ORACIÓN EN LA «MADRUGÁ» DE LAS ÚLTIMAS MIRADAS
José Cascant Ribelles,
en la noche del Jueves Santo,
14 de abril de 2022
MEDITACIÓN
Hermanos:
Estamos ante una escena que representa el momento más trágico para Jesús y María. La Madre contempla a Jesús que está, atado de pies y manos, siendo clavado en la cruz. Él, que es el Cristo, el Mesías, el Salvador y el Amo del cielo y de la tierra, el Creador de todo el Universo, el Hacedor del hombre y de todas las cosas…, en lugar de encumbrarse se humilla, siendo “despreciado de los hombres y varón de dolores”(1).
Él ha sido expulsado de Sión, de Jerusalén, la ciudad santa(2) de la paz, expulsado de los suyos, de la ciudad del gran Rey, de su Ciudad(3) por excelencia; expulsado de su pueblo y arrojado al exterior como un proscrito, igual que un malhechor. Al que todo lo había hecho bien(4), lo han convertido en un malhechor(5).
¡Cuántas veces nosotros no quisimos tenerlo de nuestra parte y Él cargó con todos nuestros pecados y con todas nuestras maldades!(6).
Las celebraciones de estos días no son una diversión para hacer fiesta y lucirnos, sino para revestirnos de Cristo que, comenzando con la traición de Judas, la negación de Pedro y la condena del Sanedrín, asumió Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección, posibilitando así el perdón de nuestros pecados. Es el tiempo de la Salvación, es nuestra segura salvación, nos asegura el Amor de Dios.
Hermanos, todos los que en esta noche estáis aquí reunidos:
—no abandonéis a Cristo cuando todos le abandonan;
—no lo odiéis cuando todos lo odian;
—no lo saquéis de vuestra vida cuando todos le expulsan.
Quizá tú y yo le abandonamos alguna vez…
Pero contemplad a la Mujer que “mira” y sufre silenciosa, callada, enamorada de su Hijo. Ahí está Ella, valiente, fuerte, dolida y dolorosa, pero recia, serena, con paz en el corazón. María es la Mujer fuerte(7).
Ahí está María, miradla, mirad su rostro y sus ojos. Ella mira y calla, mira a Jesús silenciosa meditando y Jesús responde con su silenciosa mirada de consuelo.
Solo Madre e Hijo entienden. Se miran, porque son LAS ÚLTIMAS MIRADAS de Madre e Hijo en este mundo; pero… ¡qué miradas!, ¡cuánta profundidad!, ¡cuánto Amor! …
Os aseguro, hermanos, que la mirada de la Madre decía indudablemente: «Resiste, Hijo, que en esto está en juego la vida del mundo». Y en lo más profundo de su dolido corazón María, al mirar a Jesús, entendió a su vez la mirada del Hijo, diciendo: «Gracias, Mujer, iremos hasta el final para la gloria del Padre y el bien de la humanidad». Son LAS ÚLTIMAS MIRADAS de dos seres que se aman, que han aprendido a amar de tal manera, que se lo transmiten por sus ojos misericordiosos que son ojos de perdón y de amor, sus ÚLTIMAS MIRADAS son más poderosas que las palabras.
Niños y Jóvenes, mujeres y hombres adultos, no os resistáis a la Salvación, que la misericordia y el perdón habiten en vosotros para ser misericordiosos. Arrepentíos y cambiad de vida, hagamos como Cristo y María y el mundo será mejor.
Esto nos lleva a exigirnos mejorar nuestro mundo. Es el momento de dar desde nuestra Semana Santa un mensaje al mundo, porque nuestra Semana Santa es genuina y peculiar de Gandía gracias al ejemplo de San Francisco de Borja que nos permite seguir el rastro que nos dejó de sus largos tiempos de silencio. La mejor lección de san Francisco de Borja está en esta escena que contemplamos ahora. Él quería estar «atado a la cruz», vivir al pie del madero, «siempre al pie muriendo» y «morir por Cristo», y a veces, cuando alzaba la sagrada forma en la misa, pedía sentir «qué sintió Jesús cuando lo levantaron a la cruz», o qué sintió María cuando lo tuvo entre sus brazos en Belén y en la sepultura. Este podría ser el esbozo espiritual de la Semana Santa gandiense: en silencio, mirar a Jesús, mirar a María y dejarse mirar por ellos en el interior de nuestra alma.
(Intermedio musical)
PLEGARIA
Padre nuestro del Cielo,
a los pies de la crucifixión de tu Hijo,
acompañado de su Santísima Madre,
queremos pedirte por la paz del mundo,
por las necesidades sociales y espirituales de España,
por la feliz convivencia de los ciudadanos en nuestra Ciudad,
por los cofrades de todas las Hermandades de Gandia
y por nuestras familias, las familias de cada uno de nosotros.
Padre celestial, conociendo que tu Amor hacia nosotros
motivó que nos enviaras a tu Unigénito,
revestido de humanidad plena,
nos aflige devolvértelo crucificado y consumado,
como lo estamos viendo en esta sagrada imagen
del Cristo Yacente en la Crucifixión;
por esto, compartimos el dolor de su Santísima Madre,
representado en esta imagen de Ntra. Sra. de los Dolores,
y pedimos nos concedas los mismos sentimientos de Cristo Jesús,
con un corazón en donde podamos albergar un amor universal,
junto con la inteligencia para saber distinguir el bien del mal
de modo que ya no volvamos a crucificar a Jesucristo, tu Hijo,
a causa de nuestros pecados no arrepentidos.
Padre del cielo, haznos vivir la concordia y la alegría de la fe
para repartir a nuestros hermanos la esperanza que no falla
y haznos partícipes de los bienes, favores y gracias de tu bondad.
Padre bueno, junto con María, Madre Dolorosa, omnipotencia suplicante de maternal intercesión, te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo, único Redentor y Mediador, significado hoy aquí en la imagen de Cristo Yacente en la Crucifixión, Él, que tras su Muerte redentora, ha resucitado y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
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NOTAS:
(1) Is 53, 3.
(2) Is 66, 10-12.
(3) Mt 5, 35.
(4) Mc 7, 37.
(5) Is 53, 12.
(6) Is 53, 4-6.
(7) Prov 31, 10-13.19-20.30-31.