la fuente del Salvador» (Oración después de la comunión; cf. Salmo responsorial Is 12, 3) y «el sacramento recibido» es en ellos «un manantial que salta hasta la vida eterna» (Oración después de la comunión);
- la efusión del Espíritu Santo, que en la sagrada Escritura se describe con frecuencia con el simbolismo de la efusión de agua. En la Antífona de entrada se recuerdan las palabras de Isaías: «Vaya derramar agua sobre lo sediento, mi Espíritu sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus vástagos» (cf. Is 44, 3). La fuente de la que mana el agua son el mismo Cristo («te pedimos poder ofrecer los frutos abundantes del Espíritu Santo, / bebiendo constantemente de esta fuente de vida» (Oración colecta) y los sacramentos instituidos por él, para que «se llenen del Espíritu» (Prefacio) los fieles que los reciben.
Algunos textos del formulario y las segundas lecturas para la liturgia de la palabra se han tomado del fascículo Propio de la misa y de la Liturgia de las Horas de la diócesis de Cartagena, Cartagena 1985, pp. 29-32.

Antífona de entrada Cf. Is 44, 3-4
Voy a derramar agua sobre lo sediento, mi Espíritu sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus vástagos; crecerán como sauces junto a las acequias.

O bien: Cf. Sal 45 (46), 5-6a

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila.

Oración colecta
Señor, Padre santo, al celebrar jubilosos la memoria de la bienaventurada Virgen María, por quien nos abriste el manantial de salvación, Jesucristo, tu Hijo, te pedimos poder ofrecer los frutos abundantes del Espíritu Santo, bebiendo constantemente de esta fuente de vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

I

PRIMERA LECTURA

Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida dondequiera que llegue la corriente

Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.
Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.
Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
Me dijo:
–«Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.

Aleluya
Bendita tú entre las mujeres, porque recibiste a Cristo, Hijo de Dios y Redentor de nuestras almas.

EVANGELIO

Le traspasó el costado, y salió sangre y agua

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
–«Tengo sed.»
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una cana de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
–«Está cumplido.»
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»
Palabra del Señor.

II

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Cantar de los cantares 4, 6-7. 9. 12-15
Mientras sopla la brisa
y se alegran las sombras
me voy al monte de la mirra,
iré por la colina del incienso.
¡Toda eres hermosa, amada mía,
y no hay en ti defecto!
Me has enamorada, hermana y novia mía,
me has enamorado con una sola de tus miradas,
con una vuelta de tu collar.
Eres jardín cerrado, hermana y novia mía,
eres jardín cerrado, fuente sellada.
Tus brotes son jardines de granados
con frutos exquisitos,
nardo y enebro y azafrán,
canela y cinamomo,
con árboles de incienso, mirra y áloe,
con los mejores bálsamos y aromas.
La fuente del jardín es pozo de agua viva
que baja desde el Líbano.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Jdt 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)
R. Tú eres el orgullo de nuestra raza.

El Altísimo te ha bendecido, hija,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador de cielo y tierra. R.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo:
que tu alabanza estará siempre
eEn la boca de todos los que se acuerden
de esta obra poderosa de Dios. R.

Aleluya Cf L 1, 45. 49c
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por ti.

EVANGELIO

Manarán torrentes de agua viva

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 37-39a
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba:
- «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva.»
Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Transforma, Señor, en sacramento de salvación los dones que te presentamos con gozo en esta memoria de la santísima Virgen María, por cuya intercesión tu Hijo realizó el primero de sus signos, convirtiendo el agua en vino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN ENGENDRÓ A JESUCRISTO, FUENTE DE AGUA VIVA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias,
Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta celebración de la gloriosa Virgen María.

Porque ella, cubierta por la sombra del Espíritu Santo,
concibió de modo inefable a tu Palabra encarnada,
Jesucristo, fuente del agua viva,
donde los hombres apagan la sed de comunión y de amor.

También la Iglesia ofrece a todos los fieles
la fuente santa de la salvación
que brota del costado de Cristo,
fuente que conserva fecunda y pura, en los sacramentos,
para que se llenen del Espíritu
y encuentren a Cristo Salvador
los que con fe beben de ella.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria,
unidos en común alegría.

Permítenos asociamos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Jn 7, 37
El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba, dice el Señor.

O bien: Is 55, 1

Sedientos todos, acudid por agua; venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde.

Oración después de la comunión
Al participar, Señor, en el banquete celestial, hemos bebido con gozo de la fuente del Salvador; concédenos, a cuantos celebramos la memoria de la Virgen María, que el sacramento recibido sea en nosotros un manantial que salta hasta la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

32
LA VIRGEN MARÍA, MADRE Y MAESTRA ESPIRITUAL
Los hermanos y hermanas carmelitas, tanto los de la antigua observancia como los reformados por santa Teresa de Jesús (+ 1582), se han esforzado siempre en difundir por todas partes el amor a la oración, el anhelo por conseguir la perfección evangélica y el culto a la Madre de Cristo.
Tienen una gran veneración a la santísima Virgen bajo el título «del Monte Carmelo»; ella, en su camino hasta llegar a «Cristo, monte de la salvación» (Oración colecta), los ayuda como Madre amorosa, los protege como Patrona segura, los acompaña como Hermana fiel. Los carmelitas, aunque contemplan asiduamente la totalidad del misterio de santa María Virgen, se dedican de preferencia a la contemplación de la Virgen, entregada a la oración, llevando una vida oculta, meditando en su corazón las palabras del Señor, ejerciendo obras de caridad.
Los hermanos y hermanas carmelitas han reconocido siempre a la Virgen santísima como «madre y maestra espiritual», ya que fue perfecta discípula de Cristo y «estimula con amor y atrae con su ejemplo, / para conducirlos a la caridad perfecta» (Prefacio) a los hijos que «no cesa de engendrar» (Prefacio) para Dios.
En el formulario la santísima Virgen es celebrada como:
- Maestra, que, conservando en su corazón las palabras del Señor (cf. Aleluya, Antífona de comunión, Lc 2, 19.51), nos instruye con su ejemplo (cf. Oración sobre las ofrendas) en el «temor del Señor» (Antífona de entrada, cf. Sal 33 [34], 12); porque siendo «modelo de vida evangélica» (Prefacio), «de ella nosotros aprendemos» a amar a Dios «sobre todas las cosas», a «contemplar (su) Palabra» y a «servir a los hermanos» (Prefacio) con diligencia;
- Madre, que suavemente nos invita a que «subamos al monte del Señor» (Antífona de entrada; cf. Is 2, 3), que es el mismo Cristo (cf. Oración colecta); madre por cuya boca dice la Sabiduría: «Quien me alcanza alcanza la vida» (Pr 8, 34; cf. 1ª Lectura, Pr 8, 17-21. 34-35); madre que, habiéndonos recibido como hijos junto a la cruz del Señor (cf. Evangelio, Jn 19, 25-27), nos ampara «por su protección» (Oración sobre las ofrendas) y nos ayuda con su «poderosa intercesión» (Oración colecta).
Esta misa, con algunas variaciones, se ha tomado del Proprium missarum Fratrum Discalceatorum Ordinis b.mae Mariae Virginis de Monte Carmelo, Curia General OCD, Roma 1973, pp. 51-52. 90.

Antífona de entrada Sal 33 (34), 12; cf. Is 2, 3
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Venid, subamos al monte del Señor, y marcharemos por sus sendas.

Oración colecta
Te suplicamos, Señor, que la poderosa intercesión de la Virgen María nos ayude y nos haga llegar hasta Cristo, monte de la salvación. Que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Proverbios 8, 17-21. 34-35
Así dice la sabiduría de Dios:
Yo amo a los que me aman,
y los que madrugan por mí me encuentran;
yo traigo riqueza y gloria,
fortuna copiosa y bien ganada;
mi fruto es mejor que el oro puro,
y mi renta vale más que la plata,
camino por sendero justo,
por las sendas del derecho,
para legar riquezas a mis amigos
y colmar sus tesoros.
Dichoso el hombre que me escucha,
velando en mi portal cada día,
guardando las jambas de mi puerta.
Quien me alcanza alcanza la vida
y goza del favor del Señor.»
Palabra de Dios.

O bien:

Mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos

Lectura del Profeta Isaías 56, 1. 6-7.
Así dice el Señor:
Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor,
para servirlo,
para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza:
los traeré a mi Monte Santo,
los alegraré en mi casa de oración;
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios,
porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5 (R.: 1b)
R. El justo habitará en tu monte santo, Señor.

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que obra así nunca fallará. R.

Aleluya Cf Lc 2, 19
Dichosa es la Virgen María que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.

EVANGELIO

Señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.»

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:
- «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:
- «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»
Palabra del Señor.

O bien:

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.

En lugar de este evangelio, puede utilizarse el que figura en el Apéndice, núm. 19

Oración sobre las ofrendas
Por estos dones que te presentamos con alegría santifica, Señor, a tus siervos, instruidos en el ejemplo de la santísima Virgen y amparados por su protección, para que, cumpliendo fielmente las promesas bautismales, te sirvan a ti y a los hermanos con un corazón sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA VIRGEN MARÍA, MADRE Y MAESTRA, QUE ESTIMULA A SUS HIJOS CON AMOR Y LOS INSTRUYE CON SU EJEMPLO

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la memoria de santa María, siempre Virgen.

Que, asociada íntimamente al misterio de Cristo,
no cesa de engendrar nuevos hijos con la Iglesia,
a los que estimula con amor y atrae con su ejemplo,
para conducidos a la caridad perfecta.
Ella es modelo de vida evangélica, de ella nosotros aprendemos:
con su inspiración nos enseña a amarte sobre todas las cosas,
con su actitud nos invita a contemplar tu Palabra,
y con su corazón nos mueve a servir a los hermanos.

Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Lc 2, 19
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Oración después de la comunión
Fortalecidos con el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, te suplicamos, Señor, que la gracia de tu amor nos disponga a imitar fielmente las virtudes de la Santísima Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.

33
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN CONSEJO
Los fieles de todo el mundo invocan a la Virgen María como madre del buen consejo, cuando rezan piadosamente las Letanías de la Virgen María, ya que León XIII, el año 1903, introdujo esta invocación en el formulario Lauretano. El culto a la Virgen María, madre del buen consejo, se difundió ampliamente desde la villa de Genazzano, cerca de Roma, donde hay un célebre santuario dedicado a ella, por obra principalmente de los hermanos y hermanas de la Familia agustina.
Con razón se atribuye a santa María el título de «madre del buen consejo»: es madre de Cristo, a quien Isaías llamó proféticamente (cf. 1ª Lectura, Is 9, 2-7; Oración después de la comunión) «Maravilla de Consejero» (Is 9,5); vivió siempre guiada por el «Espíritu de consejo», que la «protegió maravillosamente» (Oración sobre las ofrendas); «se adhirió íntimamente» al «designio divino / de recapitular todas las cosas en Cristo» (Prefacio; cf. Ef 1, 10); Dios la llenó «con la plenitud de los dones del Espíritu Santo» (P.f), entre los cuales destaca el «espíritu de sabiduría» (Antífona de entrada; cf. Sb 7, 7b).
En el formulario la santísima Virgen es celebrada como la Madre y Maestra que, enriquecida con el don de consejo, proclama de buen grado lo mismo que pregona la Sabiduría: «Yo poseo el buen consejo y el acierto, / son mías la prudencia y el valor» (Aleluya, Pr 8, 14); estos dones los comparte gustosamente con los hijos y discípulos (cf. Antífona de entrada) advirtiéndoles antes que nada que hagan lo que Cristo les diga (cf. Evangelio, Jn 2, 1-11; Antífona de comunión, Jn 2, 5).
Aleluya celebrar esta misa pedimos encarecidamente a Dios el don de consejo, «para que nos haga conocer lo que, (le) es grato / y nos guíe en nuestras tareas» (Oración colecta; cf. Oración después de la comunión).
Esta misa, a excepción del Prefacio, está tomada del Proprium missarum Ordinis Fratrum sancti Augustini, aprobado por la Sagrada Congregación para el Culto Divino el año 1975.

Antífona de entrada Sb 7, 7b. 13
Invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría; la aprendí sin malicia, la reparto sin envidia y no me guardo sus riquezas.

Oración colecta
Señor, tú sabes que los pensamientos de los mortales son inconstantes e inciertos; por intercesión de la bienaventurada Virgen María, en la que se encarnó tu Hijo, danos el espíritu de tu consejo, para que nos haga conocer lo que te es grato y nos guíe en nuestras tareas. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Un hijo se nos ha dado

Lectura del Profeta Isaías 9, 2-4. 6-7.
El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,
como se alegran
al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:
lleva al hombro el principado,
y es su nombre:
Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Palabra de Dios.

O bien:

Se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14; 2, 1-4
Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Si 14, 22-23. 24-25. 26-27 (R.: 22a)
R. Dichoso el hombre que piensa en la sabiduría.

Dichoso el hombre que piensa en la sabiduría
  y pretende la prudencia,
  el que presta atención a sus caminos
  y se fija en sus sendas;
sale tras ella para espiarla
y acecha junto a su portal. R.

Mira por sus ventanas
y escucha a su puerta,
acampa junto a su casa
y clava sus estacas junto a su pared,
pone su tienda junto a ella
y se acomoda como un buen vecino. R.

Pone nido en su ramaje
y mora entre su fronda,
se protege del bochorno a su sombra
y habita en su morada. R.

Aleluya Pr 8, 14
Yo poseo el buen consejo y el acierto, son mías la prudencia y el valor.

EVANGELIO

La madre de Jesús dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga»

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No les queda vino».
Jesús le contestó:
- «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
- «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
- «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
- «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
El Espíritu de consejo que protegió maravillosamente a la Virgen María, tu humilde esclava, haga gratos a tus ojos, Señor, estos dones que te presentamos llenos de respeto. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN SE ADHIRIÓ ÍNTIMAMENTE AL CONSEJO DEL AMOR DIVINO

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Que llenaste a la Santísima Virgen María
con la plenitud de los dones del Espíritu Santo,
para hacerla digna Madre y asociada al Redentor.

Enriquecida de esta manera,
buscó siempre tu voluntad
y la cumplió fielmente;
proclamó con alegría tu gran misericordia,
y se adhirió íntimamente a tu designio divino
de recapitular todas las cosas en Cristo.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria,
unidos en común alegría.

Permítenos asociamos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. Jn 2, 5
La madre de Jesús dijo a los sirvientes: Haced lo que él os diga

Oración después de la comunión
Al celebrar la memoria de santa María, Madre del Buen Consejo, hemos participado, Señor, de tus sacramentos; concédenos conocer lo que te agrada y merecer la salvación por tu Hijo, que nos diste, por medio de la Virgen, como Consejero admirable Que vive y reina por los siglos de los siglos.

34
LA VIRGEN MARÍA, CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA
Cristo Jesús, que vino al mundo para traer a los hombres la paz y la alegría (cf. Jn 15, 11; 17, 13), al nacer llenó de alegría a unos humildes pastores (cf. Lc 2, 10), al resucitar de entre los muertos alegró a los discípulos (cf. Jn 20, 20; Lc 24, 41), al subir al cielo dejó a los apóstoles en un estado de gran alegría (cf. Lc 24, 52); sentado a la derecha del Padre envió sobre la Iglesia naciente el Espíritu de caridad y de alegría (cf. Ga 5, 22).
La Iglesia esposa puso siempre su alegría en Cristo esposo y lo ha amado con una alegría cada vez más intensa. Cuando Jesús vino a nosotros por medio de María, la Iglesia fue comprendiendo gradualmente que la santísima Virgen, por su cooperación en la encarnación del Verbo, es la causa, origen y fuente de tanta alegría; además, ha experimentado que la tristeza que Eva, por su desobediencia, había introducido en el mundo, María, por su obediencia, la había convertido en alegría; de ahí que empezara a venerarla con el título de «Causa de nuestra alegría». El culto a santa María Virgen bajo este título se propagó principalmente en Francia y Canadá (Notre Dame de Liesse).
El formulario recuerda los acontecimientos de salvación que Dios ha realizado por Cristo en el Espíritu Santo, y que fueron causa de alegría para la santísima Virgen, para la Iglesia y para el género humano. Se celebra principalmente:
- la elección de santa María, que desde la eternidad «ha encontrado gracia ante Dios» (Antífona de entrada, cf. Lc 1, 30) Y fue elegida por él como morada divina («yo vengo a habitar dentro de ti» [1ª Lectura, Za 2, 14]), «ciudad de Dios» a la que «el correr de las acequias alegra» (Antífona de comunión, Sal 45 [46], 5); por esto, en cuanto ciudad-esposa, ha sido vestida de «un traje de gala» y envuelta «en un manto de triunfo» (cf. 1ª Lectura [o bien], Is 61, 10). De ahí que en la misa resuenan con frecuencia expresiones de alegría: «Alégrate, Virgen María» (Antífona de entrada, cf. Lc 1, 28); «Alégrate y goza, hija de Sión» (1ª Lectura, Za 2, 14); «Dios te salve, ... / alegría del género humano» (Aleluya);
- el nacimiento de la santísima Virgen, que «anunció la alegría a todo el mundo» (Prefacio);
- la visita de María a Isabel, en la cual la santísima Virgen profirió un cántico de alabanza y de júbilo (cf. Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54) Y el niño saltó de alegría en el vientre de su madre (cf. Evangelio, Lc 1, 39-47) por la venida del Salvador;
- el nacimiento del Señor, ya que Dios, «por la encarnación de (su) Hijo, / (ha) llenado el mundo de alegría» (Oración colecta); en efecto, el parto de María «manifestó la luz gozosa» (Prefacio) y nos trajo «la salvación y el gozo» (Aleluya);
- la resurrección de Cristo: suplicamos a Dios que «por la fuerza salvadora de su resurrección / merezcamos llegar a las alegrías eternas» (Oración después de la comunión);
- la asunción de santa María, ya que «su tránsito glorioso / la llevó a los cielos, / donde nos espera, ... / hasta que podamos alegrarnos con ella, / contemplando (a Dios) para siempre» (Prefacio).

Antífona de entrada Cf. Lc 1, 28. 30-31
Alégrate, Virgen María; has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Oración colecta
Oh Dios, que, por la encarnación de tu Hijo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, a los que veneramos a su Madre, causa de nuestra alegría, permanecer siempre en el camino de tus mandamientos, para que nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Alégrate, hija de Sión, que yo vengo

Lectura del Profeta Zacarías 2, 10-13.
¡Alégrate y goza, hija de Sión!,
que yo vengo a habitar dentro de ti
—oráculo del Señor—.
Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos,
y serán pueblo mío.
Habitaré en medio de ti,
y comprenderás que el Señor de los Ejércitos
me ha enviado a ti.
El Señor tomará posesión de Judá
sobre la tierra santa
y elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Calle toda carne ante el Señor,
cuando se levanta de su santa morada!
Palabra de Dios.

O bien:

Desbordo de gozo con el Señor

Lectura del Profeta Isaías 61, 9-11.
Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos, entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10b)
R. Me alegro con mi Dios.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones. R.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Dios te salve, María, alegría del género humano, que con tu parto virginal nos diste la salvación y el gozo.

EVANGELIO

Dichosa tú, que has creído

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-47.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
— ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
— Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Palabra del Señor.

O bien:

Mi alegría está en vosotros

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones de tu Iglesia exultante de gozo, y a quienes has dado todos los bienes en Cristo salvador, nacido de la Virgen inmaculada, concédenos también participar del gozo eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA VIDA DE LA VIRGEN CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias,
Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta memoria de la Virgen María, tu hija amada.

Su nacimiento dichoso
anunció la alegría a todo el mundo;
su maternidad virginal
manifestó la Luz gozosa;
su vida humilde
ilumina a toda la Iglesia;
y su tránsito glorioso
la llevó a los cielos,
donde nos espera, como hermana y madre,
hasta que podamos alegramos con ella,
contemplándote para siempre.

Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:

Santo, Santo Santo.

Antífona de comunión Sal 45 (46), 5
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.

O bien: Lc 1, 48-49

Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de estos misterios que hemos celebrado, y pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

35
LA VIRGEN MARÍA, AMPARO DE LA FE
La santísima Virgen es la mujer insigne por su fe, la discípula que en cierto modo recopila en su persona y reverbera los elementos principales de la enseñanza cristiana (cf. LO 65), madre que sostiene y protege la fe de sus hijos.
Mujer insigne por su fe: Isabel, la madre del Precursor, la proclamó dichosa porque había creído en el mensaje divino (cf. Lc 1, 45); por la fe concibió al Hijo de Dios; apoyada en la fe siguió a Jesús y soportó su muerte junto a la cruz; movida por la fe creyó que él resucitaría y esperó la venida de la Promesa del Padre.
Discípula que recopila en sí los dogmas de la fe: la santísima Virgen, «habiendo entrado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une y refleja en sí las más grandes exigencias de la fe», como enseña el Concilio Vaticano II (LG 65); su concepción inmaculada demuestra la libertad y munificencia de Dios al elegir los instrumentos de salvación y de gracia; su consentimiento en la obra de la encarnación salvadora manifiesta el sentido y la eficacia de la cooperación del hombre en el designio divino de salvación; su parto virginal hace patente que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre; su vida santa y su condición -ya que fue virgen, esposa, madre- esbozan los rasgos de la Iglesia; su asunción al cielo es figura anticipada de la gloria futura del hombre.
Madre que sostiene la fe de sus hijos: santa María, que reina gloriosa en el cielo, actúa misteriosamente en la tierra, mostrando a sus hijos el camino de la verdad. Por esto, ha sucedido muchas veces que aquellos fieles que nunca han dejado de amar y dar culto a la Madre de Cristo, a pesar de encontrarse privados de todo auxilio espiritual, han conservado íntegra la fe.
Por esto, la gloriosa Madre de Dios, que destruye las herejías, que conculca la fuerza del error, que desenmascara la falacia de los ídolos (cf. Himno Akathistos, vv. 111-112: ed. O. O. Meersseman, Der Hymnos Akathistos im Abendland, vol. 1, Universitätsverlag, Friburgo [Suiza], 1958, p. 114), ya desde tiempos antiguos ha sido invocada por el pueblo cristiano como «amparo de nuestra fe» (Prefacio).
Esta misa, en la que pedimos ser «firmes en la fe» (Oración sobre las ofrendas), «fortaleza en la fe» (Oración colecta) y «vivir según el camino de la fe en la tierra» (Oración después de la comunión), reproduce en gran parte el formulario que lleva por título «Nuestra Señora del Pilar» (cf. Misal Romano reformado por mandato del Concilio Vaticano II ... Edición típica aprobada por la Conferencia episcopal española, Coeditores Litúrgicos, Madrid 1978, pp. 659-660).

Antífona de entrada Cf. Sb 18, 3; Ex 13, 21-22
Tú, Virgen María, eres como la columna luminosa que de día y de noche guiaba al pueblo en el desierto, para enseñarle el camino.

O bien:

Gloriosa Madre de Cristo, porque has creído que el Hijo, a quien concebiste creyendo, muerto por nosotros, había de resucitar. ¡Oh, piadosa!, tú eres para la Iglesia fortaleza de la fe.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Has aniquilado a los enemigos de tu pueblo

Lectura del libro de Judit 13, 14. 17-20
En aquellos días, Judit dijo al pueblo gritando:
-«¡Alabad a Dios, alabadlo! Alabad a Dios, que no ha retirado su misericordia de la casa de Israel; que por mi mano ha dado muerte al enemigo esta misma noche.»
Todos se quedaron asombrados y, postrándose en adoración a Dios, dijeron a una voz:
-«Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoya los enemigos de tu pueblo.»
Y Ozías dijo a Judit:
-«Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito el Señor, creador del cielo y tierra, que enderezó tu golpe contra la cabeza del general enemigo. Los que recuerden esta hazaña de Dios jamás perderán la confianza que tú inspiras. Que el Señor te engrandezca siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida, ante la humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con rectitud en presencia de nuestro Dios.»
Todos aclamaron:
-«¡Así sea, así sea!»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 26, 1.3.4.5
R. Tú eres mi auxilio, Dios de mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida;
¿quién me hará temblar? R.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo. R.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.

Aleluya
Afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo.

EVANGELIO

Dichoso el vientre que te llevó

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
— ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él repuso:
— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste brillar sobre nosotros la luz de la fe, haz que los dones que ahora te presentamos y las súplicas que te dirigimos nos consigan, por intercesión de la santa Madre del Redentor, permanecer firmes en la fe y generosos en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

SANTA MARÍA, ESPERANZA DE LOS FIELES Y AMPARO DE LA FE

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por todas las grandes maravillas de amor y de gracia
que has realizado misericordiosamente
en la Virgen, Madre de tu Hijo.

Ella, concebida sin pecado,
no fue contaminada por la corrupción del sepulcro;
pues, siendo intacta en su virginidad,
fue constituida tálamo precioso
del cual salió Cristo,
luz de las gentes y esposo de la Iglesia:
gloriosa en su Descendencia,
es esperanza de los fieles
y amparo de nuestra fe.

Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo,
así nosotros en la tierra te aclamamos,
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Lc 1, 48
Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Oración después de la comunión
Oh Dios, que de modo maravilloso multiplicas tu presencia en medio de nosotros, al darte gracias por este sacramento con que nos has alimentado, te rogamos nos concedas, por intercesión de santa María Virgen, vivir según el camino de la fe en la tierra y llegar a contemplarte eternamente en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

36
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL AMOR HERMOSO
En el Missale Romanum (ed. 1962), que estuvo en vigor hasta la promulgación del Missale reformado según las normas del Concilio Vaticano II (ed. 1970), en la sección Pro aliquibus loeis, el día 8 de mayo (antes el 31 de mayo), se halla la misa Beatae Mariae Reginae sanctorürn omnium et Matris pulchrae dilectionis (pp. 157-158).
La expresión «madre del amor hermoso» aparece en el libro del Eclesiástico 24, 24 (según el texto latino de la Nova Vulgata): «Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa», y desde el siglo X se ha empleado con frecuencia en las misas de Beata.
La Iglesia, en esta misa, según la tradición tanto del Oriente como del Occidente, celebrando el misterio y la función de santa María, contempla con gozo su espiritual belleza. La belleza es el resplandor de la santidad y de la verdad de Dios, «fuente de toda belleza (Oración colecta 2), e imagen de la bondad y de la fidelidad de Cristo, «el más bello de los hombres» (Oración colecta 1; Sal 44 [45], 3).
En el formulario la santísima Virgen es llamada «hermosa» por tres razones: porque, por el hecho de ser «llena de gracia» (Evangelio, Lc 1, 28) y «adornada con los dones del Espíritu Santo» (Oración colecta 3), «resplandece toda hermosa / ... gloria de (su) Hijo y compendio de virtudes» (Oración colecta 2); porque amó a Dios, al Hijo hermoso y a todos los hombres con un amor hermoso, esto es, un amor virginal, de esposa y de madre; porque participó hermosamente en el misterio de la concepción y del nacimiento de Cristo y en el de su muerte y resurrección (cf. Prefacio), es decir, se adhirió con fuerza y con suavidad, con armonía y con fidelidad al designio salvador de Dios.
Para celebrar la hermosura espiritual de santa María, el formulario emplea figuras e imágenes bíblicas y patrísticas, usadas en la sagrada liturgia. En efecto, en la persona de santa María, qlie es «toda hermosa» y en la cual «no hay ... defecto» (cf. Salmo responsorial Ct 4, 7), se encuentran, elevadas al máximo, las egregias virtudes de las mujeres del antiguo Testamento: la hermosura y el amor de la esposa del Cantar de los cantares (cf. Antífona de entrada 2, Ct 6, 10; Salmo responsorial); la belleza y la sensatez de Judit (cf. Antífona de comunión 1, Jdt 11, 21); el esplendor y la gracia de la Reina, esposa del Rey mesiánico (cf. Antífona de comunión 2, Sal 44 [45], 3).
El «camino de la hermosura» es el camino de la perfección cristiana, ya que los fieles que lo recorren «con la Virgen María» (Oración sobre las ofrendas) se esfuerzan en «avanzar por las sendas de la santidad» (Oración después de la comunión) y piden a Dios que, «rechazando la fealdad del pecado», busquen sin cesar «la belleza de la gracia» (Oración colecta 3).

Antífona de entrada
Hijas de Sión, salid a ver a nuestra Reina, a la que alaban los astros de la mañana y cuya belleza admiran el sol y la luna, y celebran todos los hijos de Dios.

O bien: Cf. Ct 6, 10; Lc 1,42
Todo es hermoso y agradable en ti, Hija de Sión, hermosa como la luna y límpida como el sol, bendita entre las mujeres.

Oración colecta
Oh Dios, con tu designio admirable, hiciste que Jesucristo, el más bello de los hombres, saliera de un tálamo virginal como el Esposo de la Iglesia; concédenos, por intercesión de María, su Madre, la alegría y la paz para todos los pueblos e ilumina nuestros corazones con la luz de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

O bien:

Señor Dios, en tu presencia resplandece toda hermosa la Virgen María, tu humilde sierva, gloria de tu Hijo y compendio de virtudes; concédenos procurar, como ella, todo lo que es verdadero y noble, para llegar un día ante ti, fuente de toda belleza y autor del amor hermoso. Por nuestro Señor Jesucristo.

O bien:

Interceda por nosotros, Señor, la gloriosa Virgen María, que, adornada con los dones del Espíritu Santo, te agradó a ti y engendró para nosotros a tu Hijo Unigénito, el más bello de los hombres, para que, rechazando la fealdad del pecado, busquemos sin cesar la belleza de la gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Yo soy la madre del amor puro

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 17-22
Como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
Yo soy la madre del amor puro, del temor,
del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce, que la miel,
y mi herencia, mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará;
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Ct 2, 10bc y 14ef; 4, 8a y 9a. 11cd y 12. 15 (R.: 4, 7)
R. Toda eres hermosa, María, y no hay ti defecto.

«¡ Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!
Porque es muy dulce tu voz,
y es hermosa tu figura.»

Ven desde el Líbano, novia mía, ven
me has enamorada, hermana y novia mía,
me has enamorado con una sola de tus miradas,

Y la fragancia de tus vestidos
es fragancia del Líbano.
Eres jardín cerrado, hermana y novia mía,
eres jardín cerrado, fuente sellada.

La fuente del jardín
es pozo de agua viva
que baja desde el Líbano.

Aleluya Cf. Lc 1, 28
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que nos sea provechosa la ofrenda que te dedicamos, para que, recorriendo con la Virgen María el hermoso camino de la santidad, nos renovemos con la participación en tu vida divina y merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

MARÍA ES TODA HERMOSA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta conmemoración de la santísima Virgen María.

Ella fue hermosa en su concepción,
y, libre de toda mancha de pecado,
resplandece adornada con la luz de la gracia;

hermosa en su maternidad virginal,
por la cual derramó sobre el mundo el resplandor de tu gloria,
Jesucristo, tu Hijo, salvador y hermano de todos nosotros;

hermosa en la pasión y muerte del Hijo,
vestida con la púrpura de su sangre,
como mansa cordera que padeció con el Cordero inocente,
recibiendo una nueva función de madre;

hermosa en la resurrección de Cristo,
con el que reina gloriosa,
después de haber participado en su victoria.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf Jdt 11, 21
No hay mujer como ésta en toda la tierra en el aspecto y en la hermosura y en la sensatez de sus palabras.

O bien: Sal 44 (45), 3

En tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente.

Oración después de la comunión
Protege, Señor, continuamente a los que alimentas con tus sacramentos, y a quienes has dado por madre a la Virgen María, radiante de hermosura por sus virtudes, concédenos avanzar por las sendas de la santidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

37
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA SANTA ESPERANZA
El Concilio Vaticano II, en la conclusión de la Constitución dogmática Lumen gentium, afirma que la santísima Virgen «en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (cf. 2P 3, 10), precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, corno signo de esperanza segura y de consuelo» (LG 68). Estas palabras se repiten casi literalmente en el Prefacio de la misa de la asunción de la Virgen santísima (cf. Misal Romano, Prefacio 15 de agosto).
La Iglesia, al considerar la función de la santísima Virgen en la historia de la salvación, la llama con frecuencia «esperanza nuestra» (Antífona final «Dios te salve, Reina y Madre»; Himno Laudes 8 de diciembre) y «madre de la esperanza» (cf. Himno Oficio de Lectura latino 21 de noviembre; cf. Si 24, 24); se alegra del nacimiento de santa María Virgen, que «fue para el mundo esperanza y aurora de salvación» (Oración después de la comunión 8 de septiembre); pensando en su maternidad salvadora, canta suplicante: «Aeternae vitae ianua, / aurem nobis aeeomoda, / per quam spes vitae rediit, / quam Eva peccans abstulit» (Himno Vísperas 22 de agosto); en el misterio de la gloriosa asunción contempla a la santísima Virgen corno «esperanza segura de salvación», que brilla para los fieles «en medio de las dificultades de la vida» (cf. Himno Laudes latino 15 de agosto). El día 9 de julio, en algunas Iglesias particulares se celebra la memoria de Santa María Virgen, madre de la santa esperanza, en especial en la Congregación de la Pasión de Jesucristo, de cuyo Proprium missarum, Curia General CP, Roma 1974, pp. 21-22, se han tomado algunos textos de este formulario.
En esta misa se venera a la Madre de Cristo:
- porque durante su vida aquí en la tierra alimentó constantemente la «virtud de la esperanza»: «confió... plenamente» (Prefacio) en el Señor y «concibió creyendo y alimentó esperando, / al Hijo del hombre, anunciado por los profetas» (Prefacio);
- porque, habiendo subido al cielo, se ha convertido en la «esperanza de los creyentes» (Antífona de entrada); ella ayuda a los que desesperan (cf. Antífona de entrada) y es aliento, consuelo y fortaleza de los que acuden a ella (cf. Oración colecta 1, Oración colecta 2, Antífona de entrada);
- porque precede con su luz a todos los hijos de Adán corno «señal de esperanza segura y de consuelo» (Prefacio, cf. Oración colecta 2) «hasta que amanezca el día glorioso del Señor» (Prefacio).

Antífona de entrada
Salve, Virgen María, esperanza de los creyentes, tú ayudas a los que desesperan y confortas a los que acuden a ti.

Oración colecta
Oh Dios, que nos concedes venerar a la Virgen María como Madre de la Santa Esperanza, concédenos, por su intercesión, orientar nuestra esperanza hacia los bienes de arriba, cumplir nuestra misión en la ciudad terrena y recibir un día los bienes que la fe nos invita a esperar. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Yo soy la madre de la esperanza santa

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 9-12. 19-22
Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y resido en la congregación plena de los santos. Yo soy la madre del amor puro, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de virtud. Venid a mí, los que me amáis, y saciaos de mis frutos; mi nombre es más dulce que la miel, y mi herencia, mejor que los panales. El que me come tendrá más hambre, el que me bebe tendrá más sed; el que me escucha no fracasará, el que me pone en práctica no pecará; el que me honra poseerá la vida eterna.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55
R. María, esperanza nuestra, Dios te salve.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

Aleluya
Madre santa y Virgen sin mancha, Reina gloriosa del mundo, intercede por nosotros ante el Señor, que te escogió.

EVANGELIO

Y la madre de Jesús estaba allí

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No les queda vino».
Jesús le contestó:
- «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
- «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
- «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
- «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo y acepta sus ofrendas, de manera que, por intercesión de la Virgen María, Madre de tu Hijo, todo deseo sea atendido y toda petición escuchada. Por Jesucristo nuestro Señor.

Prefacio

SANTA MARÍA, MODELO DE ESPERANZA SOBRENATURAL

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
celebrarte con las más grandes alabanzas,
Señor, Padre santo,
que generosamente entregaste a Jesucristo al mundo
como autor de la salvación,
y le diste también a María
como modelo de sobrenatural esperanza.

Porque tu humilde esclava,
confió en ti plenamente:
creyendo en tu palabra,
concibió y alimentó al Hijo del hombre,
anunciado por los profetas;
y, entregada por entero a la obra de la salvación,
fue hecha madre de todos los hombres.

Pero a la vez ella, fruto excelso de la redención,
es también hermana de todos los hijos de Adán,
que, caminando hacia la liberación plena,
miran a María como señal de esperanza segura y de consuelo,
hasta que amanezca el día glorioso del Señor.

Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría.

Santo, Santo, Santo.

Oración después de la comunión
Alimentados con los sacramentos de la salvación y de la fe, te pedimos, Señor y Padre nuestro, que, recordando con amor a la Virgen María, Madre de la Esperanza, merezcamos participar con ella de tu amor divino.  Por Jesucristo nuestro Señor.

38
SANTA MARÍA, MADRE Y REINA DE LA UNIDAD
El ejemplo de Cristo orando al Padre «para que todos sean uno» (Evangelio 2, Jn 17,21) apremia a todos sus discípulos para que también ellos rueguen fervorosamente por la unidad de los cristianos.
La Iglesia católica, inflamada en el celo por la unidad de los cristianos, e incluso de todos los hombres, suplica a Dios, por intercesión de la Virgen María, que «todos los pueblos» se reúnan «en un mismo pueblo de la nueva Alianza» (Oración colecta). Porque la Iglesia está persuadida de que la causa de la unidad de los cristianos atañe a la función de maternidad espiritual de santa María Virgen (cf. León XIII, Carta encíclica Adiutricem populi: AAS 28 [1895-1896], p. 135). De ahí que Pablo VI, más de una vez, dio a la santísima Virgen el apelativo de «Madre de la unidad» (cf. Insegnamenti di Paolo VI, 111, p. 69).
El formulario de esta misa celebra en primer lugar a Dios, «fuente de la unidad y origen de la concordia» (cf. Oración colecta); luego recuerda al Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo (cf. 1ª Lectura [o bien], 1Tm 2,5), el cual, la víspera de su pasión, rogó al Padre por los discípulos para que fueran completamente uno (cf. Evangelio 2, Jn 17,20-26); Y también conmemora a la santísima Virgen, que, en determinados acontecimientos de la salvación relacionados con el «misterio de la unidad», tuvo un papel destacado:
- en el misterio de la encarnación, cuando en su «seno virginal» el Verbo de Dios «se unió íntimamente a la condición humana» (Oración sobre las ofrendas);
- en su maternidad virginal, cuando el Hijo de Dios «eligió para sí una Madre incorrupta de alma y de cuerpo» (Prefacio), que fuera imagen de la esposa Iglesia una e indivisa (cf. Prefacio);
- en la pasión de Cristo, cuando Jesús, «elevado sobre la tierra, en presencia de la Virgen Madre, / congregó en la unidad» a los hijos de Dios «dispersos» (Prefacio);
- en la efusión del Espíritu Santo, cuando Jesús, después de volver al Padre, «envió sobre la Virgen María, / en oración con los apóstoles, / el Espíritu de la concordia y de la unidad, / de la paz y del perdón» (Prefacio; cf. Antífona de entrada 2).

Antífona de entrada Cf. Tb 13, 13
Saldrás con júbilo al encuentro de los hijos de Dios, Virgen María, porque todos se reunirán para bendecir al Señor del mundo.

O bien: Cf. Hch 1, 14
Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.

Oración colecta
Señor, Padre santo, fuente de la unidad y origen de la concordia, por intercesión de la Virgen María, madre de los hombres, haz que todos los pueblos nos reunamos en un mismo pueblo de la nueva Alianza. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Entonces os congregaré

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-20
Regocíjate, hija de Sión;
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.»
Ap artaré de ti la amenaza,
el oprobio que pesa sobre ti.
Entonces destruiré a tus enemigos,
salvaré a los inválidos,
reuniré a los dispersos;
les daré fama y renombre en la tierra,
donde ahora los desprecian.
Entonces os traeré
cuando os haya congregado.
Os haré renombrados y famosos
entre los pueblos de la tierra
cuando cambie vuestra suerte ante sus ojos.
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios.

O bien:

Uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2, 1-8
Queridos hermano:
Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los paganos en fe y verdad.
Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Jr 31, 10. 11-12ab. 13-14 (R.: cf. 10c)
R. Reúne, Señor, a tu pueblo disperso.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como pastor a su rebaño.» R.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con enjundia,
y mi pueblo se saciará de mis bienes. R.

Aleluya
Que tu Iglesia, Señor, esparcida por la tierra, sea congregada en la unidad de tu reino; porque tuya es la gloria, tuyo el poder, por Jesucristo, por siempre.

EVANGELIO

Para reunir a los hijos de Dios dispersos

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
– «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.»
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
– «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.»
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Palabra del Señor.

O bien:

Que sean completamente uno

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
– «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Al venerar la memoria de santa María virgen, en cuyo seno virginal la naturaleza divina se unió íntimamente a la condición humana, te pedimos, Señor, que esta ofrenda sea para nosotros sacramento de tu amor, signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA FUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LA UNIDAD DE LA IGLESIA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque él, autor de la fe íntegra y amante de la unidad,
eligió para sí una Madre incorrupta de alma y de cuerpo
y quiso como Esposa a la Iglesia una e indivisa.

Elevado sobre la tierra, en presencia de la Virgen Madre,
congregó en la unidad a tus hijos dispersos,
uniéndolos a sí mismo con los vínculos del amor.

Vuelto a ti y sentado a tu derecha,
envió sobre la Virgen María,
en oración con los apóstoles,
el Espíritu de la concordia y de la unidad,
de la paz y del perdón.

Por eso,
con los ángeles y los santos
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Cf. 1 Co 10, 17
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan y bebemos del mismo cáliz.

Oración después de la comunión
Por los santos misterios que hemos recibido, Señor, en esta memoria de santa María, Madre de la unidad, infúndenos tu Espíritu de paz y de mansedumbre, para que, actuando siempre con ánimo concorde, hagamos más próxima la venida de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

TERCERA SECCIÓN
Esta sección comprende ocho formularios que celebran la memoria de santa María bajo títulos que evocan su misericordiosa intercesión en favor de los fieles.

FORMULARIOS DE MISAS
39. Santa María, reina y madre de misericordia
40. La Virgen María, madre de la divina providencia
41. La Virgen María, madre del consuelo
42. La Virgen María, auxilio de los cristianos
43. La Virgen María de la Merced
44. La Virgen María, salud de los enfermos
45. La Virgen María, reina de la paz
46. La Virgen María, puerta del cielo

39
SANTA MARÍA, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
El título de este formulario abarca dos características que con frecuencia se atribuyen a la santísima Virgen, llenas ambas de atractivo y muy gratas a los fieles: «Reina de misericordia» y «Madre de misericordia».
El título de «Reina de misericordia» (cf. Antífona de entrada, Oración colecta 2, Al) celebra la bondad, la generosidad, la dignidad de la santísima Virgen, la cual, elevada al cielo, cumpliendo en su persona lo que prefiguraba la reina Ester (cf. 1ª Lectura, Est 4, 17), «ruega incesantemente» (Prefacio) a su Hijo por la salvación del pueblo, que acude a ella confiadamente en sus tribulaciones y peligros. La santísima Virgen, por tanto, es la «Reina clemente» (Prefacio; cf. Oración después de la comunión) «que, habiendo experimentado (la) misericordia (de Dios) / de un modo único y privilegiado, / acoge a todos los que en ella se refugian» (Prefacio; cf. Oración después de la comunión); por esto, es saludada con razón como «consuelo de los penitentes y esperanza de los pecadores» (Antífona de entrada).
Con el título de «Madre de misericordia» (cf. Oración colecta 1, Prefacio, Oración sobre las ofrendas), que al parecer atribuyó por primera vez a la santísima Virgen san Odón (+ 942), abad de Cluny (cf. Vita Odonis 1, 9: PL 133,47), es celebrada con razón santa María, porque dio a luz para nosotros a Jesucristo, misericordia visible del invisible Dios misericordioso, y porque es madre espiritual de los fieles, llena de gracia y de misericordia: la santísima Virgen «es llamada "Madre de la misericordia" -dice san Lorenzo de Brindis-, esto es, misericordiosísima, Madre clementísima, Madre tiernísima, amantísima» (Mariale, Sermo secundus super «Salve Regina», 111: Opera omnia, 1, Taller tipográfico del Seminario, Padua 1928, p. 391). La Madre de Jesús, en efecto, ahora que está en el cielo, presenta las necesidades de los fieles al Hijo, al que, cuando estaba en la tierra, suplicó en favor de los esposos de Caná (cf. Evangelio, Jn 2, 1-11).
En el formulario de la misa la santísima Virgen es celebrada como:
- profetisa que ensalza la misericordia de Dios (cf. Evangelio, Lc 1, 39-55); efectivamente, en el cántico del Magnificat alabó por dos veces al Dios misericordioso: «Su misericordia llega a sus fieles / de generación en generación»; «Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia» (Lc 1, 50. 54; cf. Antífona de comunión 2). Por esto, los fieles desean «proclamar continuamente (la) misericordia (de Dios) / con la bienaventurada Virgen María» (Oración después de la comunión);
- mujer que ha experimentado la misericordia de Dios de un modo único y privilegiado: «Ella es la Reina clemente, / que, habiendo experimentado (la) misericordia (de Dios) / de un modo único y privilegiado, / ... escucha cuando la invocan» (Prefacio). Estas palabras del Prefacio parecen como un eco de lo que dice Juan Pablo II sobre la santísima Virgen: «María, de un modo totalmente singular y extraordinario -como nadie más-, conoció la misericordia..., habiendo experimentado la misericordia de manera extraordinaria» (Carta encíclica Dives in misericordia, 9: AAS 72 [1980], pp. 1208. 1209).

Antífona de entrada
Salve, Reina de misericordia, Madre gloriosa de Cristo, consuelo de los penitentes y esperanza de los pecadores.

Oración colecta
Oh Dios, cuya misericordia no tiene límites, concédenos, por intercesión de la Virgen María, Madre de misericordia, conocer tu bondad en la tierra, para alcanzar tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

O bien:

Dios misericordioso, escucha las plegarias de tus hijos que, inclinados por el peso de sus culpas, se convierten a ti e invocan tu clemencia; movido por ella enviaste a tu Hijo al mundo como Salvador y nos diste a la Virgen santa María como Reina de misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.

I

PRIMERA LECTURA

La reina Ester ruega por su pueblo

Lectura del libro de Ester 4, 17n. p-r. aa-bb. Hh-kk
En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel:
Señor mío, único rey nuestro.
Protégeme, que estoy sola
y no tengo otro defensor fuera de ti,
pues yo misma me he expuesto al peligro.
Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia,
cómo tú, Señor,
escogiste a Israel entre las naciones,
a nuestros padres entre todos sus antepasados,
para ser tu heredad perpetua;
y les cumpliste lo que habías prometido.
Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación,
y dame valor, Señor,
rey de los dioses y señor de los poderosos.
Pon en mi boca un discurso acertado
cuando tenga que hablar al león;
haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo,
para que perezca con todos sus cómplices.
A nosotros, líbranos con tu mano;
y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti,
protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: cf. 50)
R. La misericordia del Señor llega de generación en generación.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre. R.

Aleluya
Dignísima Reina del mundo, María siempre virgen, intercede por nuestra paz y nuestra salvación, tú que diste a luz al Señor, el Salvador del mundo.

EVANGELIO

Y la madre de Jesús estaba allí

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

II

SEGUNDA LECTURA

Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 4-10
Hermanos:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.
Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.
Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 6 y 8. 13 y 17 (R.: 17a)
R. Bendice, alma mía, al Señor.

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos. R.

Versículo antes del evangelio
Dios te salve, Madre del Señor, reina de misericordia, consuelo del mundo y esperanza de los desgraciados..

EVANGELIO

Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
— «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones de tu pueblo y, al venerar a la Virgen María como Madre de misericordia, concédenos ser misericordiosos con nuestros hermanos, para poder alcanzar tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, REINA DE PIEDAD, MADRE DE MISERICORDIA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta memoria de la bienaventurada Virgen María.

Ella es la Reina clemente,
que, habiendo experimentado tu misericordia
de un modo único y privilegiado,
acoge a todos los que en ella se refugian
y los escucha cuando la invocan.

Ella es la Madre de la misericordia,
atenta siempre a los ruegos de sus hijos,
para impetrar indulgencia
y obtenerles el perdón de los pecados.

Ella es la dispensadora del amor divino,
la que ruega incesantemente a tu Hijo por nosotros,
para que su gracia enriquezca nuestra pobreza
y su poder fortalezca nuestra debilidad.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unimos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión Lc 6, 36
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.

O bien: Lc 1, 49-50

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, proclamar continuamente tu misericordia con la bienaventurada Virgen María, y experimentar la protección de aquella a quien llamamos Reina clementísima para los pecadores y Madre de misericordia con los pobres. Por Jesucristo, nuestro Señor.

40
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA DIVINA PROVIDENCIA
El año 1744 Benedicto XIV (+ 1758) concedió a la Congregación de Clérigos Regulares de san Pablo (Barnabitas) la misa en honor de santa María Virgen «Madre de la Divina Providencia», venerada en Roma, en la iglesia de san Carlos, llamada vulgarmente «ai Catinari», para ser celebrada el sábado antes del tercer domingo de noviembre. Esta memoria la celebran también muchos otros Institutos religiosos.
Con este título se celebra la función que Dios, cuya «providencia... nunca se equivoca» (Oración colecta), encomendó a la santísima Virgen, para que fuera:
- bondadosísima Madre (Oración sobre las ofrendas) de Cristo, ya que, en el «providencial designio» de Dios, «la bic, aventurada Virgen María... engendró al Salvador del mundo» (Prefacio);
- madre providente (Prefacio) de los hombres, «confiados a ella por Jesucristo en la cruz» (Prefacio);
- dispensadora de gracia (Prefacio); ella, en efecto, que en Caná de Galilea suplicó al Hijo en favor de los esposos (cf. Evangelio, Jn 2,1-11; cf. Prefacio), «ahora, entronizada como reina a la derecha de su Hijo, / atiende a las necesidades de toda la Iglesia» (Prefacio).
La santísima Virgen, por tanto, es llamada «madre de la divina providencia» porque Dios providentísimo nos la ha dado como madre providente, para que con su intercesión nos proveyera de los bienes celestiales. A semejanza de Dios, que no puede olvidarse de su pueblo (cf. Antífona de entrada, Is 49, 15), más aún, que lo consuela como una madre, la santísima Virgen se compadece de nosotros (cf. Antífona de entrada), intercede por nosotros (cf. Oración colecta, Oración sobre las ofrendas, Oración después de la comunión), atiende a las necesidades de la Iglesia (cf. Prefacio), nos llena de consuelo (cf. 1ªLectura, Is 66, 10-14).
De ahí viene que los fieles, ayudados por el patrocinio de una madre tan excelsa, encuentren «la gracia» que los «auxilie aportunamente» (Oración sobre las ofrendas; cf. Hb 4, 16) y que, según el precepto del Señor, buscando ante todo el reino de Dios y su justicia, no les «falten los auxilios de la tierra» (Oración después de la comunión, cf. Mt 6, 33).
La mayor parte de los textos de esta misa están tomados del volumen Missae Propriae, Curia General de los Clérigos Regulares de san Pablo, Roma 1981, pp. 60-76.

Antífona de entrada Is 49, 15
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.

Oración colecta
Oh Dios, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca, y te suplicamos, por intercesión de la Virgen María, Madre de tu Hijo, que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo

Lectura del Profeta Isaías 66, 10-14
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamareis a sus pechos y os saciareis de sus consuelos,
y apurareis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
Yo hare derivar hacia ella,
como un rio, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrara vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestara a sus siervos,
y su cólera a sus enemigos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3 (R.: cf. Sal 56, 2c)
R. Mi alma confía en ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.

Aleluya Jn 2, 1
Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.

EVANGELIO

La madre de Jesús estaba allí. Y creció la fe de sus discípulos en él

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: — Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presenta la Iglesia, para que obtengamos tu misericordia, por intercesión de la bondadosísima Madre de tu Hijo, y encontremos la gracia que nos auxilie oportunamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA SANTÍSIMA VIRGEN, DISPENSADORA DE GRACIA Y MADRE PROVIDENTE

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque, en tu providencial designio,
la bienaventurada Virgen María,
por obra del Espíritu Santo,
engendró al Salvador del mundo.

En Caná de Galilea intercedió ante su Hijo por los esposos,
para que realizara el primero de sus signos:
el agua se enrojeció, los comensales se alegraron
y los discípulos creyeron en el Maestro.

Ahora, entronizada como reina a la derecha de su Hijo,
atiende las necesidades de toda la Iglesia
y es para cada uno de nosotros,
confiados a ella por Jesucristo en la cruz,
dispensadora de gracia y madre providente.

Por eso,
con los ángeles y los santos
te cantamos, el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Cf. Sal 86 (87), 3; Lc 1, 49
¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! El Poderoso ha hecho obras grandes por ti.

Oración después de la comunión
Dios misericordioso, por la eficacia del sacramento recibido en tu mesa santa, y la intercesión de María, Madre de la providencia, haz que busquemos siempre tu reino y tu justicia, sin que nos falten los auxilios de la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor.

41
LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL CONSUELO
Los hechos con que Dios omnipotente y misericordioso viene en ayuda de su pueblo sometido a la opresión o al destierro reciben en la sagrada Escritura el nombre de «consuelo de Dios». El supremo consuelo de los hombres es Cristo, a quien el Padre, cuando se cumplió el tiempo, envió al mundo para vendar los corazones desgarrados (cf. 1ª Lectura, Is 61, 1-3. 10-11).
También santa María Virgen es llamada y venerada con razón como «Madre del consuelo» o «Consoladora de los afligidos», ya que por medio de ella Dios envió «el consuelo a (su) pueblo, Jesucristo, nuestro Señor» (Oración colecta).
Ella, cuando estuvo junto a Cristo que sufría en la cruz, soportando un dolor inmenso, mereció de manera especial la felicidad que el Evangelio promete a los que lloran (cf. Evangelio 1, Mt 5,5); y después que el Señor la ha consolado con la resurrección de Jesús, ella puede consolar a sus hijos en cualquier lucha (cf. Antífona de entrada, 2Co 1, 3-5).
Después de la ascensión de Cristo, «estando en oración con los apóstoles, / pidió ardientemente y esperó confiada / el Espíritu del consuelo y de la paz» (Prefacio, cf. Evangelio 2, Jn 14, 15-21. 25-27).
Además, después de su asunción al cielo, no cesa de interceder con amor de madre por los hombres, afligidos por la tribulación. Por esto, en la Constitución sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II leemos: «La Madre de Jesús... precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo» (LO 68).
Por esto, la Madre del Señor es venerada con el título de «Madre del consuelo» o de «Consuelo de los afligidos» en muchos lugares, sobre todo en la ciudad de Turín (día 20 de junio), donde tiene dedicado un santuario muy célebre, y en muchas familias religiosas, entre las cuales destaca la Orden de san Agustín y el Instituto de Misiones de la Consolata, fundado por el siervo de Dios José Allamano (+ 1926).

Antífona de entrada Cf. 2Co 1, 3
¡Bendito sea Dios, Padre de misericordia y Dios del consuelo! él nos alienta en nuestras luchas.

Oración colecta
Oh Dios, que, por medio de santa María, enviaste el consuelo a tu pueblo, Jesucristo, nuestro Señor, concédenos, por intercesión de la Virgen, estar llenos de todo consuelo para que podamos consolar a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Profeta Isaías 61, 1-3. 10-11
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado
para dar la Buena Noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros, la libertad;
para proclamar el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios;
para consolar a los afligidos,
los afligidos de Sión;
para cambiar su ceniza en corona,
su traje de luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en cánticos.
Los llamarán «Robles del Justo»,
plantados para gloria del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios.

O bien:

Dios nos alienta hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en la lucha

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 3-6
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! El nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo.
Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.

Aleluya Mt 5, 5
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

EVANGELIO

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos:
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios».
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Palabra de Dios.

O bien:

EVANGELIO

Le pediré al Padre que os dé otro Defensor, que esté siempre con vosotros

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-21. 25-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amare y me revelaré a él.»
Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La Paz os dejo, mi Paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Padre santo, la ofrenda de nuestra pobreza que te presentamos con alegría en esta memoria de la santísima Virgen, y haz que nuestra incorporación al sacrificio de Cristo sea para nosotros fuente de consuelo temporal y de salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA SANTÍSIMA VIRGEN, CONSOLADA POR EL SEÑOR, SE HACE CONSOLADORA DE TODOS LOS HOMBRES

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario
darte gracias
y ofrecerte un himno de bendición y alabanza,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

El cual, para ser consuelo del mundo,
fue concebido con gozo por la siempre Virgen María,
que lo engendró en sus entrañas purísimas.

Ella, junto a la cruz del Hijo,
después de soportar acerbísimos dolores,
fue consolada por ti
con la esperanza de la resurrección.

Estando en oración con los apóstoles,
pidió ardientemente y esperó confiada
el Espíritu del consuelo y de la paz.

Y ahora, elevada al cielo,
consuela con amor de madre
a todos los que la invocan con fe,
hasta que amanezca el día glorioso del Señor.

Por eso,
con los ángeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:

Santo, Santo, Santo.

Oración después de la comunión
Fortalecidos por la participación en los sacramentos pascuales, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado la memoria de la Madre de tu Hijo, demos muerte cada día en nosotros al pecado y, apoyados en la esperanza que no defrauda, manifestemos el mensaje de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

42
LA VIRGEN MARÍA, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS
La Iglesia ha experimentado muchas veces la valiosísima ayuda de la Madre de Dios en las persecuciones promovidas por los enemigos de la fe cristiana. Por esto, ya desde los primeros tiempos de la era cristiana, prevaleció la costumbre de invocar a la santísima Virgen en tiempo de persecución con el título de «Auxilio de los cristianos».
Cuando Pío VII (+ 1823), expulsado de la Sede de Pedro por la fuerza de las armas, se hallaba detenido bajo estrecha vigilancia, y toda la Iglesia rogaba intensamente por él por la intercesión de la santísima Virgen, sucedió de improviso que el Sumo Pontífice fue liberado y, habiendo regresado a Roma, fue restituido al solio pontificio el día 24 de mayo de 1814.
Por este motivo, Pío VII estableció una fiesta en honor de la Virgen Madre bajo el apelativo de «Auxilio de los cristianos», para que se celebrara perpetuamente en Roma el día 24 de mayo, feliz aniversario de su regreso a la Urbe. Esta fiesta se celebra en muchas Iglesias particulares e Institutos religiosos, principalmente en la Sociedad de san Francisco de Sales, fundada por san Juan Bosco (+ 1888).
La primera lectura de esta misa recuerda la gran batalla que, por designio de Dios, se ha establecido, desde los orígenes del género humano, entre la Mujer y la Serpiente. Se propone efectivamente:
- o bien Génesis 3, 1-6. 13-15, donde resuenan las amenazadoras palabras de Dios a la Serpiente y el primer anuncio de la futura victoria del Hijo de la Mujer: «Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (v. 15);
- o bien Apocalipsis 12, 1-3a. 7-12ab. 17, donde se narra proféticamente la batalla del enorme dragón o serpiente primordial (cf. vv. 3. 9) contra la Mujer vestida de sol, coronada con doce estrellas (cf. v. 1) y contra «el resto de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (v. 17), esto es, contra la Iglesia representada en la visión de la Virgen María.
La lectura del evangelio (Jn 2, 1-11) muestra el auxilio que la santísima Virgen presta sin cesar a la Iglesia -significada en los discípulos que creen en Jesús (cf. v. 11) y en los que toman parte en el banquete de bodas (cf. v. 2)-, fortaleciendo la fe de los cristianos y socorriéndolos en sus necesidades.
Los textos eucológicos celebran a Dios, que ha constituido «a la Madre de (su) amado Hijo / en madre y auxiliadora del pueblo cristiano» (Oración colecta, Prefacio), «para que, bajo su protección, / participe valientemente en el combate de la fe, / persevere con fidelidad en la enseñanza de los apóstoles, / y camine seguro entre las dificultades del mundo» (Prefacio; cf. Oración colecta, Oración sobre las ofrendas).
Los textos de esta misa, a excepción del prefacio, se han tomado, con algunas variantes, del Propria missarum de la Sociedad de san Francisco de Sales (Tipografía Políglota Vaticana 1974, pp. 35-40) Y de la Congregación de Clérigos Regulares de san Pablo (Curia General, Roma 1981, pp. 25-29).

Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 19
Tu alabanza estará siempre en la boca de todos los que recuerden la hazaña de Dios.

Oración colecta
Oh Dios, que has constituido a la Madre de tu amado Hijo en madre y auxiliadora del pueblo cristiano, concede a tu Iglesia vivir bajo su protección y alegrarse con una paz duradera. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas.
Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra y a sus ángeles con él.
Se oyó una gran voz en el cielo:
–«Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.»
Despechado el dragón por causa de la mujer, se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.
Palabra de Dios.

O bien:

Lectura del libro del Génesis 3, 1-8
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:
–¿Cómo es que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?
La mujer respondió a la serpiente:
–Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; sólo del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.»
La serpiente replicó a la mujer:
–No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable porque daba inteligencia; tomó un fruto, comió, y ofreció a su marido, el cual comió.
Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
El Señor Dios dijo a la mujer:
–¿Qué es lo que has hecho?
Ella respondió:
–La serpiente me engañó y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente:
Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Jdt 16, 13. 14. 15 (R.: 1d)
R. Ensalzad e invocad el nombre del Señor.

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible. R.

Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede existir sin tu voz. R.

Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá.

EVANGELIO

Jesús comenzó sus signos

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza al celebrar con alegría la memoria de la Madre de tu Hijo; haz que, con el auxilio de esta madre, experimentemos tu ayuda en todas las necesidades. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE Y AUXILIADORA DEL PUEBLO CRISTIANO

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque has constituido a la Inmaculada Virgen María,
Madre de tu Hijo,
en madre y auxiliadora del pueblo cristiano,
para que, bajo su protección,
participe valientemente en el combate de la fe,
persevere con fidelidad en la enseñanza de los apóstoles,
y camine seguro entre las dificultades del mundo,
hasta alcanzar gozoso la Jerusalén del cielo.

Por eso, Señor,
con todos los ángeles
te aclamamos ahora y por siempre, diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Dt 10, 21a
El Señor será tu alabanza, él será tu Dios, pues él hizo a tu favor hazañas.

Oración después de la comunión
Recibidos estos sacramentos del cielo y apoyados en el auxilio de la santísima Virgen María, te pedimos, Señor, que, despojados del hombre viejo, nos revistamos de Jesucristo, autor de la nueva humanidad. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

43
LA VIRGEN MARÍA DE LA MERCED
Entre las familias religiosas dedicadas con vínculo especial a la Madre de Cristo, se cuenta la Orden de Nuestra Señora, la Virgen María de la Merced, que fundó san Pedro Nolasco (+ 1256) para la redención de los cautivos cristianos, el año 1218, en Barcelona, después de haber consultado a san Raimundo dePeñafort (+ 1275) y a JaimeI (+ 1276), rey de Aragón.
La santísima Virgen es venerada con el título «de la Merced» sobre todo en los territorios de Aragón y Cataluña y en muchos lugares de la América latina.
El formulario, teniendo en cuenta la finalidad para la que fue instituida la Orden merced aria, celebra en primer lugar a Cristo, «Redentor de los hombres (Oración colecta), que «nos mereció con su sacrificio» «la verdadera libertad de hijos» (Oración colecta).
Luego conmemora a la santísima Virgen que, por ser la esclava del Señor (cf. Lc 1, 38) Y estar totalmente· entregada a la obra del Hijo redentor (cf. LG 56), es llamada con razón «dispensadora de los tesoros de la redención» (Prefacio).
En la misa la santísima Virgen es celebrada como:
- nueva Judit, ya que así como la antigua Judit, con gran valentía, liberó al pueblo del asedio de Holofernes, así María, luchando contra la serpiente primordial, trajo el bien al pueblo de Israel y a toda la Iglesia (cf. 1ª Lectura 15, 8-10. 14; 16, 13-14);
- profetisa de la redención de Israel, ya que, convertida en voz de su pueblo, proclamó la grandeza del Señor, que, acordándose de su misericordia, había auxiliado a Israel, redimiéndolo de la esclavitud del pecado (cf. Antífona de entrada, Lc 1, 46a. 54-55a);
- asociada a la pasión de Cristo, ya que la santísima Virgen, que estuvo junto a su Hijo desde su «humilde nacimiento»; estuvo también «asociada a su pasión junto a la cruz» (Prefacio); con razón, pues, se toma para la lectura evangélica el texto de san Juan sobre la presencia de la Virgen junto a la cruz del Señor (Evangelio, Jn 19,25-27);
- madre amantísima (Oración después de la comunión), que el Señor nos concedió rnisericordiosamente, y que «cuida siempre con afecto materno / a los hermanos de su Hijo que se hallan en peligros y ansiedad, / para que, rotas las cadenas de toda opresión, / alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu» (Prefacio);
- abogada nuestra (Prefacio) y celestial patrona (Oración después de la comunión); María, en efecto, «elevada a la ciudad celeste» (Prefacio), intercede constantemente por nosotros.
Los textos de esta misa se han tomado del Proprium missarum Ordinis beatae Mariae Virginis de Mercede, Curia General de la Orden, Roma 1976, pp. 26-28. 50.

Antífona de entrada Lc 1, 46a. 54-55a
Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres.

Oración colecta
Padre misericordioso, que enviaste al mundo a tu Hijo Jesucristo, Redentor de los hombres, con la maternal cooperación de la Virgen María, concede a cuantos la invocamos con el título de la Merced mantenemos en la verdadera libertad de hijos que Cristo Señor nos mereció con su sacrificio, y ofrecerla incansablemente a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

La mano del Señor me ha dado fuerzas

Lectura del libro de Judit 15, 8-10; 16, 13-14
En aquellos días, el sumo sacerdote Joaquín y el senado israelita de Jerusalén fueron a contemplar los prodigios de Dios a favor de Israel y a ver y a saludar a Judit. Cuando llegaron a su casa, todos a una voz la felicitaron:
– «Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el honor de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza. Con tu mano lo hiciste, bienhechora de Israel, y Dios se ha complacido. Que Dios omnipotente te bendiga por siempre jamás.»
Y todos aclamaron:
– «¡Así sea, así sea!»
Judit entonó este canto:
– «Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede existir sin tu voz.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-48a. 48b-49. 50-51. 52-53. 54-55
R. El Señor se ha compadecido de su pueblo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

EVANGELIO

Mujer, ahí tienes a tu hijo

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería,
dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo, que celebra la obra de la inmensa caridad de Cristo, y confírmanos en el amor a ti y al prójimo, con el ejemplo de la gloriosa Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

SANTA MARÍA, MADRE DEL REDENTOR Y ADMINISTRADORA DE LA REDENCIÓN

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Por un admirable y providente designio de tu amor,
uniste la gloriosa Virgen María a Cristo, tu Hijo,
en la obra de la salvación humana,
con tan estrecho vínculo,
que fue Madre suya amantísima en su humilde nacimiento.
Asociada a su pasión junto a la cruz,
es ahora elevada a la ciudad celeste,
abogada nuestra
y dispensadora de los tesoros de la redención.

Ella cuida siempre con afecto materno
a los hermanos de su Hijo que se hallan en peligros y ansiedad,
para que, rotas las cadenas de toda opresión,
alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu.

Por eso, con los ángeles y todos los santos,
al celebrar el memorial de la redención y del amor de tu Hijo,
te alabamos en su nombre y cantamos sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Oración después de la comunión
Recibido el sacramento de la redención y de la vida, te pedimos, Señor, por intercesión de la Virgen María de la Merced, nuestra Madre amantísima y celestial Patrona, que nos concedas cooperar más intensamente al misterio de la salvación de los hombres, y ser admitidos en la gloria de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

44
LA VIRGEN MARÍA, SALUD DE LOS ENFERMOS
La «salvación de Dios» abarca al hombre entero, su cuerpo, su alma y su espíritu, no sólo mientras peregrina aquí en la tierra, sino también, y principalmente, cuando se convierte en ciudadano del cielo. Por la salvación realizada por Cristo en el Espíritu Santo, cambia radicalmente la condición del hombre: la opresión se convierte en libertad, la ignorancia en conocimiento de la verdad, la enfermedad en salud, la tristeza en alegría, la muerte en vida, la esclavitud del pecado en participación de la naturaleza divina. Sin embargo, en este mundo el hombre no puede alcanzar la salvación total y perfecta, ya que su vida está sujeta al dolor, a la enfermedad, a la muerte. La «salvación de Dios» es Jesucristo en persona, a quien el Padre envió al mundo como Salvador del hombre y médico de los cuerpos y de las almas, tal como la liturgia lo llama, reproduciendo en cierto modo unas palabras de san Ignacio de Antioquía (cf. Ad Ephesios VII, 2: SCh 10, p. 74). Él, durante los días de su vida terrena, movido por su misericordia, curó a muchos enfermos, librándolos también con frecuencia de las heridas del pecado (cf. Mt 9, 2-8; Jn 5, 1-14).
También la santísima Virgen, por ser madre de Cristo, Salvador de los hombres, y madre de los fieles, socorre con amor a sus hijos cuando se hallan en dificultades. Por esto, los enfermos acuden a ella con frecuencia -muchas veces visitando los santuarios a ella dedicados-, para recibir, por su intercesión, la salud. En los santuarios marianos existen muchos testimonios de esta confianza de los enfermos en la Madre de Cristo.
Entre los títulos con que los fieles aquejados de enfermedad veneran a la santísima Virgen, destaca el de «Salud de los enfermos», por obra principalmente de los religiosos de la Congregación de Regulares Servidores de los Enfermos, que han hecho popular este título, y en cuya iglesia de santa María Magdalena, dedicada en la Urbe, se venera una imagen insigne por la devoción de los fieles y por los milagros.
En la liturgia de la palabra se lee el cántico de Isaías sobre el «Siervo del Señor» (1ª Lectura, Is 53, 1-5. 7-10), que «soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores» (v. 4), Y cuyas «cicatrices nos curaron» (v. 5).
La asamblea de los fieles responde bendiciendo al Señor, que «cura todas (nuestras) enfermedades» (Salmo responsorial, 102 [103], la. 3b).
En la lectura evangélica se proclama el fragmento de san Lucas sobre la visitación de María a su parienta Isabel (Evangelio, Lc 1, 39-56), para que los fieles, contemplando a la santísima Virgen, que, llena de fe, alabando la misericordia de Dios, se apresura a visitar a la madre del Precursor, se sientan impelidos a imitar su solicitud en la atención a los hermanos y hermanas enfermos.
En la liturgia eucarística se glorifica a Dios Padre, que ha dado a la santísima Virgen por patrona y ejemplo a los fieles enfermos:
- patrona, porque «brilla como señal de salvación y de celestial esperanza / para los enfermos que invocan su protección» (Prefacio);
- ejemplo, porque «a todos los que la contemplan, / les ofrece el ejemplo de aceptar (la) voluntad (de Dios) / y configurarse más plenamente con Cristo» (Prefacio).
Oficiar la misa en honor de la santísima Virgen «Salud de los enfermos» y suplicar su intercesión para conseguir la salud corporal equivale a celebrar un peculiar momento de la historia de la salvación que tendrá su acabamiento y perfección cuando, en la gloriosa venida de Cristo, «el último enemigo aniquilado será la muerte» (1 Oración colecta 15, 26). Y los cuerpos de los justos resucitarán incorruptos.
Los textos de este formulario, excepto el Prefacio, son los mismos de la misa de la santísima Virgen con el título de Salus injirmorum que se halla en el Proprium missarum Ordinis Ministrantium injirmis, Tipografía Políglota Vaticana 1974, pp. 14-15. 27-30.

Antífona de entrada Cf. Sal 34 (35), 3; Jon 2, 3
Yo soy la salvación del pueblo. Cuando me llamen desde el peligro, yo les escucharé.

Oración colecta
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Él soportó nuestros sufrimientos

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 1-15. 7-10
¿Quién creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quien meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.: 1a. 3a)
R. Bendice, alma mía, al Señor; él cura todas tus enfermedades.

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a loa hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Aleluya Cf. Lc 1, 45
Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

EVANGELIO

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
— «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Señor, escucha las plegarias y recibe las ofrendas que te presentan los fieles en honor de santa María, siempre Virgen; que sean agradables a tus ojos y atraigan sobre el pueblo tu protección y tu auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA BRILLA COMO SIGNO DE SALUD PARA LOS ENFERMOS

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias
y deber nuestro glorificarte, Padre santo.

Porque la santa Virgen María,
participando de modo admirable en el misterio del dolor,
brilla como señal de salvación y de celestial esperanza
para los enfermos que invocan su protección;
y a todos los que la contemplan,
les ofrece el ejemplo de aceptar tu voluntad
y configurarse más plenamente con Cristo.
El cual, por su amor hacia nosotros,
soportó nuestras enfermedades
y aguantó nuestros dolores.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria,
unidos en común alegría.

Permítenos asociamos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Oración después de la comunión
Hemos recibido gozosos, Señor, el sacramento que nos salva, el Cuerpo y la Sangre de tu U nigénito, en la celebración de su Madre, la bienaventurada Virgen María; que él nos conceda los dones de la vida temporal y de la eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

45
LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LA PAZ
A causa de su íntima y estrecha relación con el Hijo, «Príncipe de la paz» (cf. Antífona de entrada, Is 9, 6; 1ª Lectura, Is 9, 1-6), la santísima Virgen ha sido venerada cada día más como «Reina de la paz»: en algunos Calendarios de Iglesias particulares y de Institutos religiosos se halla la memoria de la santísima Virgen, «Reina de la paz». Conviene recordar que Benedicto XV, el año 1917, en plena guerra europea, mandó añadir a las Letanías lauretanas la invocación «Reina de la paz».
En esta misa se conmemora la cooperación de la Virgen .en la reconciliación o «paz» entre Dios y los hombres realizada por Cristo:
- en el misterio de la encarnación, ya que la humilde esclava del Señor, «al recibir el anuncio del ángel Gabriel, / concibió en su seno virginal al Príncipe de la paz» (Prefacio, cf. Evangelio, Lc 1,26-38), el cual «nos devolvió la paz, reconciliando consigo el cielo y la tierra» (Antífona de comunión);
- en el misterio de la pasión, ya que «ella es la madre fiel/que se mantuvo intrépida, en pie, junto a la cruz / donde el Hijo, para salvamos, / pacificó con su sangre el universo» (Prefacio);
- en el misterio de Pentecostés, ya que la santísima Virgen es la «alumna de la paz, / que, orando con los apóstoles, / esperó... el Espíritu de la paz, de la unidad, / de la caridad y del gozo» (Prefacio).
Al celebrar la memoria de la Virgen María, reina de la paz, la asamblea de los fieles pide a Dios que, por su intercesión, conceda a la Iglesia y a la familia humana:
- el Esplritu de caridad: «Permanezcamos unidos en el amor fraterno» (Oración colecta); «Concédenos, Señor, tu Espíritu de caridad» (Oración después de la comunión);
- los dones de la unidad y de la paz: «Pedimos para tu familia los dones / de la unidad y de la paz» (Oración sobre las ofrendas); «formemos una sola familia en la paz» (Oración colecta); «cultivemos eficazmente entre nosotros / la paz que (Cristo) nos dio» (Oración después de la comunión);
- la tranquilidad en nuestro tiempo: «Concede a nuestro tiempo la tranquilidad deseada» (Oración colecta).
Los textos eucológicos de esta misa, a excepción del Prefacio, se han tomado del fascículo Proprio delle messe per le diocesi di Savona e Noli, Tipografía Priamar, Savona 1978, p. 17.

Antífona de entrada Cf. Is 9, 6
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y es su nombre: «Príncipe de la paz».

Oración colecta
Oh Dios, que por medio de tu Hijo Unigénito otorgas la paz a los hombres, por intercesión de la siempre Virgen María, concede a nuestro tiempo la tranquilidad deseada, para que formemos una sola familia en la paz y permanezcamos unidos en el amor fraterno. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Su principado será dilatado, con una paz sin límites

Lectura del Profeta Isaías 9, 1-3. 5-6
El pueblo que caminaba en tinieblas
vio una luz grande;
habitaban tierras de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo:
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar,
como se alegran
al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado:
lleva al hombro el principado,
y es su nombre:
Maravilla de Consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 84, 9ab‑10. 11-12. 13-14 (R.: Is 35, 4d)
R. El Señor anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

Aleluya Cf Lc 1, 28
Alégrate, María llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

EVANGELIO

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de expiación, al celebrar la memoria de la santísima Virgen María, Reina de la paz, . y pedimos para tu familia los dones de la unidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA MADRE DE CRISTO, DISCÍPULA Y REINA DE LA PAZ

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta memoria de la bienaventurada Virgen María.

Ella es tu humilde esclava
que, al recibir el anuncio del ángel Gabriel,
concibió en su seno virginal al Príncipe de la paz,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Ella es la madre fiel
que se mantuvo intrépida, en pie, junto a la cruz
donde el Hijo, para salvamos,
pacificó con su sangre el universo.

Ella es la discípula de Cristo, alumna de la paz,
que, orando con los apóstoles,
esperó la Promesa del Padre,
el Espíritu de la paz, de la unidad,
de la caridad y del gozo.

Por eso,
con todos los ángeles y santos
te alabamos proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión
La Virgen engendró al Dios y hombre, Dios nos devolvió la paz, reconciliando consigo el cielo y la tierra.

Oración después de la comunión
Concédenos, Señor, tu Espíritu de caridad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, en esta conmemoración de la Virgen María, Reina de la paz, cultivemos eficazmente entre nosotros la paz que él nos dio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

46
LA VIRGEN MARÍA, PUERTA DEL CIELO
El último formulario de estas Misas de la Virgen María celebra a la Madre de Cristo que acompaña bondadosa al pueblo de Dios que hace camino hacia la patria celestial.
Esta misa tiene un marcado carácter escatológico, que es propio de toda celebración eucarística; en efecto, la asamblea de los fieles, al celebrarla, contempla «la ciudad santa, la nueva Jerusalén... , arreglada como una novia que se adorna para su esposo» y escucha la voz del Señor, que dice desde el trono celestial: «Todo lo hago nuevo» (cf. 1ª Lectura, Ap  21, 1-5a). Esta futura situación de la Iglesia se ha cumplido ya en santa María, virgen esposa, hermosa, sin mancha ni arruga (cf. Ef 5, 27). Por esto, los fieles suben alegres «a la casa del Señor», donde celebrarán por siempre su nombre (cf. Salmo responsorial Sal 121 [122], 1-2.3-4.8-9). Se les manda estar vigilantes y despiertos para salir al encuentro del Esposo con las lámparas encendidas, a fin de que, cuando se abra la puerta, sean admitidos al banquete nupcial (cf. Evangelio, Mt 25, 1-13).
En la misa se celebra en primer lugar a Cristo, a quien el Padre ha hecho, en su bondad, «puerta de salvación y de vida» (Co; cf. Jn 10, 7); Jesús, en efecto, es «la puerta de la vida eterna» (Prefacio), por quien se nos abren «las puertas de la Jerusalén celeste» (Oración colecta).
Ya desde la edad llamada de los santos Padres de la Iglesia, la metáfora de «puerta», expresada con la palabra latina porta o sus sinónimos ostium, ianua, limen, se aplica a la santísima Virgen para ilustrar su función de nueva Eva, su maternidad virginal, o su intercesión suplicante en favor de los fieles.
En el formulario la santísima Virgen es celebrada como:
- Eva inocente, que con su humildad y su fe vence la soberbia y la incredulidad de la primera Mujer, abriendo lo que ella había cerrado: «Virgen humilde, / que nos abrió por su fe / la puerta de la vida eterna / que Eva había cerrado por su incredulidad» (Prefacio); «las puertas del paraíso, / que Eva había cerrado, / por ti se han vuelto a abrir, Virgen María» (Aleluya);
- madre virginal de Cristo: por su maternidad, María es «puerta luminosa de la vida, / por la que apareció la salvación del mundo, / Jesucristo, nuestro Señor» (Oración sobre las ofrendas); «puerta luminosa del cielo», por quien «apareció Cristo, luz del mundo» (Antífona de comunión); «Virgen Madre de la Palabra», que se ha convertido para nosotros en «puerta del paraíso», ya que, «al devolver a Dios al mundo», nos abre «el acceso al cielo» (Antífona de entrada);
- Virgen suplicante (cf. Prefacio), ya que la Iglesia no duda de que «por intercesión de la santísima Virgen, / de quien recibimos al Salvador del mundo», descenderán «sobre nosotros los dones de (su) gracia» y se nos abrirán «las puertas del cielo» (Oración después de la comunión).

Antífona de entrada
Salve, Virgen Madre de la Palabra, puerta del paraíso; al devolver a Dios al mundo, nos abres el acceso al cielo.

Oración colecta
Oh Dios, que en tu bondad has hecho a tu Hijo puerta de salvación y de vida, concédenos, por la acción previsora de la Virgen María, permanecer fieles en el amor de Cristo y que se nos abran las puertas de la Jerusalén celeste. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA

Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 121, 1-2. 4-5 (R.: cf. 1)
R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor. R.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice, núm. 2

Aleluya
Las puertas del paraíso, que Eva había cerrado, por ti se han vuelto a abrir, Virgen María.

EVANGELIO

Que llega el esposo, salid a recibirlo

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
— El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
— «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!»
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
— «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.»
Pero las sensatas contestaron:
— «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.»
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, y decían:
— «Señor, señor, ábrenos.»
Pero él respondió:
— «Os lo aseguro: no os conozco.»
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, este sacramento de unidad y de paz, celebrando la gloriosa memoria de la Virgen María, puerta luminosa de la vida, por la que apareció la salvación del mundo, Jesucristo, nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA ABRIÓ LA PUERTA QUE HABÍA CERRADO EVA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta celebración en honor de la Virgen María.

Ella es la Virgen Madre,
representada por la puerta oriental del templo:
por ella pasó el Señor,
para él sólo se abrió y permaneció intacta.

Ella es la Virgen humilde,
que nos abrió por su fe
la puerta de la vida eterna
que Eva había cerrado por su incredulidad.

Ella es la Virgen suplicante,
que intercede continuamente por los pecadores,
para que se conviertan a su Hijo,
fuente perenne de gracia
y puerta del perdón siempre abierta.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.

Antífona de comunión
Dichosa eres, Virgen María, puerta luminosa del cielo; por ti apareció Cristo, luz del mundo

Oración después de la comunión
Animados, Señor, por los sacramentos y por el gozo del espíritu, te pedimos, por intercesión de la santísima Virgen, de quien recibimos al Salvador del mundo, que desciendan sobre nosotros los dones de tu gracia y se nos abran las puertas del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


APÉNDICE

I

Primera lectura del Antiguo Testamento

1

No te reservaste tu único hijo

Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
–¡Abrahán!
El respondió:
–Aquí me tienes.
Dios le dijo:
–Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
–¡Abrahán, Abrahán!
El contestó:
–Aquí me tienes.
El ángel le ordenó:
–No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
–«Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11 (R.: 1)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi cáliz,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

2

No es sino la casa de Dios y la puerta del cielo

Lectura del libro del Génesis 28, 10-22
En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Harán. Casualmente llegó a un lugar y se quedó allí a pernoctar porque ya se había puesto el sol. Cogió de allí mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en aquel lugar.
Y tuvo un sueño: Una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo:
–Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra, sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra, y ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas las naciones del mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré donde quiera que vayas, y te volveré a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.
Cuando Jacob despertó dijo:
–Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía.
Y, sobrecogido, añadió:
–Qué terrible es este lugar: no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 (R.: cf. 2Cro 7, 16a)
R. Elijo y consagro este templo.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

3

En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada

Lectura del libro del Éxodo 3, 1-8a
En aquellos días, pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
–Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
–Moisés, Moisés.
Respondió él:
–Aquí estoy.
Dijo Dios:
–No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
Y añadió:
–Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
Y el Señor le dijo:
–He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R.: 8a)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.

4

Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel

Lectura del libro de los Números 24, 15-17a
En aquellos días, Balaán entonó sus versos:
«Oráculo de Balaán, hijo de Beor,
oráculo del hombre de ojos perfectos;
oráculo del que escucha palabras de Dios
y conoce los planes del Altísimo,
que contempla visiones del Poderoso,
en éxtasis, con los ojos abiertos:
Lo veo, pero no es ahora,
lo contemplo, pero no será pronto:
Avanza la constelación de Jacob,
y sube el cetro de Israel.»
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 (R.: cf. 7)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará, del pobre y del indigente,
y salvará la vida e os pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso
todas las razas de la tierra. R.

5

El Señor hizo que Rut concibiera y diese a luz un hijo. Fue Obed, el padre de Jesé, padre de David

Lectura del libro de Rut 2, 1-3. 8-11; 4, 13-17
Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente de muy buena posición, llamado Boaz, de la familia de Elimelec.
Rut, la moabita, dijo a Noemí:
–Déjame ir al campo, a espigar donde me admitan por caridad.
Noemí le contestó:
–Anda, hija mía.
Ella marchó y fue a espigar en las tierras,, siguiendo a los segadores.
Entonces Boaz dijo a Rut:
–Escucha, hija. No vayas a espigar a otra parte, no te vayas de aquí ni te alejes de mis criadas. Fíjate en qué tierra siegan los hombres y sigue a las espigadoras. Yo he mandado a mis criados que no te molesten. Cuando tengas sed, vete adonde están los botijos y bebe de lo que saquen los criados.
Rut se echó por tierra ante él y le dijo:
–Yo soy una forastera; ¿por qué te he caído en gracia y te has interesado por mí?
–Me han contado todo lo que hiciste por tu suegra después que murió tu marido: que dejaste a tus padres y tu pueblo natal y has venido a vivir con un pueblo que no conocías.
Así fue cómo Boaz se casó con Rut. Se unió a ella; el Señor hizo que Rut quedara encinta, y dio a luz un hijo. Las mujeres dijeron a Noemí:
–Bendito sea el Señor, que te ha dado hoy quien responda por ti. El nombre del difunto se pronunciará en Israel. Y el niño te será un descanso y una ayuda en tu vejez; pues te lo ha dado a luz tu nuera, la que tanto te quiere, que te vale más que siete hijos.
Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo.
Las vecinas le buscaban un nombre, diciendo:
–¡Noemí ha tenido un niño!, y le pusieron por nombre Obed.
Fue el padre de Jesé, padre de David.
Palabra de Dios

Salmo responsorial 1 Sam 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd (R.: 1a)
R. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

6

Brotará un renuevo del tronco de Jesé

Lectura del libro de Isaías 11, 1-5. 10
Aquel día,
brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de prudencia y sabiduría,
espíritu de consejo y valentía,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
juzgará a los pobres con justicia,
con rectitud a los desamparados.
Herirá al violento con la vara de su boca,
y al malvado con el aliento de sus labios.
La justicia será cinturón de sus lomos,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
No harán daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país
de ciencia del Señor,
como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé
se erguirá como enseña de los pueblos:
la buscarán los gentiles,
y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17(R.: cf. 7)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará, del pobre y del indigente,
y salvará la vida e os pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

7

El tiempo en que la madre dé a luz

Lectura del Profeta Miqueas 5, 2-5a
Así dice el Señor:
Pero tú, Belén de Efrata,
pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo,
de tiempo inmemorial.
Los entrega hasta el tiempo
en que la madre dé a luz,
y el resto de sus hermanos
retornarán a los hijos de Israel.
En pie pastoreará con la fuerza del Señor,
por el nombre glorioso del Señor su Dios.
Habitarán tranquilos porque se mostrará grande
hasta los confines de la tierra,
y ésta será nuestra paz.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 2, 7-8. 10-11 (R.: 8a)
R. Te daré en herencia las naciones.

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra.» R.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R.

8

Mira a tu rey que viene a ti modesto

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10
Así dice el Señor:
«Alégrate, hija de Sión;
canta, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti
justo y victorioso;
modesto y cabalgando en un asno,
en un pollino de borrica.
Destruirá los carros de Efraín,
los caballos de Jerusalén,
romperá los arcos guerreros,
dictará la paz a las naciones;
dominará de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. »
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 (R.: cf. 7)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará, del pobre y del indigente,
y salvará la vida e os pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso
todas las razas de la tierra. R.


II

Primera lectura del nuevo Testamento

9

Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5, 12. 17-19
Hermanos:
Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuánto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.
En resumen, si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la salvación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 39, 7-8a. 8b‑9. 10. 11 (R.: 8a y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído,
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

–Como está escrito en mi libro–
«para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y lo llevo en mis entrañas. R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R.

10

A los que había escogido, Dios los llamó

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30
Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 8, 4-5. 6‑7a. 7b‑9 (R.: 2a)
R. Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
y le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

11

Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 9-16b
Hermanos:
Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad.
Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3 (R.: cf. Sal 56, 2c)
R. Mi alma confía en ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.

12

Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-26
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11 (R.: 1)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi cáliz,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

13

Nos da la victoria por Jesucristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-57
Hermanos:
Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista, de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria.
¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde está, muerte, tu aguijón?»
El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.
¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 117, 14-15. 16‑17. 19-21  (R.: 1a)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.

El Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.

14

Dios nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12
Hermanos:
Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la Persona de Cristo,
—antes de crear el mundo—
para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la Persona de Cristo
—por pura iniciativa suya—
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Con Cristo hemos heredado también nosotros.
A esto estábamos destinados
por decisión del que hace todo según su voluntad.
y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo,
seremos alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 61, 10a-d y f. 11; 62, 2-3
R. Tú, María, eres la ciudad de Dios en que habita la justicia.

Desbordo de gozo con el Señor,
Y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novia que se adorna con sus joyas. R.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos. R.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. R.

15

Completo los dolores de Cristo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1, 21-24
Hermanos:
Antes estabais también vosotros alienados de Dios y erais enemigos suyos por la mentalidad que engendraban vuestras malas acciones; ahora en cambio, gracias a la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados y Dios puede admitiros a su presencia como a un pueblo santo sin mancha y sin reproche. La condición es que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza que escuchasteis en el Evangelio. Es el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo, Pablo, fui asignado a su servicio.
Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia,
Palabra de Dios

Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: 17a)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré el cáliz de la salvación,
invocando su nombre. R.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Siervo tuyo soy, hijo de tu esclava,
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo. R.

16

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios Sumo Sacerdote, según el rito de Melquisedec.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 30, 2-3b. 3c‑4. 5-6. 15-16. 20 (R.: 17b)
R. Sálvame, Señor, por tu misiricordia.

A ti, Señor, me acojo;
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme. R.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Pero yo confío en el Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos! R.

III

Evangelio

17

Aleluya y versículo antes del evangelio
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza: de ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Señor.

EVANGELIO

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
La madre de Jesús estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era bueno y no quería denunciada, decidió repudiada en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
— José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel
que significa «Dios con nosotros».
Palabra del Señor.

18

Aleluya y versículo antes del evangelio
Dios te salve, Virgen, renuevo de Jesé; de ti nació Cristo, nuestro Señor, fuerza y sabiduría del Padre.

EVANGELIO

¿No es su madre María?

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada:
–¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? Y desconfiaban de él.
Jesús les dijo:
–Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.
Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Palabra del Señor.

19

Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 8, 31b-32
Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos y conoceréis la verdad –dice el Señor-.

EVANGELIO

El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre

+ Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús, y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo:
–Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Les contestó:
–¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y paseando la mirada por el corro, dijo:
–Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
Palabra del Señor.

20

Aleluya y versículo antes del evangelio
Dios te salve, Virgen, renuevo de Jesé; de ti nació Cristo, nuestro Señor, fuerza y sabiduría del Padre.

EVANGELIO

¿No es éste el carpintero, el hijo de María?

+ Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
–¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de él.
Jesús les decía:
–No desprecian a un profeta más que en su tierra. entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.
Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor.


21

Aleluya y versículo antes del evangelio Jn 14, 16
Yo le pediré al Padre otro Defensor, que esté siempre con vosotros.

EVANGELIO

Quedaos en la ciudad, hasta que os revistais de la fuerza de lo alto

+ Final del santo Evangelio según San Lucas 24, 44-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Palabra del Señor.

3 comentarios:

  1. Gracias por este material tan valioso.
    Bendiciones

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  2. En el formulario de la Misa de María Madre de la Santa Esperanza, falta la antífona de Comunión.
    Idem en la Misa de María, Madre del Consuelo
    Idem en la Misa de María, Virgen de la Merced
    Idem en la Misa María, Salud de los Enfermos
    Todo lo demás está bien.
    Saludos,
    JMN

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  3. Con el blog
    tendremos muchas ideas de oraciones y tendremos éxito.

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