MISA DE LA DOLOROSA


Este día tiene misa propia del Viernes de la Quinta semana de Cuaresma, pero cuando la devoción popular es notoria hacia los dolores de la Virgen María, puede celebrarse la siguiente Misa

Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

Antífona de entrada Lc 2, 34-35
Simeón dijo a María: «Mira, este niño está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te atravesará el alma».

Oración colecta
Señor, tú que has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9.
Cristo, en los días de su vida mortal,
a gritos y con lágrimas, 
presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte,
y fue escuchado por su actitud reverente. 
Él, a pesar de ser Hijo, 
aprendió, sufriendo, a obedecer. 
Y, llevado a la consumación, 
se ha convertido para todos los que le obedecen
en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 30, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 15-16. 20 
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

A ti, Señor, me acojo: 
no quede yo nunca defraudado;
tú que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R.

Ven aprisa a librarme, 
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve, 
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame: R.

Sácame de la red que me han tendido, 
porque tú eres mi amparo. 
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Pero yo confío en ti, Señor; 
te digo: «Tú eres mi Dios.» 
En tus manos están mis azares: 
líbrame de los enemigos que me persiguen. 

Qué bondad tan grande, Señor, 
reservas para tus fieles, 
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. R.

SECUENCIA
Esta secuencia es potestativa, y puede decirse entera o en forma abreviada, desde las palabras: Y, porque a amarle me anime, 

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

Antífona antes del Evangelio
Feliz la Virgen María, que, sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor.

EVANGELIO
Ella gemía y suspiraba como Madre piadosa al ver las penas de su divino Hijo

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo. 
Luego dijo al discípulo: 
— Ahí tienes a tu madre. 
y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.

O bien:

Una espada te traspasará el corazón

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35.
En aquel tiempo, el padre y la madre de Jesús estaban admirados por lo que decían del niño. 
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: 
— Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará patente la actitud de muchos. Y a ti una espada te traspasará el corazón.
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas
Dios de misericordia, recibe los dones y oraciones que ofrecemos, a gloria de tu nombre, en esta fiesta de la Virgen María, a quién tú nos entregaste como madre amorosa cuando estaba junto a la cruz de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

PREFACIO I DE SANTA MARÍA VIRGEN
LA MATERNIDAD DE MARÍA

V. El Señor esté con vosotros. 
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón. 
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. 
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, 
es nuestro deber y salvación 
darte gracias 
siempre y en todo lugar, 
Señor, Padre santo, 
Dios todopoderoso y eterno.

Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria 
en la memoria de santa María, siempre virgen. 
Porque ella concibió a tu único Hijo 
por obra del Espíritu Santo, 
y, sin perder la gloria de su virginidad, 
derramó sobre el mundo la luz eterna, 
Jesucristo, Señor nuestro.

Por él, 
los ángeles y los arcángeles 
y todos los coros celestiales 
celebran tu gloria, 
unidos en común alegría. 
Permítenos asociarnos a sus voces 
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión 1 Pe 4, 13
Estén alegres cuando compartan los sufrimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, rebosen de gozo.

Oración después de la comunión
Después de recibir el sacramento de la eterna redención, te pedimos, Señor, que, al recordar los dolores de la Virgen María, completemos en nosotros, en favor de la Iglesia, lo que falta a la pasión de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


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