A la expectación
Arcángel de Alarcón
iCuándo verán mis ojos aquel día
en que al Niño que virgen lo ha criado
le vea yo en mis Brazos reclinado!
-decía la dulcísima Maria-.
Abrazaré a la luz del alma mía,
daré mil pesos a mi dulce dueño,
y al que esta en mis entrañas disfrazado
le cantare cantares de alegría.
También los celestiales cortesanos,
gozosos de que es Dios hecho pasible,
le cantarán cantares cortesanos.
Me gozaré mirando al invisible,
y al incorpóreo servirán mis manos
con amor que entenderse es imposible.
en que al Niño que virgen lo ha criado
le vea yo en mis Brazos reclinado!
-decía la dulcísima Maria-.
Abrazaré a la luz del alma mía,
daré mil pesos a mi dulce dueño,
y al que esta en mis entrañas disfrazado
le cantare cantares de alegría.
También los celestiales cortesanos,
gozosos de que es Dios hecho pasible,
le cantarán cantares cortesanos.
Me gozaré mirando al invisible,
y al incorpóreo servirán mis manos
con amor que entenderse es imposible.
ORACIÓN
¡Madre del alma, celestial María!
Con toda la ternura y el amor y el deseo de mi corazón
te elijo desde hoy como Reina, Señora y Madre de esta
casa,
con todo lo que contiene, hijos, criados, animales y
cosas,
y cada pieza con toda la que la llena.
Toma las llaves que te entrego como a la ama y Señora,
y concédeme la dicha de ser tu esclava y tu hija muy
amante,
que sólo quiere ser tuya y obedecerte
con todo el corazón y el alma.
Concédeme, que nada haga sin consultártelo,
Concédeme, que nada haga sin consultártelo,
que obre en todas las ocasiones como tu obrarías,
con esa perfección de miras e intenciones sobrenaturalizándolo
todo,
y con una vida de amor más del cielo que de la tierra.
Así quiero santificar mis actos.
Tú, desde hoy, serás para siempre la Señora,
Así quiero santificar mis actos.
Tú, desde hoy, serás para siempre la Señora,
la dueña y la Madre con nuevo título de las obras y de
mis hijos,
siendo yo una pobrecita, pero obediente hija,
que te de gloria imitándote.
Quiero estar siempre en segundo término, Madre mía,
Quiero estar siempre en segundo término, Madre mía,
porque tu eres la primera en mí y en cuanto me rodee.
Desde ahora hasta mi muerte,
Desde ahora hasta mi muerte,
quiero vivir bajo el manto de mi dulce Madre,
y ya no estaré sola ni huérfana,
sino bajo tu dirección y tus miradas,
María, inmolándome en tu honor.
Te amo, y te haré amar con todas mis fuerzas,
Te amo, y te haré amar con todas mis fuerzas,
y mi vida.
En todas las piezas está ya colocada tu imagen sacrosanta
para que las bendigas,
ahuyentes del enemigo
y que no permitas en ellas ninguna murmuración ni ofensa
a Dios.
Impregna toda su atmósfera de pureza, Virgen Inmaculada,
Impregna toda su atmósfera de pureza, Virgen Inmaculada,
para que nos respire más que blancura,
candor, inocencia, pudor, cruz, amor.
Acepta por adelantado las penas y alegrías
Acepta por adelantado las penas y alegrías
que en estos cuartos tengamos.
¡Oh mi bendita y amada Madre!
¡Oh mi bendita y amada Madre!
¡Que desaparezca yo con todos mis defectos,
y que parezcas tú en mí,
con tu dulzura, tu caridad, abnegación, paciencia,
humildad,
y con todas tus demás virtudes.
¡Oh mi Reina, somos tus vasallos!
¡Oh mi Reina, somos tus vasallos!
! Oh mi Madre, mi amada Madre, somos tus hijos!
Amén.
Amén.