II vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.
El tesoro divinal
en tu vientre se encerró,
tan precioso, que libró
todo el linaje humanal.
Tu sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tu pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.
¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud!
No ceses de dar salud
a toda la cristiandad. Amén.
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.
El tesoro divinal
en tu vientre se encerró,
tan precioso, que libró
todo el linaje humanal.
Tu sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tu pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.
¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud!
No ceses de dar salud
a toda la cristiandad. Amén.
O bien:
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre virgen,
puerta del cielo santa.
Tomando de Gabriel
el «Ave», Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate madre, y llegue
por ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana,
que quien a Jesús llega
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias, Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
Salmo 121
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Ant. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ant. 2. Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Salmo 126
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Ant. Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Ant. 3. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Cántico Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichosa tú, María, que has creído; porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Magníficat Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
+ Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
La antífona se repite al final, como de costumbre.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
— haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.
Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,
— haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.
Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo,
— levanta y robustece la esperanza de los decaídos.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel,
— por su intercesión haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
— haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro.
Oración
Señor Dios todopoderoso, haz que, por la intercesión de santa María, Nuestra Señora del Milagro, nosotros, tus hijos, gocemos de plena salud de alma y cuerpo, vivamos alegres en medio de las dificultades del mundo y alcancemos la felicidad de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.