Oración antes del descanso nocturno
Completas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial, de la siguiente forma:
Hermanos, llegados al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de las siguientes fórmulas penitenciales:
Primera fórmula
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
Segunda fórmula
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
Tercera fórmula
V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos, Señor, ten piedad (de nosotros).
R. Señor, ten piedad (de nosotros).
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores, Cristo, ten piedad (de nosotros).
R. Cristo, ten piedad (de nosotros).
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros, Señor, ten piedad (de nosotros).
R. Señor, ten piedad (de nosotros).
Pueden usarse otras invocaciones penitenciales.
Si preside la celebración un ministro, él solo dice la absolución siguiente; en caso contrario, la dicen todos:
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HIMNO
A continuación se dice el himno que se indica en el Salterio:
El sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos convida;
guárdanos tú, Señor, de suerte
que despertemos a la vida.
Tu amor nos guía y nos reprende
y por nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y, mientras dormimos, nos vela.
Te ofrecemos, humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria balbuciente:
"Gracias, Señor, por este día".
Recibe, Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía
y alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran Día.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios.
Pueden usarse también, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
SALMODIA
Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos (S. Agustín).
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes (Ap 19, 5).
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor.
Levantad las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.
Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva se dice la siguiente bendición, incluso cuando el Oficio lo reza una sola persona:
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
Antífonas finales de la Santísima Virgen María
Después se canta o se dice una de las siguientes antífonas.
I
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
II
Madre del Redentor,
virgen fecunda,
puerta del cielo
siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar
al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste
a tu santo Creador,
y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo
del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros,
pecadores.
III
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
IV
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.
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