CUARTO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Murillo, Inmaculada

A la Inmaculada Concepción

Fray Damián de Vegas



Reina de los serafines,
¿por qué no pondrán las gentes,
principios muy diferentes
en los diferentes fines?


Los que os dan un fin tan alto
como ser Madre de Dios,
¿por qué imaginan en vos
principio imperfecto y falto?

¿Por qué nos igualaremos
con vos los que delinquimos,
que en culpa nos concebimos
e hijos de ira nacemos?

¿Por qué hija de ira vos,
siendo Madre sin ofensa,
de la mansedumbre inmensa
que es el Cordero de Dios?

¿Por qué, Madre de desgracia,
formada en la iniquidad,
la Madre de la bondad
y la fuente de la gracia?

¿Por qué había Dios de hacella
de material enfermizo,
la que él medicina hizo
para cuantos van a ella?

¿Por qué daría al través,
ni con Adán erraría
la que el camino y la guía,
de aquellos que yerran es?

Ved: ¿La noche con el día?
¿Qué tienen que ver ahora,
las tinieblas con la aurora
ni el pecado con María?

¿Lo manchado de alto arriba
con la que no tiene mota,
la cisterna seca y rota
con el pozo de agua viva?

¿La puerta oriental del cielo
con la espelunca infernal,
ni el trono y silla real
con el hollado escabelo?

¿Qué la espina con la rosa;
qué con la paloma el cuervo;
qué el agraz crudo y acerbo
con la manzana sabrosa?

¿Qué con el oro más puro
el metal envilecido,
ni qué el paredón caído
con la fuerte casa y muro?

¿Qué el rico montón de trigo
con la pedriza escabrosa,
ni qué la vid abundosa
con el loco cabrahigo?

¿Quién del Líbano la nieve,
de mortal pie no tocada,
compara a la escarcha hollada,
a que todo pie se atreve?

Fuera mala ceremonia
poner en un mismo andén
la Flor de Jerusalén
con la hez de Babilonia.

¿Quién osara comparar
la lóbrega sombra y negra
con el lucero, que alegra
cielo y aire, tierra y mar?

¿Ni con el áspera ortiga
el lirio blando oloroso,
ni el dulce abrazo amoroso
con la agresión enemiga?



ORACIÓN

Acordaos, ¡oh, piadosísima Virgen María!,

que jamas se ha oído decir

que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,

implorando vuestra asistencia

y reclamando vuestro socorro,

haya sido abandonado de vos.

Animado con esta confianza,

a voz también acudo,
¡oh madre Virgen de las Virgenes!;
y gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atreva comparecer ante vuestra presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no desechéis mis súplicas;
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.

Acordaos (latín)
Memoráre, o piísima Virgo María,
non esse audítum a saéculo,
quemquam ad tua curréntem praesídia,
tua implorántem auxília, tua paténtem suffrágia esse derelíctum.
Ego tali animátus confidéntia ad te, Virgo Vírginum, Mater, curro;
ad te vénio; coram te gemens peccátor assísto.
Noli, Mater Verbi, verba mea despícere,
sed audi propítia et exáudi.
Amen. 

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