He leído y me ha parecido bien colocarlo aquí, por lo estimulante que resulta para hacer la peregrinación que el Itinerario Diocesano de Renovación organiza y realiza en estos días de la Segunda etapa.
D. VICENTE ESTEVAN CLOQUELL
Párroco de Santa María de Cocentaina
Director espiritual de la Pía Unión
MARIA, PEREGRINA DE LA FE
«Feliz tú que has creído» (Lc. 1,45). lsabel proclama bienaventurada a María con ocasión de su visita y nos da la clave para presentarnos a la Madre del Señor como peregrina de la fe, que sigue las huellas de Abraham, quien por la fe obedeció y salió hacia la tierra que había de recibir en herencia, pero sin saber a dónde iba.
Como dijo el concilio Vaticano ll: «la bienaventurada Virgen avanzó en Ia peregrinación de la fe y mantuvo fielmente Ia unión con su hijo hasta Ia cruz» (Lumen Gentium, nº 58).
En cada situación humana de la Mare de Déu que nos presenta la Biblia, se pone en crisis su fe y tiene que cuestionársela. La Anunciación «es el punto de partida del camino de María hacia Dios», un camino de fe en el que no faltan sombras: el presagio de la espada que atraviesa el alma, el exilio en Egipto, la obscuridad interior, cuando Maria «no entiende» la actitud de Jesús a los doce años en el templo, pero «conserva todas estas cosas meditándolas en su corazón».
En la penumbra se desarrolla también la vida oculta de Jesús.
Ciertamente, en la vida de María no faltan las ráfagas de luz, como en las bodas de Caná, donde Cristo acoge la oración de su Madre y realiza el primer signo de revelación, suscitando la fe de los discípulos (cf, Jn 2, 1-12). En el mismo contrapunto de luz y sombra se sitúan las dos bienaventuranzas que nos refiere San Lucas: la que dirige a la Madre de Cristo una mujer de la multitud y la que destina Jesús a los que escuchan ta palabra de Dios y la cumplen (Lc 11,28).
La cima de esta peregrinación terrena en la fe es el Gólgota. En el Calvario María experimenta la noche de la fe, como la de Abraham en el monte Moria y después de la iluminación de Pentecostés, sigue peregrinando en la fe hasta la Asunción, cuando el Hijo la acoge en la bienaventuranza eterna.
La Iglesia contempla gozosamente a la Mare de Déu «como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser» (SC 103). Ella sigue «precediendo» al pueblo de Dios. Su excepcional peregrinación de la fe representa un punto de referencia constante para todos. A ella nos dirigimos para que siga guiándonos hacia Cristo y hacia el Padre, también en la noche tenebrosa del mal y en los momentos de duda, crisis, silencio y sufrimiento.
La fe es la nota más característica de la actitud espiritual de María, que la abrió a la acción de Dios y permitió que el proyecto de Dios se realizara en ella y, por medio de ella, en todos nosotros. Cristo es el fruto de esa fe paradójica y heroica, que es don y conquista al mismo tiempo. Ella es la peregrina de la fe que da carne al Hijo de Dios y vive en su servicio.
También nosotros tenemos que cuestionarnos continuamente nuestra fidelidad al Señor. Cada problema, cada momento importante de nuestra vida es ocasión para que escuchemos a Dios y nos cuestionemos que es lo que Él quiere de nosotros en ese momento, cómo mejor podemos agradarle y honrarle. Mala señal sería que nos mantuviéramos siempre excesivamente seguros, indicaría que nos apoyamos más en nosotros y no nos abandonamos en las manos del Dios que siempre nos sorprende al ofrecernos algo nuevo.
Que, de la mano de la Mare de Déu y siguiendo su ejemplo como peregrina de la fe, sigamos el Itinerario Diocesano de Renovación, propuesto por el Sr. Arzobispo D. Carlos e iniciado el pasado miércoles de Ceniza.
Felicidades a la nueva Junta de la Pía Unión, presidida por José Manuel y Sofía. Que el Señor os conceda la gracia de que nos acerquéis a la Mareta, modelo de la Iglesia orante, que medita la Palabra de Dios y la cumple.
¡Visca la Mare de Déu!
Vicente Estevan Cloquell, Cura Párroco de Santa María.